Ayudas para remontar el duelo
La p¨¦rdida de un ser querido es considerada el factor m¨¢s estresante en la vida de una persona, especialmente si se produce de forma imprevista y se trata de un hijo. Aunque no existen apenas datos estad¨ªsticos sobre el duelo, se estima que el 5% de la poblaci¨®n sufre anualmente la p¨¦rdida de un ser querido muy cercano. El tiempo medio de duraci¨®n del duelo suele ser de seis a 12 meses, pero en el 10% de los casos persiste m¨¢s all¨¢ de 18 meses y se cronifica. En estos casos, el riesgo de suicidio o de alteraciones ps¨ªquicas es alto. De ah¨ª la importancia de elaborar y superar este proceso, que es inevitable. Para ello, los grupos de ayuda mutua pueden ser de gran importancia. La p¨¦rdida de un hijo, el dolor m¨¢s terrible y con mayores secuelas El psiquiatra Javier Garc¨ªa-Campayo (J. Foster).
Mar¨ªa Dolores perdi¨® a su primog¨¦nito, Andr¨¦s, de 19 a?os, en un accidente de circulaci¨®n el 20 de diciembre de 1993. Se dio cuenta de que sin ¨¦l, su vida no ten¨ªa sentido. El cami¨®n que arroll¨® a Andr¨¦s cuando se dirig¨ªa a comprar los regalos de Navidad se llev¨® tambi¨¦n por delante su ilusi¨®n por vivir. Permaneci¨® meses sumida en la angustia de la irreversibilidad de su p¨¦rdida hasta que una llamada harto inoportuna y desagradable la hizo reaccionar. La compa?¨ªa de seguros quer¨ªa saber qui¨¦n se har¨ªa cargo de los desperfectos del cami¨®n. "Me di cuenta de que Andr¨¦s ya no estaba, pero la sociedad continuaba sin ¨¦l", recuerda, y acto seguido marc¨® el n¨²mero del tel¨¦fono de informaci¨®n de Barcelona y confes¨® al operador: "Quiero morirme porque mi hijo Andr¨¦s ha muerto y mi vida ya no tiene ning¨²n sentido". Las gestiones de aquel telefonista pusieron a Mar¨ªa Dolores en contacto con una madre que tambi¨¦n hab¨ªa perdido un hijo y que la escuch¨® llorar y desahogarse. Semanas m¨¢s tarde comenz¨® a asistir a las reuniones del Grupo de Duelo, fundado y dirigido por Adela Torras. Son reuniones de personas unidas por una p¨¦rdida dolorosa, que necesitan ayuda para superar el dolor que causa la muerte. Para superar algo inevitable: el duelo. Si en psiquiatr¨ªa el concepto de duelo alude al conjunto de sentimientos por la p¨¦rdida de seres queridos, el luto representa el proceso por el que se resuelve el duelo y que incluye una determinada situaci¨®n afectiva predominante y una serie de mecanismos psicol¨®gicos que conducen a aceptar la nueva realidad. Respuesta en ocho fases En las clasificaciones psiqui¨¢tricas, el duelo es un proceso normal, pero puede convertise en patol¨®gico cuando los s¨ªntomas son demasiado intensos e interfieren la vida diaria o cuando se cronifica, es decir, cuando los s¨ªntomas persisten m¨¢s all¨¢ de 18 meses. "En el duelo, la situaci¨®n cl¨ªnica se encuentra a menudo entre lo normal y lo patol¨®gico. La imprecisi¨®n y variabilidad de los s¨ªntomas hace que se solape a veces con otros procesos, como la depresi¨®n. No hay acuerdo sobre si tiene que haber o no intervenci¨®n m¨¦dica, ni acerca de cu¨¢l es el tratamiento de elecci¨®n, porque no est¨¢ claro que mejore el pron¨®stico", afirma Javier Garc¨ªa-Campayo, del servicio de Psiquiatr¨ªa del hospital Miguel Servet de Zaragoza. Este psiquiatra, que ha dirigido en Madrid un taller sobre el duelo -las I Jornadas de Actualizaci¨®n en Medicina de Familia-, sostiene que las circunstancias del hecho desencadenante y las del individuo son los dos factores predictivos de la intensidad del duelo. "Est¨¢ estudiado", explica, "que la p¨¦rdida de seres queridos es el suceso m¨¢s estresante con diferencia para el ser humano. Cuanto m¨¢s afecte esa p¨¦rdida a la vida