Un deseo hecho realidad
Hace no mucho tiempo, en febrero de 1995, un secretario de Estado del Gobierno socialista visit¨® Valencia para presentar, junto al entonces presidente Lerma, un estudio sobre el AVE. Seg¨²n se recogieron en la prensa, sus declaraciones textuales fueron: "El AVE Madrid-Valencia ser¨¢ una realidad el pr¨®ximo siglo. No me pregunten ahora si a principios o a finales".Afortunadamente, hoy, a punto de entrar en ese pr¨®ximo siglo, tenemos una respuesta: ser¨¢ a principios. Esa gran inc¨®gnita que nos legaba, con un poco de socarroner¨ªa, el ¨²ltimo Gobierno socialista, est¨¢ ya despejada. El Ministerio de Fomento acaba de poner en marcha el proceso de informaci¨®n p¨²blica que permitir¨¢ seleccionar y aprobar un trazado para el tren de alta velocidad Madrid-Comunidad Valenciana. Esto significa que ahora nos corresponde a los valencianos reflexionar con seriedad y sosiego, analizar las alternativas que propone el Estado y tratar de llegar, entre todos, a un consenso sobre cu¨¢l es la soluci¨®n m¨¢s deseable, la que mejor se ajusta a los intereses de nuestra Comunidad. Pero lo m¨¢s importante, lo que de verdad hace que la situaci¨®n actual sea distinta de cualquier otra anterior, no es tanto la cuesti¨®n del trazado como que el AVE ha dejado de ser un deseo para convertirse en una certidumbre que empieza a encarnarse en realidades tangibles.
Si hemos llegado a esta situaci¨®n no ha sido por azar ni por la evoluci¨®n natural de las cosas. Hasta hace poco, no hab¨ªa absolutamente ning¨²n compromiso por parte del Estado: el AVE Madrid-Comunidad Valenciana no estaba previsto en el Acuerdo del Consejo de Ministros de 1988 que decidi¨® la ejecuci¨®n de las l¨ªneas Madrid-Sevilla y Madrid-Barcelona; tampoco se hab¨ªa incluido en la lista de proyectos ferroviarios que se aprob¨® en la cumbre europea de Essen de 1994, ni su ejecuci¨®n o financiaci¨®n por parte del Estado estaba en modo alguno garantizada por el Plan Director de Infraestructuras socialista.
Sin embargo, ahora nos encontramos en una situaci¨®n completamente distinta de la de hace tan pocos a?os. Pero, ?este cambio se ha producido porque s¨ª? No. Ha sido un esfuerzo de voluntad y de impulso pol¨ªtico por parte del Gobierno Valenciano, liderado por el presidente Zaplana, el que, con el ¨²nico objetivo de servir al inter¨¦s de nuestra Comunidad, ha hecho posible superar los obst¨¢culos. Y en este esfuerzo hemos podido contar con el apoyo y la colaboraci¨®n de amplios sectores de la sociedad civil valenciana, conscientes de que el AVE es una necesidad incuestionable para nuestro futuro. As¨ª hemos conseguido que tanto las comunidades de Madrid y de Castilla-La Mancha como el Estado hayan asumido este proyecto como propio. A pesar, todo hay que decirlo, del escepticismo, la incredulidad, y a veces hasta la hostilidad, de quienes se han empe?ado en no querer ver en ese esfuerzo m¨¢s que "promesas vac¨ªas", "cortinas de humo" o "realidades virtuales".
Ahora s¨ª tenemos compromisos concretos por parte del Estado, que ha encargado expresa y formalmente a la empresa p¨²blica GIF la construcci¨®n y financiaci¨®n del AVE Madrid-Comunidad Valenciana. Tenemos tambi¨¦n un Presupuesto del Estado para el a?o 2000 con dinero para esta actuaci¨®n. Tenemos un Plan de Desarrollo Regional que nos permitir¨¢ obtener la ayuda financiera de la Uni¨®n Europea. Y tenemos ya en informaci¨®n p¨²blica ese estudio de alternativas, paso previo imprescindible para decidir un trazado, obtener la necesaria Declaraci¨®n de Impacto Ambiental y poder iniciar de inmediato los proyectos constructivos y las obras. Todas las previsiones que hab¨ªa hecho el Gobierno Valenciano se han ido cumpliendo.
