Pacheco
Me divierte o¨ªrle hablar disfrazado de hermano en Andaluc¨ªa con pinta de mandar¨ªn de Jerez: "Roja Marcoz ez una r¨¦morass para er Pe¨¢". Me emociona su pinta de boxeador reci¨¦n salido de la peluquer¨ªa del barrio con un tinte de azabache en el tup¨¦ recortado a la navaja: "No ez l¨®gico que er secretarioss de Finanzaz der Pe¨¢ dirija emprezass de Roja Marcoz". Me recuerda a cierto trovador reconvertido en catequista sentimental, siempre intentando subir a las alturas de Hegel lo que es pura charlotada, puyazo de brib¨®n. Pero ¨¦l, Pacheco, es el alcalde de Jerez desde hace no s¨¦ cu¨¢ntos a?os; el otro, el catequista sentimental, s¨ª s¨¦ cu¨¢ntos a?os hace que es un follapavas, denominaci¨®n feroz que en Granada utilizan no para insultar a los mansos y s¨ª para describir a los tontainas.A lo que ¨ªbamos. El infierno est¨¢ necesitando hombres buenos como Pacheco, para que as¨ª, al calor de la lumbre, se iluminen los relatos de traiciones entre salteadores, los cuentos de puntilleros con retranca que amagaron navajazos desde la barrera, las leyendas de aquellos bandoleros de las serran¨ªas andaluzas que decoraron con sus trabucos el romanticismo ingl¨¦s. Tambi¨¦n Pedro Pacheco tiene algo de rom¨¢ntico y de vocalista de los a?os setenta, cuando Dyango a¨²n no hab¨ªa descubierto que el falsete es a la m¨²sica lo que la palometa al salm¨®n de Noruega, y Camilo VI buscaba desesperadamente Algo de m¨ª; cuando a¨²n El Fari no hab¨ªa escrito lo de T¨² me llamas, amor, yo cojo un taxi... Los taxis del amor llegaron m¨¢s tarde, cuando todo el PA -ASA por entonces- cab¨ªa en un Simca 1200, y ya Rojas- Marcos y Antonio Ortega barruntaban la existencia de un Pacheco al que reventarle las elecciones del 2000.
Por eso el mandar¨ªn andalucista de Jerez anda pero que muy cabreado. Y como ni es due?o del puente de Brooklyn ni de la Acera del Darro, ni ejerce de falsa viuda de ning¨²n marinero en tierra, predica su copla por los peri¨®dicos diarios y las revistas semanales: "Roja Marcoz y el ze?¨® Ortega lo ¨²nicoss que hacen ez acumul¨¢ fracazoz elertorale y la gente se da cuente de su incoherencia politicass". Pero a veces, en mitad de la refriega, Pacheco saca pecho de lobo; es entonces, con toda la caja tor¨¢cica por delante, cuando le recomienda a Chaves que no forme gobierno con el PA, que "la crizi interna ezt¨¢ mu joia, Precidente Manu¨¦, mu joia". O sea, que ahora vale lo de que a Pacheco le saquen un ojo para que a Ortega y a Rojas-Marcos les arranquen los dos.
No lo puedo remediar: a Pedro Pacheco lo veo con un punto de cagatintas sentimental y otro punto de trovero de la morcilla ceboll¨²a; como si atardeciera sobre la bah¨ªa de C¨¢diz y ¨¦l anduviese zamp¨¢ndose un bocata de calamares por los jardines de Murillo; como si t¨² lo llamases, amor, y este hombre cogiese una Vespa para poner en tus brazos un papel¨®n de tejeringos; como si ¨¦l fuese la flor marchita de Andaluc¨ªa en la solapa de un Tibero que lo acecha desde las marismas encanalladas del Ayuntamiento de Sevilla. Sin embargo, para cazar a Pacheco en la monter¨ªa a calz¨®n quitado hacen falta m¨¢s monteros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.