McCain obliga a los republicanos a cambiar
En una extra?a combinaci¨®n de circunstancias, la clamorosa y desenfrenada econom¨ªa estadounidense ha convertido las primarias presidenciales de este invierno en la batalla preelectoral m¨¢s intensa de los ¨²ltimos 50 a?os, desde que el popular h¨¦roe de guerra, el general Dwight D. Eisenhower -hasta ese momento ajeno a la pol¨ªtica-, apart¨® al candidato oficial y conservador del Partido Republicano, Robert Taft, y acab¨® ganando las elecciones con un programa moderado.Tradicionalmente, el Partido Republicano es el que pretende enriquecer a las grandes empresas, pero Clinton, que ha colocado al Partido Dem¨®crata en una posici¨®n justo a la izquierda del centro, ya las ha enriquecido, hasta un punto casi peligroso y a una velocidad sin precedentes. Num¨¦ricamente, dem¨®cratas e independientes superan a los republicanos; no existen enemigos en las proximidades, no hay guerra fr¨ªa ni comunistas, y los viejos estudiantes rebeldes se encuentran ahora en Wall Street. La importancia de la campa?a del senador John McCain supera con mucho lo que haga en las primarias del 7 de marzo, porque ha conseguido que la pol¨ªtica norteamericana deje de centrar su atenci¨®n en la sensibler¨ªa de los "valores familiares" -una expresi¨®n en clave que oculta el extremismo de derechas- y pase a ocuparse de problemas reales.
Mal genio
S¨®lo alguien que sobrevivi¨® a las torturas de una prisi¨®n vietnamita y posee sus credenciales pod¨ªa llevar a cabo este ataque frontal contra la derecha religiosa y llamar a sus miembros directamente "fuerzas diab¨®licas". El lenguaje de McCain es cultivado; dice, en broma, que acepta a todos los votantes, incluso a trotskistas. De joven fue un chico temerario cuyos h¨¦roes eran Marlon Brando y Jimmy Dean, y luego se convirti¨® en un conservador peculiar y de mal genio, poco querido por los militantes del Partido Republicano.
De la noche a la ma?ana, ha capturado la imaginaci¨®n de los norteamericanos; a ello ha contribuido el hecho de que sus acciones recordaban a la de uno de nuestros m¨ªticos modelos cinematogr¨¢ficos, el representado por Gary Cooper y Jimmy Stewart en Mr. Deeds goes to town y Mr. Smith goes to Washington : el intruso que, contra todas las expectativas, llega a Washington y les dice a los peces gordos lo corruptos que son. Al mismo tiempo, tiene la experiencia del que lleva 20 a?os en el Senado; sabe d¨®nde est¨¢n todos los esqueletos.
La importancia de las diferencias entre norte y sur, que est¨¢ apareciendo de pronto en la campa?a, es consecuencia de problemas no resueltos desde la ¨¦poca de la Guerra de Secesi¨®n. Desde la derrota del sur (Lincoln era republicano) hasta el movimiento de los derechos civiles en los a?os sesenta, los dixiecrats, los dem¨®cratas del sur , permanecieron fieles al partido. Roosevelt, absorbido en la II Guerra Mundial, dej¨® al sur en paz, y el sur no se entrometi¨® en la pol¨ªtica nacional. Cuando el presidente Lyndon Johnson, dem¨®crata de Tejas, firm¨® en 1965 la ley de los derechos civiles, que convert¨ªa en ley federal la integraci¨®n racial y el derecho de los negros al voto, sab¨ªa que su partido acababa de despedirse del voto dixiecrat: el sur se hizo republicano. Desde 1980, cuando el presidente Reagan dio voz a la derecha religiosa, han ido transform¨¢ndose, cada vez m¨¢s, en el motor del partido.
Los ¨²nicos dem¨®cratas que han sido elegidos presidentes desde entonces, Carter y Clinton, son sure?os que entienden el sur. Al ser dem¨®cratas, no ten¨ªan el lastre de la derecha religiosa, pero s¨ª sab¨ªan c¨®mo moverse en su propio territorio. Cuando Clinton dijo "he pecado" irrit¨® al norte, que quer¨ªa que dijera que, desde el punto de vista legal, era culpable; pero esta gente no entendi¨® que estaba hablando el lenguaje del sur, que su lado m¨¢s brillante es la capacidad de hablar los dos idiomas.
