El agente secreto
JUSTO NAVARRO
Uno se iba ya a su casa, pero ha olvidado en el despacho las fotos que acaba de revelar, y vuelve y, al salir, se queda encerrado en el ascensor. Si no se hubiera entretenido, habr¨ªa bajado en el anterior viaje. Es el azar. ?La mala suerte? No: el caballero coincide en el ascensor con otro caballero al que ayuda (este segundo caballero padece claustrofobia) y que, en se?al de agradecimiento, una vez libres y antes de que acabe la tarde, le ofrece una fabulosa oportunidad para enriquecerse. Es la casualidad, el azar, ese agente secreto que interviene en todos los acontecimientos de nuestra vida.
El hundimiento legal del alcalde de Marbella, Gil y Gil, ha coincidido con su deseo de presentarse a las elecciones generales, en las que probablemente hubiera arrebatado al PP votos necesarios para repetir triunfo. La cat¨¢strofe de Gil es exactamente eso: una coincidencia, puro azar, pues parece indiscutible que la acci¨®n de la justicia no depende de la voluntad de los partidos. El propio fiscal jefe de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n ve muy preocupante imaginar que la fiscal¨ªa pueda ce?irse a la voluntad del Gobierno. Si as¨ª fuera, habr¨ªamos vuelto a una justicia de Estado totalitario, franquista, dice el fiscal. La justicia es independiente, imparcial y fiel a la ley y los ciudadanos.
Pero es una nefasta coincidencia que la ley haya ca¨ªdo sobre Gil cuando Gil iba a caer sobre la pol¨ªtica nacional. No es la primera coincidencia a prop¨®sito de Gil y la justicia y la pol¨ªtica: el Parlamento andaluz se ocup¨® por fin de supuestos abusos de la polic¨ªa local de Marbella (100 denuncias contra la polic¨ªa en dos a?os) y d¨ªas despu¨¦s, en junio de 1996, la fiscal¨ªa especial presentaba en un juzgado de Sevilla querella contra un antiguo consejero de la Junta, acusado de favorecer los intereses de un constructor de Marbella a cambio de 200 millones. El delator era el propio constructor, que era el propio Gil y Gil. Nadie se acuerda.
Durante a?os, entre denuncias de vecinos aplastados por los guardias o por las actuaciones urban¨ªsticas del Ayuntamiento, Gil y Gil ha vivido ense?¨¢ndoles Marbella a artistas, pr¨ªncipes, jueces, catedr¨¢ticos, financieros y periodistas, intocable y alardeando de ser intocable. La ambici¨®n (o la soberbia) le sugiri¨® la idea de presentarse a las elecciones al Parlamento de Espa?a, y supongo que iba a lograr los votos suficientes para que el PP tuviera m¨¢s dif¨ªcil conservar el poder. Entonces Gil tropez¨®, pas¨® por la c¨¢rcel, reconoci¨® su vulnerabilidad y anunci¨® su retirada de la pol¨ªtica nacional, aunque de pronto sue?e otra vez con ser diputado, es decir, m¨¢s inmune e impune que ahora.
Quiero creer que el fiscal tiene raz¨®n: la justicia est¨¢ al margen de la pol¨ªtica. Gil se derrumba acusado por alg¨²n confidente salido de su propia oficina, y, si alguien lo acos¨®, no fue el azar, ese agente secreto que manipula nuestra vida, sino aut¨¦nticos servicios secretos a las ¨®rdenes del Gobierno del PP. Pero las coincidencias del caso han sido nefastas porque desfiguran monstruosamente la idea que los ciudadanos se hacen de la pol¨ªtica y la justicia, a la que no favorece el azar. Tiene mala suerte la justicia en Espa?a.
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