"Los galeristas son anticuarios" RAM?N DE ESPA?A
Pregunta. He observado que en la puerta de tu apartamento hay una placa que pone Soucheiron.Abogado. Y ni te llamas Soucheiron ni eres abogado.Respuesta. Ganas de sembrar el desconcierto, supongo. Tengo otra igual en la puerta de mi estudio. No s¨¦ qui¨¦n era el tal Soucheiron. Igual se muri¨®, su viuda tir¨® las placas por la ventana y fueron a parar al suelo de la calle en que las encontr¨¦.
P. Me alegra ver que a¨²n sales a la calle. Aunque sea envuelto en ese inenarrable abrigo de color violeta.
R. No te metas con ese abrigo. Es un Versace que compr¨¦ en Nueva York hace a?os. Me sirve para introducir un poco de color en esta ciudad gris. ?Te has fijado en que todo el mundo va vestido de negro, de gris, de colores de un discreto que atufa? Eso dice mucho sobre esta ciudad... Yo a Toni Mir¨® le tengo mucho cari?o, pero creo que, en cierta medida, es responsable de que en Barcelona todo el mundo vaya vestido de cura seglar. Empez¨® vistiendo a los pol¨ªticos, luego se apuntaron los ejecutivos... Resultado: ?Sales a la calle y no hay m¨¢s que curas!
P. Tu ciudad siempre te ha deprimido, y no s¨®lo por la vestimenta de sus habitantes.
R. Es cierto. Supongo que se debe a ese esp¨ªritu peque?oburgu¨¦s que lo impregna todo. Barcelona es un decorado precioso en el que no sucede gran cosa. Como ciudad de provincias hay que reconocer que es de las m¨¢s agradables, pero deber¨ªamos perder esos humos de gran metr¨®polis que no se ajustan a la realidad.
P. ?Alguien te compra alguna pieza en tu ciudad?
R. Con cuentagotas. Ahora el Macba me ha comprado Voy a hacer de m¨ª una estrella. ?Veinticinco a?os despu¨¦s de su realizaci¨®n! S¨ª, algo voy vendiendo, vivo de mi trabajo como artista... modestamente.
P. Hace unos a?os, con tu magna exposici¨®n en Santa M¨®nica, pareci¨® que, por fin, hab¨ªas triunfado.
R. Cada vez que monto una exposici¨®n grande creo, o quiero creer, que mi situaci¨®n mejorar¨¢. Pero la verdad es que, m¨¢s o menos, llevo 30 a?os en el mismo sitio. Supongo que lo que hago es de dif¨ªcil digesti¨®n. El arte que gusta es un arte pulcro, bien acabado y muy serio. O sea, que no cumplo ninguna de las cualidades requeridas. Mi obra tiene mala uva y sentido del humor. Est¨¢ deliberadamente mal acabada porque quiero que sea como la vida: deshilachada, un punto cutre. A la gente le gusta un arte que sea mono. Mira, hay una artista joven en Madrid, Sara Huete, que hace cosas como las m¨ªas pero m¨¢s monas, m¨¢s baratas, menos... ?ofensivas? Pues bueno, se ha hartado de vender en Arco mientras que yo no vend¨ªa absolutamente nada, y eso que llevaba alguna cosa de inter¨¦s. ?Has visto mi colecci¨®n de pistolas de cer¨¢mica? Mira, es este malet¨ªn. ?Qu¨¦ te parece?
P. Pistolas con la culata en forma de cuerno, de pene, de perrito de peluche... T¨ªo, la verdad es que me recuerda al instrumental delirante de Jeremy Irons en la pel¨ªcula de David Cronenberg Inseparables. Por cierto, ?fuiste a Arco?
R. Ni hablar. La ¨²ltima vez que fui me puse de un mal caf¨¦ tal que acab¨¦ carg¨¢ndome dos de mis piezas. En mi ausencia, s¨¦ que una se?ora de la limpieza se cepill¨® una con el mocho. Es una feria pretenciosa que me carga tremendamente. Pero se hace negocio, que es lo ¨²nico que interesa a los galeristas.
P. Cada vez se habla m¨¢s del bajo nivel de las galer¨ªas barcelonesas de arte contempor¨¢neo. ?Cu¨¢l es tu opini¨®n al respecto?
R. Tenemos unas galer¨ªas de arte contempor¨¢neo que en realidad son tiendas de antig¨¹edades. Nadie corre ning¨²n riesgo y lo que se expone es material viejo. El ¨²ltimo que intent¨® hacer bien su trabajo, Carles Poy, ya viste c¨®mo acab¨®: chapando su galer¨ªa. Nuestros galeristas tambi¨¦n est¨¢n impregnados del esp¨ªritu peque?oburgu¨¦s de esta ciudad. Son tenderos que cuidan a su clientela y le ofrecen cosas que no ofendan su sensibilidad. Y est¨¢n en su derecho, supongo. Quiz¨¢ es m¨¢s grave la actitud de las instituciones.
P. ?Crees que las cosas te habr¨ªan ido mejor si te hubieras quedado en Nueva York en vez de visitar esa ciudad de vez en cuando?
R. Tal vez s¨ª.
P. Nuestro com¨²n amigo Francesc Torres mantiene que no se puede ir a Nueva York como turista, que hay que quedarse y aguantar hasta que las cosas piten.
R. Bueno... ?l fue con becas, se lo mont¨® muy bien. A m¨ª me hubiera tocado hacer de camarero y francamente... Como bien sabes, lo de trabajar y pasar privaciones nunca ha ido conmigo.
P. ?ltimamente has flipado mucho con Valencia, ?no?
R. Me encanta la desfachatez de los valencianos, su carencia de pudor y de discreci¨®n. En el 2002 me montar¨¢n una magna retrospectiva en el IVAM, y una vez m¨¢s pensar¨¦ que el ¨¦xito est¨¢ a la vuelta de la esquina. De momento, estoy encantado con la cer¨¢mica de Manises. Es tan horripilante que creo que puede ser un material estupendo para una serie de piezas art¨ªstico-humor¨ªsticas.
P. ?Qu¨¦ tal te ha ido con tus labores de escen¨®grafo para el nuevo montaje de Mario Gas, El criat?
R. Fatal: me echaron. A m¨ª me llam¨® mi amigo Blai Llopis y me puse a trabajar. Pero creo que no me miraban muy bien: demasiado art¨ªstico para el teatro, poca experiencia en el medio. Y, sobre todo, no ser uno de los suyos. Creo que a Mario no le gustaba tener otro artista en el asunto porque para artistas ya estaba ¨¦l. No me despidi¨® ¨¦l directamente, pero se las apa?¨® para que me echaran. Una l¨¢stima, pues me hab¨ªa quedado muy contento con los resultados. Hab¨ªa hasta efectos especiales: unas flores que mor¨ªan en directo. Lo peor es que mi nombre sigue saliendo en todas partes. ?A¨²n les voy a tener que demandar!
P. Siempre puedes intentar buscar al abogado Soucheiron.
R. O retirarme de una vez a mi casa de Colliure.
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