Regeneraci¨®n y condena
JUSTO NAVARRO
La ni?a ha tenido cuatro nombres en sus 12 a?os de vida. Cuatro nombres y cinco casas. Debe de ser dif¨ªcil cargar con cuatro nombres, porque cuesta trabajo acostumbrarse al propio nombre, que es ¨²nico: cuando ni?o, uno quisiera llamarse de otra forma, como su amigo o su enemigo de clase. Dios m¨ªo, ?por qu¨¦ tengo que llamarme Justo? Esta ni?a ha cambiado de nombre cuatro veces y no s¨¦ si pensar¨¢ en s¨ª misma siempre con el mismo nombre, o si se lo cambiar¨¢ seg¨²n el estado de ¨¢nimo o la edad a la que se recuerde. No s¨¦ si deber¨¢ cambiar de nombre ahora que la obligan a regresar a casa de sus padres adoptivos, de d¨®nde sali¨® hace siete a?os. Ha pasado m¨¢s vida fuera de casa de esos padres, que dentro. La Audiencia de Sevilla la devuelve a su primera casa, aunque la ni?a quer¨ªa seguir en la ¨²ltima casa donde la hab¨ªan acogido.
Es ejemplar el auto de la Audiencia que devuelve a la ni?a a sus leg¨ªtimos padres. Esta ni?a no quiere regresar con sus padres, que son sus padres por una decisi¨®n del Estado y por una decisi¨®n del Estado podr¨ªan haber dejado de ser padres. Pero el deseo de cambiar de padres es frecuente en los ni?os: se parece al deseo de cambiar de cara. Uno se considera a s¨ª mismo mejor de lo que ve a sus padres:
-Padre, me acuso de creer que no soy hijo de mis padres.
As¨ª hablaba en el confesionario el ni?o de Absoluci¨®n, un cuento de Scott Fitzgerald. Es infantil no querer ser hijo de tus padres. La Audiencia de Sevilla as¨ª lo ha visto: muchos hijos repudiar¨ªan a sus padres pobres. Todos buscar¨ªan padres en situaci¨®n de bonanza: la Audiencia imagina subastas para buscar padres, un mundo donde se promueven permutaciones familiares en aras de colocar a los hijos en familias id¨ªlicas. Ser¨ªa una revoluci¨®n: ni?os en pos de su sue?o de cambiar de padres. Es una visi¨®n del futuro.
Y la Audiencia de Sevilla dictamina para que el mundo no se desbarate: tienes que contentarte con la familia que te toca, aunque la familia te la haya elegido el Estado, y luego te la haya quitado y luego te la d¨¦ otra vez. Uno de los fines de la decisi¨®n de la Audiencia es educativo: la ley triunfa sobre el Estado, que, sin respetar sus propias leyes, le retir¨® la custodia a los padres leg¨ªtimos y someti¨® a la ni?a a un proceso perturbador (ir de casa en casa, de centro de acogida en centro de acogida) y despreci¨® la larga lucha de la madre adoptiva por recuperar a la hija a la que cri¨® d¨ªa a d¨ªa durante sus seis primeros a?os.
La Audiencia quiere que la ni?a cobre conciencia de su pasado: que la internen en un centro hasta que regenere su memoria, purific¨¢ndola de todas las influencias nocivas a las que estuvo sometida (la ni?a de 12 a?os tiene, seg¨²n la Audiencia, una mentalidad de 9). Debe tomar conciencia de su pasado, de las causas que provocaron el calvario sufrido. Copio las palabras de la Audiencia de Sevilla, que ya forman parte del pasado de la ni?a con cuatro nombres distintos. A esta ni?a, condenada a meditar sobre los errores ajenos y a asumir un pasado del que no es responsable, ?no le pod¨ªan haber concedido la gracia de cambiar de nombre, padres, casa y fortuna, como cuentan los cuentos de hadas?
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