Solidaridad entre reclusos
Los prodigios de Gran hermano acaban de llegar al terreno de la sem¨¢ntica. En concreto, al significado de la palabra nominaci¨®n. Dejando aparte que el uso de este t¨¦rmino no sea correcto en castellano, todos tenemos asumido que cuando te nominan para algo es que est¨¢s en el buen camino: puede que te caiga un Goya o incluso un Oscar. En Gran hermano, si te nominan ya puedes ir haciendo las maletas y pint¨¢ndote al ¨®leo los 20 millones prometidos por los organizadores al ganador.Dos reclusos ten¨ªan que ser elegidos por sus compa?eros para que los espectadores decidieran qui¨¦n se iba a casa el primero. Por solidaridad, o porque a¨²n no han tenido tiempo suficiente para empezar a detestarse, los protagonistas del programa le han pasado el muerto a los televidentes: ellos ser¨¢n quienes con sus votaciones telef¨®nicas apliquen la eutanasia a uno de ellos. O sea, que nuestros reclusos todav¨ªa se aprecian. D¨¦mosles el tiempo suficiente y esta solidaridad inicial puede convertirse en inquina, cosa que los espectadores agradeceremos bastante: tanto buen rollo est¨¢ re?ido con lo que casi todos entendemos por un buen espect¨¢culo.
Hablando de eso, los mirones que Mercedes Mil¨¢ elev¨® a la categor¨ªa de aficionados a la antropolog¨ªa empezamos a aburrirnos lo nuestro. No es que esper¨¢ramos escuchar conversaciones profundas o presenciar org¨ªas a diario, pero es que de momento nos sentimos como si estuvi¨¦ramos en la mesa de un bar obligados a escuchar las aburridas charlas de un nutrido grupo de adolescentes que hablan demasiado alto.
Es evidente que los 10 inquilinos del chal¨¦ en la Sierra de Tele 5 parecen buena gente, pero tambi¨¦n lo son la mayor¨ªa de los taxistas con los que compartimos un trayecto y no por eso quedamos con ellos para cenar y tomar unas copas.
La estructura del resumen semanal de los mi¨¦rcoles, por otra parte, tampoco les permite mucho lucimiento. Se le da prioridad al plat¨®, a la presentadora y a los invitados en detrimento de la casa, consiguiendo de esta manera destruir la especificidad del programa (?Mercedes, queremos mirar!), convirti¨¦ndolo casi en un talk show (cuyos participantes, por cierto, tampoco dicen nada especialmente interesante: y eso tambi¨¦n va por el amigo Bart, flamante ganador de la edici¨®n holandesa de Gran hermano).
Esto obliga al mir¨®n antrop¨®logo a ejercer su vicio progresista en la emisi¨®n de 24 horas al d¨ªa que llega v¨ªa sat¨¦lite. ?Ser¨¢ ¨¦se el motivo de tanta ch¨¢chara en el plat¨® y tan poca acci¨®n en la casa? Lo ignoro, pero si esto sigue as¨ª los aficionados a la antropolog¨ªa y a la sociolog¨ªa vamos a practicar el zapeo con aut¨¦ntico frenes¨ª.
Conclusi¨®n: Mercedes, amiga, no hables tanto. Y vosotros, los prisioneros, a ver si hac¨¦is algo m¨¢s que cantar flamenco, contar chistes malos, coquetear discretamente y pegaros chapuzones en la piscina porque as¨ª no hay quien se enganche a vosotros, majetes.
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