(Des)encuentros
Cualquier observador imparcial de la evoluci¨®n espa?ola de los ¨²ltimos 20 a?os constata el notable cambio ocurrido. Desde el modelo autoritario uniformizador y excluyente de la dictadura, hasta el actual estado auton¨®mico basado en un intenso proceso de descentralizaci¨®n "regional", apenas han transcurrido 25 a?os. Podr¨ªamos hablar de balance globalmente positivo. Pero creo igualmente que, 20 a?os despu¨¦s de ser aprobada la Constituci¨®n de 1978, el problema m¨¢s importante que ha atravesado la pol¨ªtica espa?ola del siglo XX, contin¨²a sin resolverse. Me refiero, naturalmente, al "encaje" o "acomodaci¨®n pol¨ªtica de una realidad plurinacional", en palabras del profesor Requejo en su ¨²ltimo y excelente trabajo (vid. Fossas y Requejo (eds.) Asimetr¨ªa Federal y Estado Plurinacional, 1999). En esta decisiva cuesti¨®n, de nada sirve equivocarse ni, mucho menos, equivocar a los dem¨¢s, Mi punto de vista es, en primer lugar, que existe demasiada confusi¨®n -a veces interesada- y poco inter¨¦s por abordar, serenamente, la ¨²nica cuesti¨®n clave que tensiona la sociedad espa?ola, con el riesgo de provocar desencuentros irreversibles. Es el gran desaf¨ªo constitucional pendiente: hacer una lectura de la realidad plurinacional m¨¢s respetuosa con nuestra propia historia.Hablaba de confusi¨®n, porque se utiliza como sin¨®nimos cuestiones tan diferentes como descentralizaci¨®n, subsidiariedad y federalismo. O porque a veces se tiende a equiparar modelos de federalismo sim¨¦trico como el alem¨¢n, con el igualitarismo descentralizador espa?ol. En ocasiones, demasiadas, se tiende a confundir Estado con Administraci¨®n central, cuando tambi¨¦n son Estado los gobiernos aut¨®nomos y los ayuntamientos. Y casi a diario, especialmente en ¨¦poca de elecciones generales, se hacen propuestas en materia educativa, sanitaria, agr¨ªcola o medioambientales, que carecen de sentido, sencillamente porque nunca podr¨ªan realizarse desde un Gobierno central que carece de esas competencias desde hace a?os.
Mi opini¨®n es que estamos concluyendo una etapa de desarrollo de un modelo auton¨®mico basado en la descentralizaci¨®n pol¨ªtica que, al principio, fue asim¨¦trica y hoy es uniformizadora, m¨¢s alla de las referencias y concesiones a determinados "hechos diferenciales". Este proceso se ha desarrollado no sin resistencias de una Adminsitraci¨®n central, instalada en los viejos esquemas de un adelgazado Estado-naci¨®n que cede soberan¨ªa hacia arriba (Uni¨®n Europea) y hacia abajo (regiones y ayuntamientos), sin sentar las bases imprescindibles de articulaci¨®n. Por esa raz¨®n, el proceso descentralizador todav¨ªa es incompleto e insuficiente. El profesor Eliseo Aja lo ha descrito muy bien (El Estado Auton¨®mico. Federalismo y Hechos Diferenciales, 1999): las relaciones intergubernamentales no est¨¢n institucionalizadas; el recurso constante a un bilateralismo, no siempre transparente, es fuente inagotable de conflictos que casi siempre acaban en el Tribunal Constitucional; existe una deficiente regulaci¨®n de convenios; las conferencias sectoriales no responden a un modelo "federal" y nunca han funcionado ni conferencias sectoriales horizontales (integradas s¨®lo por "ministros regionales", ni la conferencia de presidentes -fundamentales en la mayor¨ªa de modelos federales-).
Sobran ejemplos de falta de coordinaci¨®n, de indefinici¨®n y de inadecuaci¨®n en la distribuci¨®n de competencias entre Gobierno central, auton¨®mico y local. Espa?a es el pa¨ªs de la Uni¨®n Europea en el que m¨¢s claramente se evidencian los problemas de coordinaci¨®n entre los diferentes gobiernos, porque no responde a criterios de Estado centralista, como Francia, ni tampoco a modelos del federalismo cooperativo alem¨¢n o asim¨¦trico belga.
El resultado es la inexistencia de mecanismos institucionales claros a la hora de desarrollar pol¨ªticas p¨²blicas. Investigaci¨®n, infraestructuras, pol¨ªtica hidr¨¢ulica, puertos, aeropuertos, pol¨ªtica territorial, desarrollo de grandes programas europeos... Creo que la ausencia de dispositivos institucionales es m¨¢s grave, en muchos casos, que la disponibilidad presupuestaria.
La relaci¨®n de graves deficiencias que, en todo caso, deben acometerse en un futuro pr¨®ximo, no acaba aqu¨ª. Destaco tres, en las que coincido con Maragall, que me parecen m¨¢s importantes: a) la imprescindible reforma constitucional del Senado para convertirla en una aut¨¦ntica c¨¢mara de los gobiernos aut¨®nomos, b) la puesta en marcha de un sistema de financiaci¨®n que responda a un modelo federal y propicie un acercamiento de los rendimientos diferenciales -con independencia del sistema- del r¨¦gimen com¨²n y del r¨¦gimen foral y c) el establecimiento de formas de representaci¨®n de los gobiernos aut¨®nomos en instancias europeas, cuando ¨¦stas deciden sobre cuestiones en las que los gobiernos regionales tienen competencias exclusivas, tal como lo han resuelto Alemania o B¨¦lgica, o incluso Gran Breta?a o Portugal.
Pero aunque todas estas cuestiones estuviesen resueltas, culminado satisfactoriamente el proceso de descentralizaci¨®n pol¨ªtica y resueltos los serios desajustes de funcionamiento en el Estado auton¨®mico, seguir¨¢ subsistiendo el desaf¨ªo constitucional de la regulaci¨®n de la plurinacionalidad. Y seguiremos asistiendo a la puesta en escena de un desencuentro, sea en Barcelona, en M¨¦rida, o en Santiago de Compostela, sobre la necesaria acomodaci¨®n plena y estable de las nacionalidades, que en palabras de Requejo, con quien coincido, implica que "los ciudadanos de las distintas colectividades nacionales se sientan c¨®modos en las estructuras del Estado federal en el que se insertan, no s¨®lo en t¨¦rminos de eficiencia o estabilidad, sino tambi¨¦n en terminos de identidad o autoestima". Progresar, en definitiva, hacia un federalismo asim¨¦trico. S¨®lo sobre estas bases se podr¨¢ producir el encuentro, todav¨ªa posible, que evite otros escenarios que se sit¨²an en planos diferentes al que aqu¨ª se comenta.
Joan Romero es catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Humana en la Universidad de Valencia.
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