Historias de cuernos
Docenas de cabras montesas pastan junto a la v¨ªa que remonta el valle de las Cinco Villas, en Gredos
En 1905 s¨®lo quedaban media docena de cabras montesas en toda la sierra de Gredos. Un siglo despu¨¦s, la poblaci¨®n de Capra pyrenaica victoriae ronda los 7.000 ejemplares. Los antiguos furtivos, contratados como guardas, y la caza controlada han sido sus parad¨®jicos socorros. Hoy se pagan cerca de 60.000 duros por abatir un cabr¨®n. Evidentemente, la ¨²nica dificultad de esta cacer¨ªa estriba en el precio, pues incluso los potentes machos, de hasta 120 kilos y con cuernos de un metro, los mismos que alivian sus celos a horr¨ªsonos testarazos, se quedan mirando mansamente para el hombre a tan corta distancia que igual de letal que una bala ser¨ªa un sartenazo.Ecos de cuernos, y no s¨®lo de cabra, resuenan en el valle abulense de las Cinco Villas, y m¨¢s concretamente en Mombeltr¨¢n. Lo cuenta Cela: "Mombeltr¨¢n es el antiguo Colmenar de las Ferrer¨ªas de ?vila, que Enrique IV, el Impotente, ofreci¨® a don Beltr¨¢n de la Cueva, fiel vasallo de S. M. que hall¨® la f¨®rmula, no tan m¨¢gica, a lo que parece, de convertir a la reina en madre. Al presente del rey a don Beltr¨¢n se le llam¨®, desde entonces, Mombeltr¨¢n; al regalo de don Beltr¨¢n al rey se le apod¨®, tambi¨¦n desde entonces, la Beltraneja. Del l¨ªo que se sucedi¨® pudiera decirse -como de estos lodos- que vino de aquellos polvos" (Jud¨ªos, moros y cristianos, 1956).
Otra alegr¨ªa que se dio don Beltr¨¢n fue la de construirse un bonito castillo junto a la villa que le hab¨ªa cedido su cornudo se?or, en la parte m¨¢s baja del valle. No es muy defendible, pero ?qu¨¦ vistas! Arriba, la mole piramidal del Torozo (2.026 metros) y, a poniente de ¨¦sta, la hendidura del puerto del Pico (1.352 metros). A media altura, las otras cuatro villas: Santa Cruz del Valle, San Esteban del Valle, Villarejo del Valle y Cuevas del Valle. Y en derredor, mil olivos, higueras, casta?os, fresnos, chopos, vides... Por eso alguien llam¨® a esta solana de Gredos el ?vila andaluza, aunque ese alguien seguramente no pis¨® Gredos en invierno ni Andaluc¨ªa en verano.
Cuevas del Valle es, con sus balconcitos y sus soportales de madera, la m¨¢s cuca de las cinco villas. Desde esta poblaci¨®n, adem¨¢s, vamos a poder seguir sin interrupci¨®n un tramo de cuatro kil¨®metros de la calzada romana que se construy¨® hacia finales del siglo II antes Cristo para facilitar el transporte de tropas y hierro entre ambas vertientes de la sierra, a trav¨¦s del puerto del Pico. Aunque muy restaurada, mantiene su trazado original, su rudo empedrado y una pendiente media del 15%, que, como poco, abre el apetito.
Comenzaremos el paseo en el cementerio del pueblo -Pax, reza un letrero en la cicl¨®pea portalada, que parece enteramente obra de romanos-. Y lo haremos enfilando por un trecho empinad¨ªsimo de la calzada, que enseguida se allana, desaparece bajo el cemento de la calle llamada Calzada Romana y, tras cruzar el arroyo del Puerto -o r¨ªo Cuevas-, vuelve a surgir para no perderse ya ni aposta en lo que resta de subida. Deberemos atravesar un par de veces la carretera N-502, que asciende trazando infinitos zigzags, y luego nuevamente el arroyo -agua saltarina, reci¨¦n nacida de las nieves del Torozo-, antes de coronar, como a dos horas del inicio, el puerto del Pico, donde se anuncia el mirador de las Cinco Villas, aunque lo cierto es que toda la calzada es una pura balconada.
Pese a que vacas y ovejas siguen usando esta anciana v¨ªa en sus vaivenes estacionales -la calzada forma parte de la Ca?ada Real Leonesa Occidental-, sin duda son la cabras montesas el gran reclamo para todos los amantes de la naturaleza. Nunca m¨¢s f¨¢ciles de avistar que en estas fechas, cuando la nieve que cubre las altas cumbres las impulsa a bajar en busca de los jugosos pastos del puerto y del valle. Parados a diez metros escasos de ellas, no podemos dejar de preguntamos qu¨¦ clase de hombres pueden matar por diversi¨®n un animal que as¨ª se deja admirar. Definitivamente, hay muchos m¨¢s cabrones que los que aparecen en las estad¨ªsticas.
Con nieve en las cumbres
- D¨®nde. Cuevas del Valle (?vila), punto de partida de esta excursi¨®n, dista 130 kil¨®metros de Madrid yendo por la carretera M-501 (de Alcorc¨®n a Plasencia por San Mart¨ªn de Valdeiglesias) hasta Ramacasta?as, donde se debe coger la N-502 en direcci¨®n a ?vila. Otra opci¨®n es ir por la carretera de Extremadura (N-V) hasta Talavera de la Reina, y all¨ª desviarse hacia ?vila por la N-502. - Cu¨¢ndo. Paseo de ocho kil¨®metros -ida y vuelta por el mismo camino- y unas tres horas de duraci¨®n total, con un desnivel acumulado de 500 metros -Cuevas del Valle, 848 metros; puerto del Pico, 1.352- y una dificultad baja, que debe efectuarse mientras haya nieve en las cumbres para poder admirar las cabras montesas que pastan en las proximidades del puerto y de la calzada romana.
- Qui¨¦n. Rafael Serra es el autor de la ecogu¨ªa Las sierras de Gredos y B¨¦jar, editada por Anaya, donde se propone una variante de esta marcha para comodones, bajando por la calzada desde el puerto.
- Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: hoja 15-23 (Arenas de San Pedro) del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito, o la equivalente (578) del Instituto Geogr¨¢fico Nacional. Se recomienda llevar calzado de monta?a para caminar con pie firme por el tosco empedrado de la calzada.
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