Una noche de desencuentros
La noche empez¨® muy fr¨ªa, con s¨®lo dos grados en el term¨®metro y con s¨®lo dos aut¨¦nticas estrellas en el programa. ?ngel Corella y Desmond Richardson fueron las ¨²nicas estrellas de una gala anunciada con los nombres de 11 Stars of American Ballet. Hab¨ªa lamentos: muchos consideraban que algunos de los nombres que participaban no eran dignos de una gala donde anunciaban a "las joyas" del American Ballet de Estados Unidos. Finalmente la temperatura fue elev¨¢ndose. Pero a base de paciencia.Paciencia por parte de todos. Los espectadores esperando sacar partido a las 6.000 pesetas que hab¨ªan pagado. Los bailarines luchando con algo tan fr¨¢gil como sus cuerpos y sus ¨¢nimos. La iluminaci¨®n, aunque pobre, no le falt¨® ni al patio de butacas del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, donde el p¨²blico permaneci¨® a media luz durante toda la representaci¨®n (enfocado por m¨¢s de cincuenta bombillas). El suelo, aunque impregnado de un popular refresco que se echa para que no se escurran los bailarines, era el menos adecuado para este espect¨¢culo. El sonido fue de lo m¨¢s variopinto... Toda la funci¨®n estuvo acompa?ada por un chisporroteo de huevos fritos, pero con puntilla o de una torturadora freidora. Los espectadores acomodados en las primeras filas, adem¨¢s, sab¨ªan con unos segundos de antelaci¨®n cu¨¢ndo iban a aparecer los bailarines en el escenario, porque el regidor chascaba tres veces los dedos para dar la entrada a los artistas y todos lo o¨ªan.
Producci¨®n deficiente
Y lo peor de todo, Corella en Madrid: un mont¨®n de gente con ganas de verle y el patio de butacas con otro mont¨®n de asientos vac¨ªos. Lo milagroso es que los asistentes se hubieran enterado, dec¨ªan los propios afortunados que hab¨ªan conseguido saber d¨®nde y cu¨¢ndo actuaba Corella. Muchos lo achacaban al hecho de que Corella no se hab¨ªa rodeado de profesionales para la producci¨®n de esta gala. En el programa se ve¨ªa que el director ejecutivo, la directora art¨ªstica y la responsable de la realizaci¨®n y log¨ªstica eran Mariano Corella, Mar¨ªa Eir¨ªn y Mar¨ªa Jos¨¦ Corella (padre, madre y hermana, respectivamente de Corella, que complet¨® la representaci¨®n familiar con la presencia de su hermana Carmen bailando en el escenario).
Estos elementos y alg¨²n otro de menor repercusi¨®n deslucieron la noche que seguramente todos desearon fuera m¨¢gica. A pesar de ello, profesionales como Corella o Desmond Richardson intentaron dar todo y llegar al m¨¢ximo de sus posibilidades, que son muchas, cosa que el mismo p¨²blico agradeci¨® con aplausos y ovaciones concretas a alg¨²n n¨²mero que, como ocurre en este tipo de galas, est¨¢n m¨¢s cercanos al "a¨²n hay m¨¢s" del mundo circense que a la sensibilidad que emana del acto de coreografiar.
Porque lo cierto es que Richardson en Growth, de Dwigth Rhoden, y Corella en el Corsario, de Marius Petipa, lograron emocionar a un p¨²blico que les perdon¨® la parte aciaga de la noche y los desmanes de la producci¨®n de la gala.
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