As¨ª pues, ya no hemos de seguir discutiendo si queremos AVE o no, si lo tendremos alg¨²n d¨ªa o no. Esa discusi¨®n est¨¢ superada. Ahora se trata de que decidamos c¨®mo queremos que sea, por d¨®nde tiene que pasar ese AVE que, ahora s¨ª, vamos a tener. Hemos de ser conscientes de lo importante que es este momento y de la responsabilidad que estamos asumiendo.
En todo proceso de debate p¨²blico como el que acaba de abrir el estudio de alternativas del ministerio, sobre todo cuando lo que est¨¢ en juego es una infraestructura de la trascendencia del AVE, corremos algunos riesgos.
Uno de ellos es que se intente trasladar la lucha pol¨ªtica, la competencia partidista, a un terreno en el que deber¨ªa presidir, ante todo, la b¨²squeda de la m¨¢xima racionalidad y la defensa de los intereses generales de la Comunidad Valenciana. Manifestaciones de este peligro son, por ejemplo, negar validez a todo el trabajo hecho, trasladar a la opini¨®n p¨²blica la confusa idea de que todo es una maniobra dilatoria o un puro y simple enga?o, etc¨¦tera.
Otro riesgo que corremos es el de que cada uno nos encastillemos en nuestro particular prejuicio, en una idea preconcebida e inamovible, y nos obstinemos en despreciar cualquier otro criterio que se pueda aportar a la discusi¨®n.
Y un tercer peligro es, en fin, el pretender que las necesidades y los intereses en juego se contemplen y valoren desde una ¨®ptica puramente localista. Todos tenemos, claro est¨¢, la obligaci¨®n de defender de la mejor manera posible lo que nos es m¨¢s cercano. Pero tambi¨¦n tenemos que ser capaces de entender la exigencia de que ese inter¨¦s particular sea confrontado y ponderado, sin exclusivismos, con los dem¨¢s intereses particulares. De otro modo, ser¨ªa imposible llegar a una soluci¨®n satisfactoria para el conjunto de las demandas y de las necesidades presentes.
Evitar tales riesgos y conseguir que del debate surja un consenso en torno a la postura m¨¢s favorable a los intereses de toda nuestra Comunidad: esto es lo que el Gobierno Valenciano se ha marcado como objetivo, y vamos a poner todos los medios a nuestro alcance para lograrlo. No queremos que se escuche la voz del Gobierno Valenciano; queremos que se oiga, por encima de todo, la voz de la sociedad valenciana.
Ahora bien, esto no significa que esperemos, ni siquiera que pidamos, unanimidades ni adhesiones inquebrantables. No se trata de enarbolar banderas. Se trata de que, entre todos, podamos llegar a articular un planteamiento serio, coherente y lo m¨¢s beneficioso posible para todos los valencianos sin exclusi¨®n. Para eso es necesario que pongamos sobre la mesa todas las opiniones y todos los puntos de vista, y empecemos el debate de verdad. ?sta es la ocasi¨®n de hablar en profundidad y con objetividad sobre las alternativas de trazado, costes (financieros y ambientales), tiempos de recorrido y potencial de usuarios, para que podamos presentar y defender ante el Estado un denominador com¨²n que sea la opci¨®n de los valencianos. Y una cosa de la que s¨ª podemos estar seguros es que, cuanta mayor racionalidad hayamos conseguido aportar a la decisi¨®n que finalmente se tome, tanto m¨¢s favorable ser¨¢ ¨¦sta para nosotros.
Pero para que esto sea posible, para que podamos encontrar ese denominador com¨²n, es preciso que todos y cada uno participemos en el debate aceptando las reglas del juego. Si lo conseguimos, el porvenir es nuestro. Por el contrario, si cada uno llevamos aprendido nuestro catecismo particular y nos negamos a apreciar la parte de verdad o de raz¨®n que pueda haber en cualquier criterio ajeno, es posible que tengamos que acabar oyendo lo mismo que nos dec¨ªan hace cuatro a?os: "?AVE Madrid-Comunidad Valenciana? Pues... s¨ª, habr¨¢ AVE, pero... ?no me pregunten ustedes cu¨¢ndo!
Pies]
Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa Ant¨®n es consejero de Obras P¨²blicas, Urbanismo y Transportes
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