Autoridad y riesgo
La mayor¨ªa absoluta es, por encima de todo, una fuente de autoridad pol¨ªtica. Si algo le faltaba a Aznar era que la autoridad (como plus a?adido al poder) que ten¨ªa sobre su partido trascendiera al conjunto de la sociedad. El 12-M Aznar dio el salto. Y as¨ª se vio en el debate de investidura. Pas¨® de largo sobre un PSOE diezmado, incapaz siquiera de hacer notar que todav¨ªa existe. Trat¨® a CiU con esta mezcla de buenas palabras, displicencia y dureza llamada paternalismo con que s¨®lo se trata a aqu¨¦llos sobre los que se cree tener derechos de familia. Y se solt¨®, en su respuesta a Anasagasti, con la seguridad en los argumentos de convicci¨®n del que se siente plenamente dominador de la escena.La dureza del debate con Anasagasti ha hecho que quedara muy en segundo plano el di¨¢logo entre Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Xavier Trias. Y, sin embargo, me parece especialmente relevante de c¨®mo Aznar va a manejar la mayor¨ªa absoluta en la pol¨ªtica cotidiana. El representante de CiU tuvo un insulso debut parlamentario, condenado a desgranar un discurso imposible: el ritual reivindicativo de siempre para acabar dando un s¨ª sin condiciones al presidente. Aznar no agradeci¨® en absoluto el empe?o. Ni una sola concesi¨®n hubo en su respuesta. Ni siquiera alguna palabra ambigua sobre financiaci¨®n o sobre autogobierno que Trias habr¨ªa enarbolado como un trofeo al regresar a casa. Todo lo contrario. A CiU corresponde decir hasta d¨®nde quieren llegar en su compromiso con el Gobierno. Hay una mayor¨ªa, un programa y una voluntad de colaborar: el que quiera comprometerse que lo haga; y al que no quiera no se le necesita. ?sta es la expresi¨®n n¨ªtida de c¨®mo Aznar piensa administrar la mayor¨ªa absoluta.
Ante esta realidad, sabiendo lo f¨¢cil que es pasar de la autoridad al abuso (la carne humana es d¨¦bil y la del pol¨ªtico tiene debilidad por el poder) result¨® pat¨¦tico el papel¨®n del PSOE. Desde la autoridad reci¨¦n adquirida, Aznar otea el horizonte y s¨®lo ve un nubarr¨®n que amenace la calma de su mayor¨ªa absoluta: el Pa¨ªs Vasco. As¨ª lo demostr¨® en su discurso: primero la cuesti¨®n vasca y despu¨¦s todo lo dem¨¢s. As¨ª lo evidenci¨® el desarrollo del debate, con el dur¨ªsimo enfrentamiento con un Anasagasti que acab¨® totalmente a la defensiva. Y, sobre todo, as¨ª lo confirm¨® el PSOE, incapaz de dar una sola se?al de que en Espa?a hay un proyecto de oposici¨®n.
Sin l¨ªder, sin propuestas alternativas, sin saber a d¨®nde va, el PSOE parec¨ªa simplemente buscar cobijo bajo el sol que m¨¢s calienta. Un s¨®lo tema: consenso. Como si, a la espera de momentos mejores, quisiera subirse tambi¨¦n a la mayor¨ªa absoluta. El manual de normas para el buen consenso que Mart¨ªnez Noval desgran¨® queda para la historia de la nader¨ªa parlamentaria. Dif¨ªcilmente se puede imputar el rid¨ªculo a Mart¨ªnez Noval, que acept¨® disciplinadamente (como gusta a la moral de partido) un papel¨®n que nadie quiso para s¨ª. Sin embargo, no deja de ser preocupante, como indicio del estado de la cantera de l¨ªderes del PSOE, que no haya habido nadie con coraje suficiente para decir "este debate es m¨ªo" y empezar as¨ª a enderezar un partido que sigue groggy, sin sintoma alguno de recuperaci¨®n.
De un debate de investidura que, excepto en el encontronazo con Anasagasti, tuvo muchos momentos de la relajaci¨®n de un partido amistoso por la falta de competitividad, queda, pues, clara una cosa: Aznar entiende la mayor¨ªa absoluta como el encargo de ejercer con autoridad su proyecto, sin concesiones. Los que pensaban que, descontado el peso de sus votos por la mayor¨ªa absoluta, pod¨ªan seguir condicionando las pol¨ªticas del Gobierno que pierdan toda esperanza. Son ellos los que deber¨¢n adaptarse al PP y no viceversa. Viendo c¨®mo CiU se somete a Aznar con docilidad compungida, debemos pensar que la lecci¨®n es amarga, pero que se aprende r¨¢pidamente.
Las mayor¨ªas absolutas tienen riesgos por las tentaciones de abuso del poder por parte del que gobierna. Pero tambi¨¦n los tienen para la oposici¨®n. Al ver a CiU tan entregada, al ver al propio PSOE en su inmovilismo clamando embabiecado por el consenso con el PP, da la impresi¨®n de que ellos tambi¨¦n son rehenes de la mayor¨ªa absoluta y, alucinados por los n¨²meros del PP, en el fondo piensan que fuera del proyecto ganador no hay salvaci¨®n. Esta par¨¢lisis de la oposici¨®n es el otro gran riesgo de la mayor¨ªa absoluta.
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