LUIS PIZARRO MEDINA El poder sin ambici¨®n
El barullo de un grupo de polic¨ªas locales, enfadad¨ªsimos con el Gobierno andaluz, llega hasta el despacho del secretario regional de Organizaci¨®n del PSOE. Hac¨ªa tiempo que nadie iba a protestar a la sede socialista de la calle San Vicente, en Sevilla. Conforme los gritos arrecian, un colaborador avisa a Luis Pizarro de que han cerrado las puertas. "No tiene sentido, dile que las abran y que, si quieren, puedo recibir a una delegaci¨®n", replica.A Luis Pizarro Medina (Alcal¨¢ de los Gazules, C¨¢diz, 1947), casado, dos hijos, no le gusta el atrincheramiento pol¨ªtico: "En un momento determinado pecamos de cierta prepotencia, yo le doy una importancia tremenda al contacto con los ciudadanos". Contra su timidez proverbial, blande dos armas: las gafas y la sonrisa. Con los anteojos, am¨¦n de su utilidad obvia, juega a la defensa. Las deja reposar sobre la mesa durante las conferencias de prensa y, en el turno de preguntas, se las coloca de nuevo, como si se parapetase tras ellas.
La sonrisa, adem¨¢s de un gesto espont¨¢neo, se ha convertido en un arma ofensiva, aun sin premeditaci¨®n, para despertar la complicidad del contrario. Pizarro curva los labios en una fin¨ªsima l¨ªnea ascendente, toma aire y dice: "Utilizaremos el merchanday, es una palabra que me cuesta mucho trabajo". Y con la sonrisa y ese aire campechano de Alcal¨¢ de los Gazules arranca risas de acompa?amiento, que con otro podr¨ªan ser de rechifla.
Lo m¨¢s llamativo del entorno de Luis Pizarro es la desnudez. Si ma?ana abandonase la secretar¨ªa de Organizaci¨®n del PSOE andaluz, no tardar¨ªa ni cinco minutos en recoger sus objetos personales del despacho. S¨®lo la cartera del Senado y las gafas de sol despuntan entre papeles y distintivos del partido como algo puramente intransferible. Como si no le costase trabajo despedirse de un espacio que ocupa desde 1994, al igual que no le supone sacrificio alguno madrugar a diario para desplazarse de C¨¢diz hasta Sevilla: "Lo que me cuesta trabajo es no dormir en mi casa".
A Pizarro y otros como Alfonso Perales o Jos¨¦ Luis Blanco, que luego se conocer¨ªan como el clan de Alcal¨¢ de los Gazules, les abri¨® los ojos un electricista sevillano -Antonio Guerrero- que militaba en el PSOE y la UGT en tiempos en que la afiliaci¨®n era un acto que rozaba el hero¨ªsmo. El electricista lleg¨® al pueblo gaditano para trabajar en unas viviendas sociales y se interes¨® por aquel grupo de j¨®venes que le¨ªan Triunfo y Cuadernos para el Di¨¢logo y jugaban al ajedrez.
Pizarro dud¨® un tiempo entre seguir la tradici¨®n familiar, de un arraigado anarquismo, y las tesis de Pablo Iglesias. En 1972 zanj¨® el debate y se afili¨® al PSOE, las mismas siglas bajo las que estren¨® su primer cargo institucional en democracia (concejal en C¨¢diz, en 1979). De la militancia clandestina datan sus primeros encuentros con Gonz¨¢lez y Guerra. La primera vez que visitaron Alcal¨¢ de los Gazules Felipe Gonz¨¢lez y Carmen Romero salieron con el Seat cargado de melones. Ni los a?os ni la vida urbana le han borrado el aire de campechaner¨ªa rural, adquirido en su pueblo: "Me fui en 1973 a C¨¢diz y me adapt¨¦ perfectamente, pero me gusta c¨®mo se vive en los pueblos y la cercan¨ªa de la gente".
Esa llaneza, propia de los ambientes rurales, preside los h¨¢bitos del dirigente socialista, que huye de los oropeles sociales tanto como de las decisiones precipitadas (en c¨ªrculos period¨ªsticos le dicen Don Prudente). Pizarro, que aspira a revalidar en el Parlamento auton¨®mico un esca?o por C¨¢diz que estren¨® en 1986, disfruta en los fogones de su casa -acostumbra a cocinar para su familia los fines de semana-, y con el h¨¢galo usted mismo del bricolaje. Le gusta el f¨²tbol, aunque de forma m¨¢s desapasionada que en los tiempos en que segu¨ªa al equipo local por los pueblos.
Siente p¨¢nico ante el agua, pero le gusta mojarse en la organizaci¨®n interna. "Se habla de los aparatos de manera peyorativa, pero son necesarios para desarrollar el trabajo y las decisiones de los congresos", defiende. Lleg¨® al coraz¨®n org¨¢nico del PSOE andaluz en un momento complicado, "el peor desde el punto de vista pol¨ªtico e interno". Los a?os "duros", dice, le han servido para aprender "a ser consecuente" con su manera de entender hoy el partido, un organismo plural y m¨¢s participativo: "La suma de las inteligencias de muchas personas vale m¨¢s que una sola inteligencia".
Tiene un poder evidente que se apa?a para no hacer visible e incluso minimiza: "No me siento la mano derecha ni la izquierda de Chaves; con Manolo llevo desde el 77 y creo que, adem¨¢s de compa?eros, hemos cultivado una gran amistad".
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