Una antol¨®gica de Norman Rockwell recorre con nostalgia Estados Unidos El Guggenheim de Nueva York 'perdona' al pintor que se identifica con la utop¨ªa
Una retrospectiva de Norman Rockwell -el pintor de la cara amable de la sociedad norteamericana, el artista que encarna la imagen que el pa¨ªs y sus ciudadanos tienen de s¨ª mismos como cultura ejemplar y tierra de promisi¨®n- va a estar recorriendo Estados Unidos durante dos a?os largos convertida en espejo de una naci¨®n que mira con nostalgia a un pasado sencillo que no ha de volver. La muestra supone el reconocimiento art¨ªstico de un pintor cuya perfecci¨®n y conservadurismo formales le ganaron el absoluto desprecio de las vanguardias.
Prueba de esa consagraci¨®n es que la gira del llamado Pintor del Pueblo concluir¨¢, a caballo del 2001 y 2002, en el Guggenheim de Nueva York. Robert Rosemblum, responsable de arte del siglo XX en el Guggenheim, reconoce en el cat¨¢logo que siempre estuvo predispuesto contra Rockwell hasta su conversi¨®n paulina de 1996 cuando acudi¨® a Stockbridge no a ver la obra del artista, sino a visitar el nuevo Museo Norman Rockwell por su valor arquitect¨®nico. "Me pas¨¦ de inmediato al enemigo", escribe.El periplo comenz¨® en Atlanta (Georgia), donde una exposici¨®n que se pensaba iba a atraer a unos cuantos miles de personas hizo pasar por taquilla en tres meses a m¨¢s de 240.000. Ahora acaba de llegar a Chicago y de inmediato ha sido visitada por miles de entusiastas, j¨®venes y mayores. "Toca la sencillez de la vida", comentaba el s¨¢bado una mujer a punto de entrar en la madurez. "Vivimos en un mundo de electr¨®nica y barullo y olvidamos lo maravillosamente sencilla que puede ser la vida". Otro visitante mayor daba directamente en el clavo de lo que para muchos es Rockwell. "El arte es algo que te tiene que decir algo. Lo que hizo Picasso se puede tirar a la basura. Los cuadros de Rockwell se entienden".
Como Frank Capra
La muestra se abre con una cita de Rockwell: "La vida que reflejo en mis pinturas excluye lo s¨®rdido y lo feo. Pinto como me gustar¨ªa que fuera". A lo que Maureen Hart, comisaria de la exposici¨®n y conservadora jefe del Museo Norman Rockwell de Stockbridge (Massachusetts), apostilla: "Y como los americanos querr¨ªan que fuera y como se ve¨ªan: justos, trabajadores y honrados". Una versi¨®n en lienzo de lo que Frank Capra hizo en cine.
Rockwell (1894-1978) fue coet¨¢neo de Edward Hopper (1882-1967) y en Chicago se ven los mundos diferentes que ambos habitaban. En las paredes del Art Institute, uno de los grandes museos del mundo, cuelga el emblem¨¢tico cuadro Los noct¨¢mbulos, obra maestra de un Hopper que retrata la vida dura, deprimida y deprimente de la gran ciudad, justo lo contrario de la visi¨®n edulcorada de un Rockwell que fue un fen¨®meno social de primera magnitud desde los a?os treinta hasta los sesenta. Sus portadas en el semanario The Saturday Evening Post eran esperadas con ansiedad por millones de norteamericanos, que en sus casas ten¨ªan calendarios de los Boy Scouts ilustrados siempre por Rockwell. Como hace notar el cat¨¢logo de la exposici¨®n, miles de millones de miradas se posaban cada d¨ªa en las im¨¢genes de Rockwell hasta fundirlo con el alma americana.
En los m¨¢s de 70 cuadros y 322 portadas de The Saturday Evening Post que contiene Norman Rockwell. Pinturas para el pueblo norteamericano se ven los hitos del siglo XX en la sociedad estadounidense, desde la llegada de la televisi¨®n a la llegada del hombre a la Luna, incluidas las dos guerras mundiales o las cuatro telas que reflejan las cuatro libertades de que habl¨® Franklin D. Roosevelt, libertad de expresi¨®n, libertad de culto, libres del miedo y libres de necesidades, este ¨²ltimo m¨¢s conocido como el cuadro de Thanksgiving, la m¨¢s importante fiesta de Estados Unidos, por ello, una vez m¨¢s el pintor metido hasta el fondo en el esp¨ªritu de una naci¨®n, generaci¨®n tras generaci¨®n.
La ambig¨¹edad de Rockwell, a quien se puede considerar como pintor-ilustrador y tambi¨¦n como el notario gr¨¢fico de una ¨¦poca, queda puesta de manifiesto en el lugar en que se ofrece esta muestra, la Chicago Historical Society, un museo de historia, el ¨²nico de ese tipo de los siete que van a mostrar hasta el 2001 la obra del artista.
Rockwell no era un pintor politizado, pero se pronunci¨® contra la bomba nuclear y fue activo en la lucha por los derechos civiles de los a?os sesenta. El director de The Saturday Evening Post, George Horace Lorimer, "que era muy liberal, me dijo que nunca pintara a negros salvo como sirvientes", dijo Rockwell a?os despu¨¦s de dejar el semanario.
Sociedad torturada
Liberado en 1963 de las trabas de Lorimer, el pintor de la perfecta utop¨ªa pudo ofrecer de inmediato una visi¨®n menos edulcorada de Estados Unidos. En 1964 pint¨® El problema con el que todos vivimos, la historia de Ruby Bridges, una ni?a que durante meses tuvo que ir al colegio en Nueva Orleans acompa?ada por cuatro polic¨ªas que la proteg¨ªan de quienes protestaban contra el fin de la segregaci¨®n racial en el sur. La escolta de la peque?a y un tomate estrellado contra la pared en la que se puede leer el insulto "Nigger" dan cuenta de una sociedad torturada. Hoy ese cuadro ilustra los cap¨ªtulos en que los ni?os norteamericanos estudian la historia contempor¨¢nea de su pa¨ªs.
Maureen Hart est¨¢ de acuerdo en que no todo Rockwell aguanta el paso del tiempo, aunque encuentra obras, interiores con ecos de Vermeer, que est¨¢ segura de que quedar¨¢n por su valor pict¨®rico. "Rockwell puede haberse debatido angustiosamente entre si era m¨¢s un ilustrador que un pintor, pero su mejor obra, como esa revelaci¨®n de un odioso secreto norteamericano , convierte tal jerarquizaci¨®n en tan irrelevante como el viejo prejuicio de que la fotograf¨ªa es un arte inferior a la pintura", escribe Robert Rosemblum. Rockwell ha sido perdonado.
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