Smoke Police
Los ?ngeles, a?o 2000. Pedro Almod¨®var, cineasta madrile?o (con todos mis respetos al resto de la geograf¨ªa nacional, incluido Calzada de Calatrava), recibe un Oscar en Hollywood a la mejor pel¨ªcula en habla no inglesa por Todo sobre mi madre (cosa que no me creo, pues estoy convencida de que se lo han dado a ¨¦l, a Pedroooo, a toda su obra, y porque los dictadores norteamericanos de usos y costumbres han decidido -vaya a usted a saber por qu¨¦, ya nos iremos enterando- que ha llegado el momento oportunista). Al final de la ceremonia, Almod¨®var, su equipo y sus invitados celebran el triunfo en una discoteca preparada al efecto, llamada, curiosamente, The Factory. Al parecer, Pedro Almod¨®var s¨®lo impuso una exigencia: que en el local pudiera fumarse (y se refer¨ªa, en principio, s¨®lo a tabaco) libremente. Algunos de los presentes, conocedores de la vida cotidiana californiana, se asombraban de que se hubieran dispuesto, incluso, ceniceros. La Smoke Police no se pas¨® por all¨ª. Mariano Rajoy, ministro de Cultura espa?ol, pudo fumarse un puro sin ser llamado al orden mundial, zarandeado, expulsado de la sala.As¨ª que Smoke Police. Hay que reconocer que resulta chocante, cuando no irritante, el grado de imbecilidad al que puede llegar una cultura. Un pa¨ªs en el que se asesina a reclusos, un pa¨ªs de violencia policial racista, un pa¨ªs de bombardeos a poblaciones civiles, un pa¨ªs poderoso que no interviene donde hace falta porque no le interesa, un pa¨ªs que obliga al presidente de su Gobierno a pedir perd¨®n en la plaza p¨²blica porque se la han chupado, un pa¨ªs que siembra el mundo de despedazados en forma de hamburguesa, est¨¢ dotado de un cuerpo de seguridad que como te pille fum¨¢ndote un light se te cae el pelo. No s¨¦ si la Smoke Police californiana es p¨²blica o privada, en un pa¨ªs sin Seguridad Social. Supongo que privada, es la tendencia global. En Madrid, acorde con los tiempos, empieza a producirse un fen¨®meno de privatizaci¨®n que consiste, entre otras cuestiones venidas y por venir, en que los cuerpos de represi¨®n ya no pertenecen s¨®lo al Estado. De hecho, los locales nocturnos disponen de personal contratado que vela violentamente por la observancia de las leyes. Tienen muy mala pinta y muy malos modales, como los polic¨ªas de toda la vida, y me han contado que la mayor¨ªa procede de las filas de la ultraderecha (en alg¨²n sitio habr¨¢ que colocar al chico, como a los pobrecitos antidisturbios de anta?o, cuyo trabajo consist¨ªa en matar estudiantes con pelotas de goma porque en su pueblo s¨®lo pod¨ªan dedicarse a la agricultura). Como de toda la vida Spain is diferent (ya lo dec¨ªa Manolo antes que Pedro), aqu¨ª s¨ª se puede fumar tabaco, pero sin mezclar con ning¨²n derivado del Cannabis, esa planta medicinal de extendido consumo. Lo proh¨ªbe una Smoke Police privada para que la p¨²blica no les cierre el local.
Traigo a colaci¨®n este peque?o detalle de nuestra realidad cotidiana porque a lo mejor los de la Academia y los del puro no se han dado cuenta de que, al margen de las consideraciones cinematogr¨¢ficas que unos y otros pudi¨¦ramos formular acerca de las pel¨ªculas de Pedroooo, lo que Almod¨®var significa, para buena parte del mundo y para Madrid en concreto, es un punto de vista, llevado a predicamento, a comportamiento ejemplar, que incluye homosexuales y lesbianas, travestidos y transexuales, consumidores de drogas blandas y duras, enamorados, perdidos y familiares de otro orden social. Almod¨®var se ha convertido en un profesional y, como es l¨®gico, ha debido integrarse, para hacer pel¨ªculas, en ciertos mecanismos de la industria, pero la impronta de su ideolog¨ªa sigue siendo la misma (Madrid no se puede concebir sin ella) que la que iba dejando hace 20 a?os por el Rockola o por el Baile el Baile, donde le ve¨ªamos evolucionar vestido de maruja con un sentido de la provocaci¨®n muy necesario entonces, fomentando, dirigiendo ya con convicci¨®n los primeros pasos de muchos libertinos, como MacNamara, Eusebio Poncela o Bib¨ª Andersen, pioneros de un estado de tolerancia comprometida y l¨²dica. Almod¨®var no se cortaba un pelo, porque, como todo buen eg¨®latra, lo ten¨ªa muy claro, gracias a Dios, al Jes¨²s de Medinaceli o a san Judas Tadeo. Tan claro como debemos seguir teni¨¦ndolo todos. Porque la libertad privada es lo m¨¢s importante de la cosa p¨²blica.
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