Reflexiones para la izquierda JORDI S?NCHEZ
Las elecciones del 12 de marzo han significado un desmentido rotundo a la idea de que la evoluci¨®n hacia escenarios peores no es posible. La izquierda mayoritaria est¨¢ pagando, b¨¢sicamente, por el error de creer que s¨®lo algunos gestos medi¨¢ticos bastar¨ªan para reconciliarse con la sociedad despu¨¦s de los errores cometidos en el pasado. El empe?o del PSOE de no abordar con profundidad su renovaci¨®n, aplicando cirug¨ªa donde m¨¢s necesidad hab¨ªa de regeneraci¨®n, ha dado como resultado la transformaci¨®n en amarga de una dulce derrota. La izquierda minoritaria espa?ola (IU) ha errado en el an¨¢lisis y la estrategia en los ¨²ltimos a?os, y s¨®lo un movimiento t¨¢ctico de ¨²ltima hora, posible gracias a las debilidades coronarias de su direcci¨®n, ha impedido da?os irreparables para la coalici¨®n. La izquierda espa?ola debe prepararse para una larga estancia en los bancos de la oposici¨®n. Nadie en su sano juicio puede prever que una mayor¨ªa absoluta de 183 esca?os menguar¨¢ en cuatro a?os para permitir el retorno de la izquierda a La Moncloa.En Catalu?a el resultado ha sido igualmente negativo para la totalidad de las fuerzas de izquierda. Es verdad que para quien quiera consolarse hay motivos para buscar en cada una de las formaciones una lectura de sus resultados parcialmente positiva. Pero esa posibilidad s¨®lo tiene sentido si sirve para que no se produzca un desmoronamiento en la moral de esas organizaciones. Es dif¨ªcil, con un retroceso de 400.000 votos, celebrar el hecho de haber obtenido la primera posici¨®n, o con 6.000 votos m¨¢s que los obtenidos en 1993 pensar que uno se encuentra en plena proyecci¨®n de popularidad y apoyos o creer que con sacar un esca?o que las encuestas no te otorgaban el futuro aparece reluciente. Las fuerzas de izquierda en Catalu?a deben afrontar con la misma profundidad que las izquierdas espa?olas su transformaci¨®n y la revisi¨®n de su estrategia, si no se quiere sucumbir nuevamente en las pr¨®ximas elecciones espa?olas ante CiU y el PP. La gran oportunidad que tiene la izquierda catalana respecto a la izquierda espa?ola es que tiene posibilidades de obtener una victoria en unas pr¨®ximas elecciones que le permita formar gobierno en Catalu?a. Pero las posibilidades s¨®lo son eso: posibilidades. Y en ning¨²n lugar est¨¢ escrito que el candidato que suceda a Pujol vaya necesariamente a retroceder en apoyos. Puede parecer razonable, pero no es seguro, y s¨®lo ser¨¢ seguro si durante los pr¨®ximos a?os la izquierda catalanista se pone manos a la obra y se propone obtener la mayor¨ªa social.
Hay un peligro inminente en parte de la izquierda catalana, especialmente en el PSC y tambi¨¦n, en menor medida, en IC-V, de dejarse tentar para intentar solucionar la crisis m¨¢s profunda de la izquierda espa?ola desde 1977. Si alguna suerte tiene hoy IC-V es que su emancipaci¨®n de IU en 1997 le ha evitado encontrarse gestionando la crisis del anguitismo. Y lo mismo ocurre en el PSC. Si una ventaja representa disponer de un partido propio y soberano es no verse en la obligaci¨®n de sacrificar m¨¢s de lo imprescindible en el proceso de regeneraci¨®n del socialismo espa?ol. En la medida en que Espa?a condiciona nuestra realidad social y cultural, todas las fuerzas de izquierda deben tener un proyecto para Espa?a, aunque ese proyecto sea el de la desintegraci¨®n del Estado tal y como hoy lo conocemos. Pero disponer de un proyecto para Espa?a no tiene por qu¨¦ supeditar el proyecto para Catalu?a. La mejor aportaci¨®n que la izquierda catalana puede hacer en los pr¨®ximos a?os a la izquierda espa?ola es alzarse con una victoria en Catalu?a. Y eso s¨®lo ser¨¢ posible si su principal prioridad, su campo de actuaci¨®n primordial, es Catalu?a.
Tampoco sirven ya los subterfugios para esconder la derrota que la izquierda viene cosechando. Uno de ellos es el t¨®pico de que la sociedad es mayoritariamente de izquierdas, como si con esa afirmaci¨®n no importara ya que los gobiernos sean de derechas. En primer lugar deber¨ªamos analizar el significado que tiene hoy que un ciudadano se ubique en un punto de una escala de posicionamiento donde un extremo representa la derecha y otro la izquierda. Pero en segundo lugar, suponiendo que sea cierto que la sociedad es mayoritariamente de izquierdas, deber¨ªamos plantearnos que en cualquier caso la sociedad no se equivoca en su comportamiento. Es decir, si la opci¨®n mayoritaria recae en formaciones que no son de izquierda no es por azar o por equivocaci¨®n debido a la ignorancia de los ciudadanos, sino porque esas formaciones de derecha o centro-derecha han sabido conectar con el sentir de la mayor¨ªa y han sabido ejercer un liderazgo pol¨ªtico, y hasta cierto punto cultural y moral, que la izquierda no ha sabido ejercer o mantener.
Despu¨¦s de un ciclo electoral tan intenso como el que Catalu?a ha vivido, las izquierdas catalanas deber¨ªan aceptar que cuando se dispone de un proyecto pol¨ªtico y cuando se transmite ilusi¨®n para servir desde las instituciones a la sociedad, los ¨¦xitos son posibles. En cambio, un proyecto realizado bajo m¨ªnimos y con vocaci¨®n m¨¢s de clandestinidad que de otra cosa, como el que ha representado la Entesa para el Senado, est¨¢ condenado al fracaso. Cualquier nuevo proyecto se debe sustentar en una organizaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s abierta, menos burocratizada y alejada de las din¨¢micas internas que tanto aburren y desalientan a la ciudadan¨ªa. Es posible que sea el momento de que las izquierdas catalanas pongan su empe?o en su refundaci¨®n m¨¢s que en la regeneraci¨®n. En ese sentido ser¨ªa un error de consecuencias incalculables para Catalu?a que Pasqual Maragall se viera implicado en la vor¨¢gine del futuro congreso del PSOE. Y tengo serias dudas de que la asunci¨®n por su parte de la primera secretar¨ªa del PSC no puede representar un lastre a las posibilidades de liderazgo de Maragall de ese espacio pol¨ªtico renovado que puede alzarse con la victoria en las pr¨®ximas elecciones catalanas. Ahora que viene un periodo de congresos, ser¨ªa necesario que no olvid¨¢semos que s¨®lo desde la asunci¨®n de la pluralidad de la izquierda y la aceptaci¨®n de su nacionalismo o catalanismo de intensidad variada se podr¨¢ ofrecer una alternativa ilusionadora para el futuro de nuestro pa¨ªs.
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