Incomprendido BCE.
Complicado rodaje el del Banco Central Europeo (BCE). Desde el traspi¨¦ de la elecci¨®n del presidente hasta esta modificaci¨®n de sus tipos, pasando por esa, con frecuencia, desafinada coral de declaraciones de los miembros de su consejo, la controversia ha acompa?ado habitualmente m¨¢s que la comprensi¨®n a sus actuaciones. La evoluci¨®n del tipo de cambio del euro, aunque s¨®lo parcialmente condicionada por esas vicisitudes, tampoco ha favorecido la definitiva instalaci¨®n de la autoridad monetaria europea en los niveles de credibilidad que requiere. Las cuestiones relevantes siguen siendo a qu¨¦ responden sus decisiones, sobre qu¨¦ bases anal¨ªticas se asientan y c¨®mo son transmitidas a los mercados financieros.Que el objetivo de estabilidad de precios es el ¨²nico de la pol¨ªtica monetaria del Eurosistema es algo reconocido, pero no es f¨¢cil deducir que todas sus actuaciones hayan estado inequ¨ªvocamente dirigidas a satisfacer ese prop¨®sito. Tampoco es absoluta la confianza que infunde el denominado primer pilar de la estrategia que sigue (la evoluci¨®n del agregado monetario M3) como detector de las potenciales tensiones inflacionistas y heterog¨¦nea en el comportamiento financiero de sus agentes. La atenci¨®n al comportamiento del tipo de cambio forma parte del segundo pilar, la evaluaci¨®n de las perspectivas de evoluci¨®n de los precios y de los riesgos para la estabilidad, basada en un conjunto amplio de indicadores. La preeminencia de uno y otro no acaba de estar clara, y mucho me temo que esta ¨²ltima decisi¨®n tampoco contribuya a ello.
La elevaci¨®n de tipos no responde tanto a la evidencia de serias amenazas sobre la evoluci¨®n de la inflaci¨®n como a la pretensi¨®n por tratar de neutralizar esa marcada depreciaci¨®n del euro frente al d¨®lar de EEUU y el yen japon¨¦s. Los datos conocidos de las principales econom¨ªas de la eurozona apuntan precisamente a una contenci¨®n de los precios al consumo que es m¨¢s evidente a¨²n en los componentes subyacentes. Desaparecida la amenaza de incrementos adicionales en el precio del petr¨®leo, sobre los experimentados a lo largo del pasado a?o, lo razonable es que la tasa media de variaci¨®n de los precios en los Once quede estabilizada en los pr¨®ximos meses, o incluso ceda en algunas d¨¦cimas. La depreciaci¨®n del euro reduce tambi¨¦n su potencial inflacionista tras la recuperaci¨®n de los precios de la energ¨ªa a niveles m¨¢s razonables, y siempre en ese contexto de limitada contaminaci¨®n que salvaguarda una no excesiva apertura al exterior de la zona euro.
La experiencia sobre la eficacia defensiva que tienen las elevaciones de tipos no es precisamente favorable. De hecho, tras esta elevaci¨®n, el euro se depreci¨®, no se sabe si por la inconveniencia de esa medida o por la divulgaci¨®n de datos referidos a la econom¨ªa estadounidense expresivos nuevamente de la firmeza de su crecimiento y de la capacidad para seguir rentabilizando en mayor medida que los dem¨¢s los flujos de capital que el resto del mundo les haga llegar. Ah¨ª est¨¢ el verdadero fundamento de la debilidad del euro. La eurozona es una una importante exportadora de capitales a largo plazo; en 1999 las salidas netas de inversiones directas y de cartera ascendieron a 168.500 millones de euros, siendo las primeras las que han tenido un incremento m¨¢s destacable: los residentes en la zona euro aumentaron su inversi¨®n directa en el extranjero en 147.200 millones de euros, hasta alcanzar un montante bruto de salidas de 212.500 millones.
Esa importante propensi¨®n de los capitales a largo plazo a buscar destinos externos, en mayor medida que aquellos otros flujos que puedan responder a movimientos en los tipos de inter¨¦s a corto plazo, es el fundamento sobre el que se asienta la debilidad de la moneda europea. Frente a eso, el BCE puede hacer poco, m¨¢s all¨¢ de procurar que sus actuaciones se entiendan como certeramente dirigidas a la satisfacci¨®n del ¨²nico prop¨®sito que deber¨ªa preocuparle: la estabilidad de los precios.
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