Callejero
J. M. CABALLERO BONALD
El Ayuntamiento de Sevilla ha acordado, iba a decir que con heroica unanimidad, suprimir de la toponimia urbana los nombres que remiten de alg¨²n modo al franquismo. Aunque la decisi¨®n llega con un cuarto de siglo de atraso, celebro que finalmente se haya producido. Pero la verdad es que no ha dejado de sorprenderme ese acuerdo, sobre todo porque Manuel Fraga Iribarne acababa de asistir en Sevilla al mitin conmemorativo del d¨¦cimo aniversario del ascenso de Aznar a la presidencia del PP. O sea, que la corporaci¨®n municipal ha elegido precisamente la visita de Fraga Iribarne, el de "la calle es m¨ªa", para efectuar ese cambio de callejero. Aunque sea en t¨¦rminos m¨¢s bien rebuscados, el asunto podr¨ªa tener algo de contradicci¨®n retrospectiva. Prefiero, en cualquier caso, imaginarme que esa coincidencia tan incorrectamente pol¨ªtica ha sido deliberada.
Todo lo que suponga la supresi¨®n -no el olvido- de los s¨ªmbolos y dem¨¢s lastres onom¨¢sticos de la guerra civil o de las interminables secuelas posb¨¦licas, tendr¨¢ siempre en teor¨ªa un neto car¨¢cter democr¨¢tico. Todos sabemos que en cualquier rinc¨®n de la geograf¨ªa espa?ola todav¨ªa resulta posible descubrir calles dedicadas a alg¨²n personaje o a alg¨²n episodio vinculados a la historia franquista. A lo mejor no es m¨¢s que una simple inercia, una dejadez administrativa, pero lo m¨¢s seguro es que se trate de una malsana perseverancia doctrinal. Y eso es sin duda una execrable manera de andar ejerciendo por ah¨ª de portavoz de las libertades p¨²blicas.
No est¨¢ de m¨¢s recordar a este respecto que la Conferencia Episcopal acaba de difundir la tesis de que la Iglesia, en la guerra civil, fue "sujeto paciente y v¨ªctima" y que, por tanto, no procede pedir perd¨®n por su apoyo a la forja y mantenimiento de la dictadura. Una afirmaci¨®n verdaderamente peregrina, aparte de resultar de lo m¨¢s coherente con la idea de reunir para su canonizaci¨®n a unos diez mil m¨¢rtires -diez mil- procedentes por supuesto de la zona roja. Dec¨ªa el otro d¨ªa Eduardo Haro que los facciosos defend¨ªan el catolicismo y el catolicismo fue faccioso. Una aseveraci¨®n extremada, pero irrebatible. De modo que una vez que el nomencl¨¢tor de las calles de Sevilla se presenta bastante saturado de advocaciones marianas, lo de borrar los nombres alusivos al franquismo es algo que la Iglesia no debe considerar "ni justo ni oportuno". Qu¨¦ mala memoria hist¨®rica.
Claro que el intrincado asunto de la "memoria hist¨®rica" tiene sus zonas iluminadas y sus trechos oscuros. Ahora, por ejemplo, el Estado ha adquirido en p¨²blica subasta la partitura del Cara al sol, el himno falangista -nacional- que reson¨® obcecadamente en la Espa?a de Franco y que entonar¨ªan con unci¨®n patri¨®tica tantos actuales paladines de la democracia. ?Tiene sentido conservar ese papelucho con la m¨²sica de la canci¨®n b¨¦lica que con m¨¢s ah¨ªnco ensordeci¨® a los espa?oles desde las guaridas de la autocracia? Sin duda que es un documento curioso, pero tambi¨¦n es el emblema de un infortunio colectivo. Ser¨ªa mucho mejor en este caso olvidarnos de la m¨²sica y quedarnos con la letra. No con la del himno, claro.
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