La expulsi¨®n de Ayala rompe al Atl¨¦tico El Espanyol saca un empate del Calder¨®n, que carga con dureza contra Ranieri

ATL?TICO 1-ESPANYOL 1Lo que arranc¨® de forma prometedora para el Atl¨¦tico, con los mejores futbolistas juntos en una misma alineaci¨®n y Kiko pellizcando el murmullo de la grada tras una jugada enorme, muri¨® fatal para los rojiblancos, con otro empate en el cogote, la sensaci¨®n de que fue el Espanyol el que m¨¢s se acerc¨® a la victoria y lo que es m¨¢s grave, con el portazo definitivo de la hinchada a un t¨¦cnico al que no soporta m¨¢s. El Calder¨®n contest¨® con una estruendosa bronca cada intervenci¨®n de Ranieri sobre el partido. Nunca pudo el italiano con los acontecimientos que se le fueron viniendo encima. Sobre todo con la expulsi¨®n de Ayala, tras la cual el Atl¨¦tico no s¨®lo dilapid¨® su ventaja -que se gan¨®, claro, con un zambombazo de Hasselbaink-, sino que se qued¨® literalmente en manos del rival, que pareci¨® condescendiente.La reacci¨®n del entrenador ante ese percance -mandar a la caseta a Valer¨®n para dar entrada a Gaspar- fue interpretada por la afici¨®n como una provocaci¨®n. Ranieri ten¨ªa esta vez coartada: Valer¨®n apenas hab¨ªa tenido presencia en el juego y el agujero de Ayala necesitaba un remedio de urgencia. Y aunque la decisi¨®n conspir¨® contra el gusto de los seguidores rojiblancos, que han convertido precisamente a Valer¨®n en el s¨ªmbolo de sus diferencias frontales con Ranieri, lo peor de la maniobra no estuvo ah¨ª. M¨¢s nocivo result¨® que Gaspar se instalara como central izquierdo -la jugada siempre le pillaba a contrapi¨¦ y le obligaba a realizar unos escorzos de caricatura para acomodarse el bal¨®n a su pie bueno-, que Santi se mantuviera como lateral derecho -y regalara ofensivamente ese costado- y que Aguilera reposara en el banquillo. Lo cierto es que dos minutos despu¨¦s del descanso, el Atl¨¦tico firm¨® su sentencia de muerte. Ayala cometi¨® una falta innecesaria, se gan¨® su segunda amonestaci¨®n y dej¨® al Atl¨¦tico a la intemperie.

No es que antes lo hubiera hecho mucho mejor el conjunto rojiblanco, pero en igualdad num¨¦rica s¨ª supo ponerse el duelo de su parte. Y eso que el ruido de campanas de su alineaci¨®n -Kiko, Solari, Valer¨®n y Baraja juntos, con Bejbl en el banquillo- no surti¨® los efectos esperados. Trajo una jugada maravillosa de Kiko nada m¨¢s salir -un desborde, un t¨²nel inolvidable sobre Crist¨®bal y un remate ajustado, ya frente a Cavallero, que roz¨® el palo- y dos o tres buenas asociaciones, pero poco f¨²tbol. Valer¨®n comenz¨® perdido por el centro, y m¨¢s o menos as¨ª sigui¨® cuando a la media hora cambi¨® de posici¨®n con Baraja y se fue hacia la derecha. Y el partido camin¨® siempre descontrolado y parejo, con muchas imprecisiones, mucho barullo, mucho enredo.

El gol lleg¨® para los de casa por el factor Hasselbaink, un tipo que aporta poco al juego pero mucho al marcador, pero tantos m¨¦ritos para ver puerta hizo el Espanyol. Ben¨ªtez meti¨® en problemas al Atl¨¦tico -lleg¨® a provocar en una jugada la expulsi¨®n de Molina, pero el ¨¢rbitro dej¨® el lance en amarilla- hasta que se lesion¨®, Molina tuvo que intervenir ante alg¨²n remate envenenados y De Lucas incomod¨® con su electricidad por entrel¨ªneas... Pero el que marc¨® fue Hasselbaink.

Luego lleg¨® el descanso y nada m¨¢s volver, la expulsi¨®n de Ayala. O sea, la defunci¨®n del Atl¨¦tico: los irritantes cambios de Ranieri -Valer¨®n por Gaspar, luego Bejbl por Solari-, el total desplome rojiblanco, el extraordinario gol de Tamudo y el posterior gobierno, aunque escaso de ambici¨®n, del Espanyol. Y no pas¨® m¨¢s. Bueno s¨ª, el cabreo del Calder¨®n, que no quiere a Ranieri.