El gran error del norte fue creer que, cuando el sur aceptase la integraci¨®n de los negros, el problema estar¨ªa resuelto. Desde luego, ya no existen los asesinatos de negros que se suced¨ªan en el este de Tejas a principios de los sesenta, cuando estuve viviendo all¨ª un tiempo porque a mi marido, profesor de Derecho, le hab¨ªan enviado para ayudar a hacer respetar la ley federal sobre la integraci¨®n; pero sigue habiendo otros problemas. Los l¨ªderes tradicionales del Partido Republicano, urbanos y del norte, no ten¨ªan ni idea de que la religi¨®n iba a tener tanta importancia en la campa?a. Todo lo que vieron al principio fue que, dado que el mensaje del "amor con mano dura" de la derecha radical hab¨ªa sido un completo desastre en las dos ¨²ltimas elecciones, quiz¨¢ pod¨ªan intentar robarle a Clinton parte de su atractivo en la franja m¨¢s moderada y probar con el lema de George W. Bush del "amor compasivo", respaldado por unas arcas de 71 millones de d¨®lares (12.000 millones de pesetas) para la campa?a. Aunque algunos republicanos de Nueva York se quejaron de que Bush resultaba empalagoso (traducci¨®n: no demasiado brillante), sus discretos art¨ªculos quedaron relegados, sobre todo, a las p¨¢ginas de opini¨®n.
Derecha religiosa
No todo el sur ni todo Tejas pertenecen a la derecha religiosa; a su propaganda extremista le falta un cauce apropiado. Se cre¨ªa que los prejuicios contra los cat¨®licos (inmigrantes irlandeses e italianos) se hab¨ªan superado en 1960 con la elecci¨®n del presidente Kennedy, el primer cat¨®lico en el cargo. Pero ahora George W. Bush va a tener que hacer algo m¨¢s que disculparse con el arzobispo de Nueva York por aparecer en la Universidad Bob Jones, de Carolina del Sur, que proh¨ªbe las parejas interraciales y predica que los cat¨®licos constituyen un culto sat¨¢nico. Aunque la direcci¨®n del partido siga apoy¨¢ndole y obtenga los delegados necesarios en las primarias, en las elecciones nacionales gran parte del voto cat¨®lico indeciso ir¨¢ a parar a los dem¨®cratas.
Por supuesto, en las pr¨®ximas semanas, McCain dar¨¢ a conocer los detalles de la campa?a difamatoria de Carolina del Sur. Ya conocemos la calumnia de que tiene un hijo negro (su mujer y ¨¦l tienen adoptado a un hu¨¦rfano de Bangladesh). Cuando Henry Cisneros era alcalde de San Antonio, en Tejas, le pregunt¨¦ por qu¨¦ consent¨ªa en someterse a las "veladas de responsabilidad" de la derecha religiosa, una extra?a costumbre en la que el candidato debe contestar a todo tipo de preguntas religiosas para que, despu¨¦s, esos sacerdotes laicos comprometan el voto de su congregaci¨®n en bloque. Y le pregunt¨¦ por qu¨¦ toleraba sus im¨¢genes de propaganda con fetos muertos. Cisneros, un hombre moderado, se encogi¨® de hombros con aire avergonzado.
De aqu¨ª a diez a?os, California tendr¨¢ un 40 % de morenitos; personas de origen racial mixto. Nueva York est¨¢ gobernada por una s¨®lida coalici¨®n de cat¨®licos italianos e irlandeses, jud¨ªos, negros, "protestantes progresistas" (otro grupo al que se critic¨® en la Universidad de Carolina del Sur) y, en menor medida, hispanos. Ambos Estados tienen enorme importancia electoral. Aunque McCain no logre la candidatura, es posible que, a largo plazo, sus actuaciones obliguen al Partido Republicano a hacerse m¨¢s moderado
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