El Papa zanja el debate sobre el car¨¢cter divino del primado

Juan Pablo II record¨® ayer el fundamento divino del primado papal en su discurso navide?o ante la curia. "Aunque sea personalmente d¨¦bil", el Papa puede "sostener el peso de la Iglesia" y "a los hermanos", porque su fuerza deriva de la "potencia que Cristo infunde en los sucesores de Pedro", dijo contestando indirectamente al cardenal Carlo Maria Martini, partidario de una revisi¨®n a la baja del primado.

En la audiencia de ayer a sus colaboradores religiosos y a algunos laicos, Juan Pablo II hizo votos por que la concepci¨®n del primado papal "atraviese el umbral del tercer milenio y sea tenida en cuenta por los que asuman despu¨¦s de nosotros, en calidad de sucesores de Pedro, o de colaboradores suyos, el ministerio pietrino, para ejercerlo de acuerdo con la voluntad de Cristo". El Papa hizo su exposici¨®n partiendo del Evangelio de san Lucas, donde se relata la traici¨®n de san Pedro. "En el texto del evangelista, Pedro emerge en toda su fragilidad". Sus capacidades las recibe de Dios, "de la potencia de Cristo, que reza por ¨¦l", dijo el Papa.Las palabras del Pont¨ªfice en momentos cruciales para la Iglesia cat¨®lica, que busca ya un sucesor en esta delicada fase de transici¨®n al tercer milenio, pueden interpretarse como una respuesta a quienes, como el cardenal de Mil¨¢n, Carlo Maria Martini, plantean la necesidad de una revisi¨®n a la baja del primado de Roma.

Sin entrar directamente en el debate, Juan Pablo II ha querido dejar clara su firme defensa del car¨¢cter irrevocablemente supremo del primado que ejerce. Aunque nadie en la Iglesia discute el fundamento divino del ministerio que asumen los sucesores de Pedro, hay sectores favorables a una disminuci¨®n del poder absoluto del Pont¨ªfice en beneficio de un mayor desarrollo del poder colegial de obispos y sacerdotes. El primado de Roma es uno de los obst¨¢culos mayores en el di¨¢logo ecum¨¦nico con las otras iglesias cristianas.

De ah¨ª que la intervenci¨®n, hace poco m¨¢s de un mes, del cardenal de Mil¨¢n, el jesuita Carlo Maria Martini, desatara una pol¨¦mica de cierta envergadura, al subrayar la necesidad de "revisar la forma en que se ejerce el primado de Roma" para avanzar en el dif¨ªcil di¨¢logo hacia la unidad con las otras iglesias cristianas. La propuesta de Martini, de 72 a?os, en una peregrinaci¨®n a Oriente Pr¨®ximo, implicaba de hecho una posible reducci¨®n del poder absoluto del Pont¨ªfice como monarca de la Iglesia cat¨®lica, fuente del derecho can¨®nico y gu¨ªa ¨²nica para obispos y feligreses en cuestiones de fe, dogma y moral. Otro cardenal, el presidente del Comit¨¦ del Gran Jubileo del 2000, el franc¨¦s Roger Etchegaray, se pronunci¨® inmediatamente sobre el tema en un encuentro ecum¨¦nico, y dijo que "el Papa no es un superobispo".