El arte "obsceno" de Pompeya
El Museo Arqueol¨®gico de N¨¢poles reabre 30 a?os despu¨¦s el llamado Gabinete Secreto
El Museo Arqueol¨®gico de N¨¢poles vuelve a exhibir, despu¨¦s de casi 30 a?os de cierre, supuestamente obligado, el llamado Gabinete Secreto, una colecci¨®n de arte "obsceno" procedente b¨¢sicamente de las excavaciones de Pompeya y Herculano. La apertura del gabinete, situado en un ala del museo, objeto de una concienzuda restauraci¨®n, ha sufrido ya dos retrasos por razones no aclaradas. En todo caso, el responsable de la instituci¨®n, Stefano de Caro, niega rotundamente que exista raz¨®n "moral" en este "baile" de fechas. Lo que est¨¢ claro es que, en pleno Jubileo, las autoridades de Cultura han preferido mantener un perfil bajo en la inauguraci¨®n, convirti¨¦ndola en una discreta reapertura al p¨²blico.La colecci¨®n consta de unos 250 objetos, recogidos durante las excavaciones de hace dos siglos, en las ciudades de Pompeya y Herculano, arrasadas por la lava del Vesubio un d¨ªa de agosto del a?o 79 despu¨¦s de Cristo. El hallazgo qued¨® enseguida sometido a censura. Al principio, las piezas fueron agrupadas en el Museo de Portici, en Herculano, ocultas al p¨²blico, pero accesibles a los estudiosos, diplom¨¢ticos y notables con influencia para obtener un permiso de las autoridades. A mediados del siglo XVIII la colecci¨®n se traslada a N¨¢poles, donde ha permanecido hasta hoy. Esta cosecha pornogr¨¢fica qued¨® aislada en un lugar separado, avergonzados los responsables sucesivos de la instituci¨®n del alto contenido er¨®tico de las representaciones.
En los m¨¢s de 150 a?os transcurridos desde la creaci¨®n de la colecci¨®n er¨®tica, el destino de esta manifestaci¨®n art¨ªstica "imp¨²dica" y "lasciva" ha estado ligado a la historia de Italia y de Europa. Se ha mostrado al p¨²blico -siempre minoritario y con autorizaci¨®n espe-cial-, en los breves periodos de liberalismo que vivi¨® el Reino de N¨¢poles en el siglo XVIII, y ha sido cerrada a cal y canto, en los m¨¢s frecuentes de "rearme moral". En 1819, el rey de N¨¢poles Francisco I decidi¨® cerrar las salas a toda persona que no encajara en la definici¨®n de "edad madura y reconocida moral". Uno de los escasos momentos de "puertas abiertas" casi total fue el que coincidi¨® con la entrada de Garibaldi a N¨¢poles, aunque el cambio fue fugaz porque la Casa de Saboya que ocup¨® el trono de Italia opt¨®, de nuevo, por los cerrojos. Otro tanto ocurrir¨ªa en la etapa fascista, dominada por un sentido estricto del pudor y una r¨ªgida visi¨®n de la moral sexual. Tras la II Guerra Mundial, hay que esperar a 1967 para que el Gabinete Secreto sea accesible al p¨²blico. Pero tanto liberalismo se esfuma en 1971, cuando las salas que hospedan la colecci¨®n son cerradas por reforma.
El grueso de las obras que se mostrar¨¢n a partir de hoy a grupos reducidos de visitantes, previa reserva, son pinturas y mosaicos, retirados de las casas de las ciudades vesubianas, en los que se pone de manifiesto el sentido festivo del sexo, o la extrema procacidad -si se juzgan desde la perspectiva de la cultura occidental, que hunde sus ra¨ªces en el juda¨ªsmo- de la sociedad romana. Los objetos, apenas exhibidos a lo largo de 200 a?os, han llevado a muchos intelectuales y artistas de los siglos XVIII y XIX a comparar a Pompeya y Herculano con Sodoma y Gomorra, ejemplos de decadencia y amoralidad de una cultura. En realidad, como subraya De Caro en el volumen dedicado al gabinete, no es cierto que Pompeya y Herculano fueran ciudades particularmente libertinas. Es toda la sexualidad antigua la que difiere de la concepci¨®n occidental. Todav¨ªa hoy "la exposici¨®n demuestra el enorme abismo de mentalidades entre los pompeyanos del 79 despu¨¦s de Cristo y los europeos cristianos del XXI".
Un r¨¢pido vistazo a las salas del Gabinete Secreto sorprende por la escasez de objetos -apenas 14- correspondientes a la etapa griega y etrusca, mientras que son abundant¨ªsimos los que datan de la etapa romana, la mayor¨ªa procedentes de las ciudades vesubianas, aunque la colecci¨®n del Museo de N¨¢poles se fue enriqueciendo con los a?os con las aportaciones de obras de arte m¨¢s o menos "obscenas", procedentes de otros lugares, incluida Roma. Todos estos objetos demuestran la importancia que los antiguos romanos conced¨ªan al falo, como s¨ªmbolo de fertilidad y amuleto protector contra todos los males. El ¨®rgano sexual masculino est¨¢ representado en decenas de objetos: decorando vasos y ¨¢nforas, en l¨¢mparas y adornos de jard¨ªn, de la misma forma que adornaba el dintel de las puertas de los prost¨ªbulos de Pompeya y Herculano.
Abundan tambi¨¦n las pinturas y relieves que representan expl¨ªcitamente, y a veces sarc¨¢sticamente, escenas de actividad sexual. J¨²piter-Zeus, m¨¢xima deidad del Olimpo, aparece representado en decenas de escenas amorosas, con diferentes compa?eras bajo morfolog¨ªa animal o humana. Ninfas y s¨¢tiros, efebos y hermafroditas aparecen en las pinturas en una sucesi¨®n, algo ca¨®tica, de juegos er¨®ticos m¨¢s o menos expl¨ªcitos. Pero est¨¢n tambi¨¦n las pinturas que recogen escenas er¨®ticas de la vida cotidiana en las dos ciudades romanas. Las mujeres representadas en ellas eran prostitutas, una profesi¨®n perfectamente legal en la antigua Roma, con sus derechos y sus deberes fiscales. Entre los objetos expuestos merece un vistazo detenido la serie de mosaicos y cuadros de pigmeos (procedentes de las excavaciones de una villa romana de la colina del Celio), el archifamoso grupo de Pan y la cabra, en m¨¢rmol, procedente de la Villa de los Papiros de Herculano, y el c¨¦lebre tr¨ªpode con s¨¢tiros f¨¢licos.
Despu¨¦s de su larga experiencia secreta, los objetos del gabinete regresan a la luz p¨²blica en una instalaci¨®n que les redime de tan largo exilio. Pero los visitantes tendr¨¢n que someterse a la peque?a tortura de las reservas y los grupos cerrados. Una ¨²ltima restricci¨®n queda en pie: el acceso a las salas a los menores de 10 a?os estar¨¢ prohibido.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.