Una pasi¨®n contagiosa
Son tantas y tan variadas las actividades en las que se vio involucrado Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez Ord¨®?ez que resulta muy dif¨ªcil establecer un perfil rotundo a partir de cualquiera de ellas tomada por separado. En efecto, ingeniero de Caminos, con una important¨ªsima labor especializada, sobre todo en la construcci¨®n de puentes, que se reparten por toda la geograf¨ªa espa?ola; catedr¨¢tico de la Universidad Complutense, con una relevante labor docente y publicista; presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos -donde, mientras ocup¨® dicha responsabilidad, llev¨® a cabo una labor decisiva en el cambio de imagen de lo que supuso la aportaci¨®n de los ingenieros en la historia de la Espa?a contempor¨¢nea-; acad¨¦mico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y, entre otras muchas cosas, actualmente presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, la trayectoria de Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez Ord¨®?ez es, en cuanto a las labores y responsabilidades asumidas, abrumadora.Lo es, sin duda, pero, con todo, siendo mucho lo que hizo, todo ello no hace justicia a lo que realmente dio de s¨ª, pues lo m¨¢s determinante fue la pasi¨®n que puso en cada cosa, una pasi¨®n contagiosa como el fuego y, como ¨¦ste, maravillosamente abrasadora.
B¨²squeda de la verdad
Cuando uno revisa no los cargos ni los honores, sino lo que hizo, al margen incluso de su labor cotidiana como ingeniero, uno comprende que estaba animado por un fuego creador y una inquieta b¨²squeda de la verdad, que hac¨ªan de ¨¦l una especie de mezcla entre artista y te¨®logo, de pol¨ªtico y m¨ªstico. Cuando, por ejemplo, se recuerda que, entre otras cosas, fue el responsable de la avenida de la Ilustraci¨®n de Madrid; el Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana; la Esfera Armilar; el inventario de los puentes hist¨®ricos espa?oles, con el providencial salvamento de algunos; del proyecto de la estaci¨®n nueva de Atocha; de los formidables estudios sobre ingenieros tan relevantes como el franc¨¦s Freyssinet, inventor del pretensado, o del espa?ol Eduardo Torroja, uno no acierta a creer que toda esta labor sea posible a trav¨¦s de un solo hombre.
Muchas de estas maravillosas ideas son hoy una realidad deslumbrante, mientras que otras est¨¢n en curso de realizaci¨®n o quedaron frustradas, pero todas ellas est¨¢n marcadas por un mismo sello de creaci¨®n y compromiso. En cualquier caso, quienes tuvimos el privilegio de conocerle a lo largo de los a?os, sabemos que el recuento de todas estas haza?as y honores no puede explicar lo mejor de una personalidad, que siempre se lleva a la tumba el secreto de su vida: una ilusi¨®n contagiosa por crear m¨¢s all¨¢ de todas las limitaciones.
Babelia
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