Informaci¨®n
J. M. CABALLERO BONALD
Tengo la impresi¨®n de que las noticias sobre Andaluc¨ªa llegan frecuentemente a Madrid, si es que llegan, muy amortiguadas. A veces incluso cruzan por la capital con una aceleraci¨®n de lo m¨¢s indiscreta. Visto y no visto. Por supuesto que no se trata de un hecho que se aprecie de modo inmediato. Tampoco se puede asegurar ni mucho menos que sea una norma generalizada. Es simplemente un h¨¢bito o una exigencia de los medios de informaci¨®n que a veces se nota bastante y a veces no se nota ni poco ni mucho. Sin duda que todo eso tambi¨¦n se podr¨ªa aplicar a la atenci¨®n que merecen en la ¨®rbita informativa madrile?a otras regiones espa?olas, con la muy notoria excepci¨®n del Pa¨ªs Vasco y quiz¨¢ de Catalu?a. Lo cual no tiene nada que ver, naturalmente, con el desorbitado eco que producen por todas partes los asuntos deportivos en general y futbol¨ªsticos en particular, que eso s¨ª constituye una primordial raz¨®n de estado y, por tanto, debe ser difundido por todos los medios posibles.
La respuesta a cualquier interrogante que se pueda plantear en este sentido es muy simple o se reduce a una aclaraci¨®n un¨¢nime: la evidencia de que en cualquier redacci¨®n madrile?a de peri¨®dico, radio o televisi¨®n, se fija un canon de prioridades normalmente basado en que esa selecci¨®n informativa responda a las demandas de los lectores, radioyentes o televidentes. El argumento no admite mayores objeciones, pero a veces me ronda la sospecha de que hay algo en todo ese tinglado que no depende del mero inter¨¦s noticiable. Aunque tambi¨¦n es verdad -no hace falta decirlo- que eso ocurre as¨ª porque cuando un provinciano residente en Madrid desea conocer lo que ocurre en su tierra, s¨®lo tiene que comprar el peri¨®dico local correspondiente, que eso s¨ª puede encontrarlo con facilidad.
Se puede a?adir, sin embargo, a este respecto, una conjetura algo aventurada, algo mal¨¦vola, expresamente relacionada con la absorbente irrupci¨®n de la actualidad, o de una muy espec¨ªfica actualidad. Basta elegir cualquier peri¨®dico, cualquier canal de televisi¨®n o emisora de radio para comprender a qu¨¦ me refiero. Al margen de las secciones habituales, y junto a las tragedias de diverso cariz y las novedades pol¨ªticas de rigor, todo lo dem¨¢s se supedita a la informaci¨®n generada en el Pa¨ªs Vasco, no ya porque as¨ª lo exija la relevancia de la noticia, sino porque la profusi¨®n de editoriales, declaraciones, controversias asociadas a esa comunidad parece reclamar tajantemente casi toda la atenci¨®n que se dedica a la vida nacional. Cierto que en Euskadi se concentran los peores focos conflictivos del pa¨ªs, pero eso no justifica, sino todo lo contrario, que lo que all¨ª pasa desplace sistem¨¢ticamente a lo que ocurre en el resto de Espa?a.
He intentado calcular de modo aproximado qu¨¦ proporci¨®n ocupan los acontecimientos vinculados al Pa¨ªs Vasco en los espacios informativos habituales. El c¨®mputo no obedeci¨® a ning¨²n rigor, as¨ª que tampoco lo voy a manejar. Pero fue lo suficientemente llamativo como para convencerme de dos cosas: que todo eso resulta descomedido y que, a la larga, s¨®lo favorece a lo que con mayor ¨¦nfasis publicitario se condena.
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