Comparar
En la cr¨ªtica sobre la complacencia y alentamiento de la violencia y que unos ya no son dem¨®cratas y que solo hay v¨ªctimas o verdugos, deber¨ªamos de meter un poco de orden. Las v¨ªctimas merecen no solo nuestro respeto, sino tambi¨¦n nuestro apoyo, lo que conlleva evidentemente a despreciar a los que ejercen de verdugos y a aquellos que alientan las acciones de los verdugos. Pero la ¨²nica divisi¨®n posible del mundo no es la que se establecen las v¨ªctimas. Se puede estar cerca de la v¨ªctima y ofrecerle apoyo moral y material, y se puede coincidir con la v¨ªctima en que la causa directa de su sufrimiento la tiene el verdugo correspondiente.
Pero no es necesario coincidir con la v¨ªctima en cuales son las cadenas causales que determinan o alientan las acciones del verdugo y por tanto en cuales son los remedios pol¨ªticos, policiales, discursivos que hay poner en practica para que desaparezcan los verdugos. Y esa falta de coincidencia no supone que no se apoye a las v¨ªctimas; que se pase de ellas. La v¨ªctima podr¨¢ tratar de convencernos de que nuestros remedios son menos adecuadas que los suyos para lograr el objetivo de curar sus agravios, pero no puede afirmar que por no convencernos, no compartimos esos objetivos.
Por otro lado sentirse concernido por otros sufrimientos o por otras injusticias no implica abandono de esas v¨ªctimas. El proceso reflexivo es tambi¨¦n aplicable a las relaciones entre PNV y EH. Se dice que el PNV esta perdiendo su perfil democr¨¢tico porque establece alianzas pol¨ªticas con partidos que no son democr¨¢ticos porque no condenan la violencia. La cr¨ªtica merece dos consideraciones. La primera hace referencia a lo expreso. El PNV manifiesta su rechazo a la violencia y adem¨¢s afirma que su relaci¨®n con EH busca la democratizaci¨®n de esta formaci¨®n empuj¨¢ndole a abandonar a ETA. Desde el discurso literal, el PNV no solo se define como dem¨®crata sino que adem¨¢s pretende potenciar la democracia a trav¨¦s de tal alianza. Sin embargo -nos dicen- en la pr¨¢ctica y al margen de lo que diga el PNV, sus alianzas pol¨ªticas han favorecido, han intensificado la violencia y por consiguiente son objetivamente antidemocr¨¢ticas. Rebatir esta critica exige comparar. Comparar si exist¨ªa menos violencia y por tanto m¨¢s democracia antes, cuando el PNV no practicaba esta pol¨ªtica de alianzas. La comparaci¨®n presenta resultados bastante claros. Antes exist¨ªa m¨¢s kale borroka que ahora; antes ETA mataba mucho m¨¢s que ahora, y antes la antidemocr¨¢tica cultura de la violencia estaba m¨¢s legitimada en la medida que ahora tal deslegitimaci¨®n tambi¨¦n ha penetrado, al menos en parte, en el nacionalismo radical. Y desde la dimensi¨®n procedimental democr¨¢tica no parece que antes existiesen decisiones pol¨ªticas m¨¢s mayoritarios que ahora.
Lo cual pod¨ªa llevarnos a la conclusi¨®n de que el PNV de Ajuria Enea era menos democr¨¢tico que el PNV de Lizarra. La conclusi¨®n puede ser excesiva. Pero no lo es afirmar que su pol¨ªtica actual equilibra m¨¢s a favor de la democracia su tensi¨®n, su confrontaci¨®n con la violencia. Afirmaci¨®n que por supuesto se puede rebatir, pero preferiblemente aportando hechos. Y compar¨¢ndolos.
A no ser que se considere que el PNV es menos democr¨¢tico porque propone m¨¢s soberan¨ªa para el Pa¨ªs Vasco. Aunque no creo que a nadie se le ocurra plantear semejante dislate. No creo.
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