Un crimen privado
Crimen de un pol¨ªtico, de un servidor de lo p¨²blico, pero al tiempo crimen en el que prevalece la l¨®gica del grupo privado; crimen ejecutado por razones prepol¨ªticas o quiz¨¢s ya postpol¨ªticas. ETA mata porque odia a su v¨ªctima o al grupo representado por su v¨ªctima; o porque quiere vengarse por lo que la v¨ªctima ha dicho de ETA o de los que ella considera como suyos; o porque as¨ª trata de desagraviar supuestas ofensas causadas por la v¨ªctima a ETA o a los suyos; o porque, sin m¨¢s, cree que si ella mata, los amigos de la v¨ªctima tendr¨¢n miedo y no le perseguir¨¢n ni a ella ni a los suyos. Como puede observarse, el asesinato como colof¨®n de exquisitas reflexiones pol¨ªticas.Es momento de recordar el comunicado de ruptura de la tregua, donde ETA decid¨ªa volver porque se sent¨ªa enga?ada por el PNV, porque estaban enfadados, porque se les hab¨ªa tratado mal y como se sent¨ªan maltratados y burlados, pues decid¨ªan volver a matar. De ellos no se r¨ªe nadie. Como se deduce, el crimen como consecuencia de sutiles matizaciones pol¨ªticas.
Este es un referente fijo a la hora de empezar -de volver empezar- a considerar eventuales salidas a esta situaci¨®n. Es un punto de partida que nos advierte que, sin ning¨²n otro cambio en ninguna otra variable del problema, ETA no va abandonar sus acciones por razonamientos pol¨ªticos, por hacerle ver que lo que hacen va en contra de sus supuestos objetivos pol¨ªticos. Ni siquiera parece posible que lo deje a cambio de ciertos cambios pol¨ªticos, porque siempre existir¨¢n para ellos buenas razones personales (odios, agravios, insultos, persecuciones) para seguir matando.
El dato nos sit¨²a en un terreno b¨¢sicamente cultural y muy poco pol¨ªtico, donde priman sobre todo emotivas formas de concebir y vivir la realidad. Y es en ese terreno donde aquellos -Herri Batasuna- que pueden al menos ser escuchados por ETA deber¨ªan decirles que sus muertes son, por supuesto, pol¨ªticamente in¨²tiles, pero sobre todo que no quieren ser vengados, que si se consideran agraviados ellos responder¨¢n, con la palabra y con la acci¨®n pol¨ªtica, a esos agravios. Y deber¨ªan decirles que su opci¨®n por la muerte les llevar¨¢ a dejar de estar con ellos en la comunidad que hoy comparten. Y si ello ocurre sus acciones perder¨¢n su connotaci¨®n grupal, aparecer¨¢n como desafectadas de cualquier reconocimiento de sus ya ex leales. Ser¨¢n actos radicalmente aislados, solitarios. En esa situaci¨®n, s¨ª podr¨ªa iniciarse un cese definitivo de la actividad de ETA.
Reto dif¨ªcil, porque se trata de disolver una relaci¨®n comunitaria precisamente en aquellos lazos no solo habitualmente m¨¢s duros de romper , sino en los que hoy, de hecho, se sostiene -y casi solo se sostiene por ellos- la comunidad del nacionalismo radical: las lealtades, los afectos, asentadao a su vez en una determinada y excluyente forma de ver y proponer el mundo.
Para que los civiles quieran y puedan irse de esa comunidad, resulta imprescindible que reconstruyan, con otros anclajes culturales, su identidad y sus solidaridades. Para ello resulta imprescindible un cambio profundo, un cambio consistente en creer que los objetivos pol¨ªticos, el poder de un idea y su expansi¨®n, se consiguen mejor desde la libertad en la confrontaci¨®n pol¨ªtica que blind¨¢ndola (con el discurso de la esencia) frente a las dem¨¢s y protegi¨¦ndola con la venganza.
Y esas nuevas creencias solo son posibles si desde otros espacios pol¨ªticos y sociales se les trasmite y testimonia las virtudes y ventajas de ese convencimiento. Y mejor todav¨ªa si en lo posible se practica junto a ellos esa nueva -para ellos- cultura. Este es el reto. Y posiblemente una v¨ªa para acercase a la soluci¨®n del problema. Estoy seguro que las hay mucho mejores Soluciones en las que el cese de la violencia no implique menoscabo de la democracia. Estoy seguro. Pero ser¨ªa de agradecer que las explicasen. Los que las conocen.
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