diaria del sujeto y cuanto m¨¢s r¨¢pida e imprevista sea la muerte, mucho mayor ser¨¢ el impacto emocional". Garc¨ªa Campayo describe ocho componentes del duelo, que pueden presentarse en diferente orden: "En el inicio aparece el choque, cuya duraci¨®n e intensidad son mayores cuanto m¨¢s imprevista es la muerte. Se acompa?a de desorganizaci¨®n en forma de desesperaci¨®n absoluta y desestructuraci¨®n del funcionamiento vital diario. Le sigue el proceso de negaci¨®n, por el que la persona se niega a aceptar esa muerte y trata de actuar como si no hubiese ocurrido". Hay tambi¨¦n una fase de depresi¨®n, que representa la progresi¨®n a una etapa adaptativa m¨¢s realista. A veces surge un sentimiento de culpa, con pensamientos recurrentes, casi obsesivos, en relaci¨®n con lo que se podr¨ªa haber hecho por evitar el suceso, y ansiedad ante los cambios que acontecer¨¢n. Es posible que aparezca tambi¨¦n ira hacia familiares o amigos "por no haber ayudado o por disfrutar de lo que el sujeto ha perdido", o hacia el propio fallecido "por haber abandonado a los supervivientes". Por ¨²ltimo, sobreviene la resoluci¨®n y aceptaci¨®n, con la adaptaci¨®n a la p¨¦rdida y la nueva vida sin ¨¦l. "Esta fase no siempre se alcanza o a veces tarda mucho tiempo en llegar, sobre todo en la p¨¦rdida de un hijo, que es el duelo m¨¢s terrible", agrega Garc¨ªa Campayo. Grupos de autoayuda En el 90% de los casos el duelo se va resolviendo espont¨¢neamente. S¨®lo el 10% de los afectados acaba desarrollando cuadros de depresi¨®n, a veces con riesgo de suicidio, y trastornos de ansiedad. En un proceso normal, la fase aguda del duelo se resuelve entre el primer y el segundo mes, tiempo en el que se debe haber recuperado el apetito, el sue?o y la capacidad de trabajar. No obstante, seg¨²n apostilla Garc¨ªa Campayo, cuando transcurren dos o tres semanas tras la muerte y los s¨ªntomas del duelo son muy invalidantes, conviene consultar al m¨¦dico. En este punto, tambi¨¦n pueden ser muy ¨²tiles los grupos de autoayuda, seg¨²n coincidieron varios especialistas en las jornadas sobre Conciencia de la vida y la muerte -organizadas en San Juan (Alicante) por la Fundaci¨®n Verde Esmeralda-, porque casi nadie est¨¢ preparado para la muerte. Diferentes ponentes insistieron en la necesidad de una educaci¨®n integral que prepare tambi¨¦n para afrontar este reto. Esta laguna educativa es la que lleva a la afirmaci¨®n de que "la vida es una estafa", reacci¨®n que aparece a veces asociada a la negaci¨®n, la ira o la tristeza cuando se anuncia la muerte propia o la de alguien querido. La negaci¨®n, muchas veces, comienza antes incluso de la muerte. La psic¨®loga Julia L¨®pez Orozco, impulsora de la Fundaci¨®n Verde Esmeralda, destaca la importancia de saber escuchar al enfermo terminal. A menudo, los moribundos s¨®lo encuentran interlocutores fuera de su familia. "Una vez vino una se?ora a Urgencias porque su estado se hab¨ªa agravado y se sent¨ªa triste porque sab¨ªa que iba a morir, pero en cuanto mencionaba el asunto en su casa le dec¨ªan que seguro que se pondr¨ªa mejor. Ella estaba preocupada porque no sab¨ªa c¨®mo se iban a desenvolver su marido y su hijo menor cuando ella ya no estuviera", explica. Cuando la muerte llega y se instala el duelo, m¨¢s que de superarlo, se habla de elaborarlo y transformarlo. "El mejor modo de vencer el dolor es sufrirlo plenamente", recomienda la doctora en metaf¨ªsica Angi Carmelo. No sirve de nada ocultar los sentimientos o construirse una coraza contra las emociones, porque acabar¨¢n aflorando tarde o temprano. Vivir el duelo de forma adecuada es imprescindible para que las heridas cicatricen bien.
