Fe
Cuando ustedes lean esta columna, y siendo as¨ª que en Catalu?a el lunes es festivo, ya conocer¨¢n el n¨²mero de muertos correspondiente al ocio pascual. Es decir, la parte esperada y bendecida de sacrificio humano correspondiente al progreso en transporte y vacaciones. Los dramas privados y el dolor concreto ser¨¢n ya s¨®lo una cifra, y ¨¦sta, a su vez, una se?al de columna estad¨ªstica, un c¨®mputo sacrificial que a nadie inquieta porque es "natural". No ser¨¢n muertos sino "indicativos de siniestralidad". Fue Rafael S¨¢nchez Ferlosio quien se?al¨® el lugar y la funci¨®n que ocupan estas v¨ªctimas. A semejanza de los sacrificados sobre altares aztecas, los muertos de pascua se desangran en un altar cuyo dios se oculta bajo el opaco nombre de "progreso". Suponer que nuestra religi¨®n, la fe en el progreso, es m¨¢s ben¨¦vola que la de los pueblos llamados primitivos es otro producto de la beater¨ªa. Tan necesarios para la vida econ¨®mica son nuestros muertos como las doncellas sacrificadas en honor de Astart¨¦ para la suya.Evidentemente nadie puede negar a ese dios sin grave riesgo, del mismo modo que nadie pod¨ªa negar al dios cristiano en el medievo o al dios musulm¨¢n en Afganist¨¢n. Lo propio de un dios, cuando es omnipotente, es hacerse invisible. El dios que mueve el tr¨¢fico ni siquiera tiene nombre y s¨®lo por aproximaci¨®n se le llama "libertad de circulaci¨®n" o "privacidad". Conocemos algunos de los santos que rodean al dios, pero llevan nombres funcionales como "consorcio del autom¨®vil", "autopistas de peaje" o "industria del ocio". Tambi¨¦n los santos cristianos se disfrazaban de "protectores", as¨ª como los santos Cosme y Dami¨¢n eran "los farmac¨¦uticos".
Seguramente no ha habido ¨¦poca m¨¢s fan¨¢ticamente religiosa que la nuestra. Los te¨®logos actuales han conseguido incluso que la gente crea ser agn¨®stica o atea. Nada m¨¢s lejos de la verdad. As¨ª como el pez no puede saber que vive en el agua, los creyentes de hoy desconocen que todos sus actos los dicta un dios invisible y todopoderoso que decide cu¨¢les son las muertes "sagradas" (tr¨¢fico) y las "sacr¨ªlegas" (tabaco). Por eso el libro de Ferlosio se titulaba Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado. Pero los dioses ocultos, aquellos que ni siquiera tienen nombre, suelen durar milenios.
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