Glorioso laurel
La eterna Roma mudaba los ramos protectores de las entradas de los templos y de las casas de los c¨®nsules; se mantendr¨ªan un a?o; los ya resecos se quemaban. Las autoridades de nuestros municipios a¨²n renuevan hoy las palmas que ostentan sus balcones -en alg¨²n caso, el S¨¢bado Santo, tras prestarlas para el monument-; asimismo se cuelgan en los balcones y ventanas los ramos -o detr¨¢s de las puertas las cruces formadas por dos hojas- de floridos olivo y laurel, bendecidos y procesionados ayer, con virtud hasta el pr¨®ximo a?o. As¨ª se atra¨ªa la fecundidad -hoy, san Isidoro m¨¢rtir: les dones que van de part deslliureu amb gran amor, si tan prompte com tard imploren vostre favor-, una gran cosecha y se alejaban enfermedades, ojerizas, rayos, truenos, tempestades, demonios, brujas y esp¨ªritus malignos, que no pod¨ªan resistir aquella presencia tan sagrada.El miedoso Suetonio tem¨ªa al rel¨¢mpago m¨¢s que el dimoni a la creu y ante la tormenta cambiaba tiaras y diademas por una corona de laurel, aquel santo ¨¢rbol de la eternidad -por sus brillantes hojas verdes-, la victoria -La gent portava al cap llorer, signant vict¨°ria, J. Roig- y el triunfo -al aprobar los ex¨¢menes se les galardonaba con sus hojas y bayas, de ah¨ª los baca-laureati, los "bachi-lleres"-, planta de las v¨ªrgenes Vestales consagrado al Apolo luminoso y solar; sus sacerdotisas masticaban las hojas para aumentar el don de profec¨ªa. El caso es que el dios recibi¨® de Cupido la flecha de oro del amor, mientras su pretendida ninfa Dafne -en griego, laurel- fue atravesada por la saeta de plomo del desd¨¦n y le hu¨ªa, pidiendo auxilio a su madre la Tierra, que la transfigur¨® en laurel. Apolo lo estrech¨® entre sus brazos y lo cubri¨® de ardientes besos hasta, desfallecer, reposant en la plaent i escura ombra d'un verd llorer.
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