La p¨¦rdida de un hijo, el dolor m¨¢s terrible y con mayores secuelas
La muerte de un hijo es considerada en todas las culturas un hecho antinatural, una inversi¨®n del ciclo biol¨®gico normal. Para el psiquiatra Javier Garc¨ªa-Campayo, la muerte de un hijo representa el duelo m¨¢s terrible y doloroso. "El estr¨¦s que causa la p¨¦rdida de los hijos", dice, "es tan intenso que provoca el divorcio en m¨¢s del 50% de los casos, sobre todo si hab¨ªa conflictos previos en la pareja. Uno de los padres tiende a culpar al otro de la muerte del hijo alegando causas gen¨¦ticas o falta de cuidado".Si es duro saber que una enfermedad incurable ha puesto fecha de caducidad a la vida de un adulto, cuando esto le sucede a un ni?o el proceso adquiere matices insoportables. "No podemos entender por qu¨¦ ha de morir un ni?o", comenta Marta Trias, enfermera de la Unidad de Cuidados Paliativos del hospital Sant Joan de D¨¦u de Barcelona. Su departamento trabaja con ni?os que se enfrentan al trance de una muerte segura, pero la mayor parte de su labor se centra en los padres. "No lo entienden, dicen que no es justo y no pueden aceptar que le haya tocado a su hijo, que es maravilloso", cuenta Trias.
Seg¨²n Garc¨ªa-Campayo, el duelo no s¨®lo va asociado a mecanismos psicol¨®gicos, sino que tambi¨¦n se producen reacciones biol¨®gicas, como alteraciones en la segregaci¨®n de la hormona cortisol, que repercuten en los ritmos biol¨®gicos, y un debilitamiento del sistema inmunol¨®gico. De hecho, se observa que en el primer a?o del duelo aumenta el n¨²mero de consultas al m¨¦dico, aunque no el de hospitalizaciones. Se incrementa tambi¨¦n en estos pacientes el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas. Y entre los viudos mayores de 55 a?os se observa tambi¨¦n un aumento de la mortalidad.
A juicio de Garc¨ªa-Campayo, el tipo de relaci¨®n con el fallecido es el principal factor de cronificaci¨®n del duelo. La ambivalencia afectiva de amor-odio, la que se tiene, por ejemplo, con un padre maltratador, con una madre ausente, genera culpa. Tambi¨¦n puede generar sentimientos de culpa la ambivalencia dolor/ descanso, en el caso, por ejemplo, de los hijos o los c¨®nyuges de un fallecido que ha estado largo tiempo enfermo y dependiente, que muchas veces ha supuesto una gran carga emocional. La culpa es, seg¨²n Garc¨ªa-Campayo, "m¨¢s destructiva y suele estar en la base de la mayor¨ªa de los duelos cr¨®nicos". Cuando la dependencia respecto al fallecido era muy grande y cuando no ha habido posibilidad de despedida, tambi¨¦n aumenta el riesgo de cronificaci¨®n.
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