La maldici¨®n de El Chivo
Histri¨®n y narcisista, el s¨¢trapa antillano Rafael Le¨®nidas Trujillo sali¨® del ba?o exhibi¨¦ndose desnudo ante una corte de aduladores y alcahuetes que al verle en pelotas prorrumpieron en aclamaciones admirativas: "?Qu¨¦ cuerpo! ?Qu¨¦ formas! ?Qu¨¦ musculatura! ?As¨ª se explica que las mujeres no resistan al jefe! ?Qu¨¦ blancura de piel!". "?Mentira, que es mulat¨®n!", escribi¨® medio siglo atr¨¢s un gallego envilecido, Jos¨¦ Almoina, que fue secretario particular del d¨¦spota y acab¨® siendo asesinado por sus pistoleros el 4 de mayo de 1960. "El jefe es un gallo. Estuvo con dos mujeres toda la noche y las dej¨® agotadas", proclamaba voz en alto la camarilla m¨¢s babosa del Primer Semental del Pa¨ªs.Le¨®nidas Trujillo Molina, seg¨²n las cr¨®nicas de la ¨¦poca y la magistral recreaci¨®n de su dictadura (1930-1961) efectuada por Mario Vargas Llosa en La fiesta del Chivo, y los datos aportados por autores que le precedieron, fue un monstruo, un tirano atroz y adefesio cuyas fechor¨ªas sufren sus descendientes, una saga estigmatizada, en la tumba o en la di¨¢spora, desde la muerte a tiros del patriarca, hace 39 a?os. Por ley, ninguno de sus miembros puede tener propiedades o domicilio social en un pa¨ªs cuyas vidas y haciendas pertenecieron a la estirpe. Esa prohibici¨®n arruin¨® las vidas de sus descendientes. "De la fortuna de los Trujillo, nada queda. Los pocos vivos de la familia viven fuera, son v¨ªctimas del apellido y no tienen ninguna incidencia pol¨ªtica. Queda s¨®lo el recuerdo", dice el historiador Bernardo Vega.
Recuerdos horripilantes
Los recuerdos obtenidos por este diario en la Rep¨²blica Dominicana, en la naci¨®n donde imper¨® el clan y el terror, son todav¨ªa v¨ªvidos, horripilantes, fabulosos muchos. Constituyen realidades o figuraciones que, hace ya medio siglo, cruzaron el Caribe rumbo a Europa. Cualquier cosa pudo haber sucedido dentro de los dominios del b¨¢rbaro. Mar¨ªa Altagracia Trujillo Ricart, de 47 a?os, primog¨¦nita de Ramfis Trujillo y de Octavia Ricart, nieta del Benefactor de la Patria, parti¨® en el a?o 1962 hacia la Espa?a de Francisco Franco. Acompa?aba a su padre, Ramfis; a sus t¨ªos Radham¨¦s y Angelita -los tres, hijos del aut¨®crata-, y a su abuela la Prestante Dama, Mar¨ªa Mart¨ªnez de Trujillo.
Mar¨ªa Altagracia ten¨ªa entre siete y ocho a?os al ser internada en un colegio madrile?o. Sus compa?eras la se?alaban: "Mira, la nieta del dictador. ?Es verdad que tu abuelito se com¨ªa la cabeza de sus enemigos?". Mary Loly de Severino, consultora de arte en Santo Domingo, comparti¨® colegio con ella y con su hermano Ramfis Trujillo Ricart, y evoca la imagen del jefe, del abuelito, acudiendo diariamente a la escuela con los dos nietos de la mano, amoroso y tierno, inimaginable en su condici¨®n de fiera. La ferocidad y crueldades del tirano, y las cometidas por sus hermanos e hijos y por la Gestapo trujillera, apenas conocieron l¨ªmites y pesan como una losa en la saga sobreviviente.
La oposici¨®n acab¨® en los potros o en las fauces de los tiburones de los acantilados insulares, y sus familias, en la ruina o en las mazmorras del r¨¦gimen. Las adolescentes y esposas m¨¢s apetecibles del feudo fueron vejadas por Rafael Le¨®nidas Trujillo y su hijos Radham¨¦s y Ramfis, general¨ªsimo a los 10 a?os, y los nacionales que las negaron sufrieron las consecuencias. "Una vez, el hijo del se?or se par¨® a preguntarme de qu¨¦ raza era el perro que yo estaba paseando. Mi pap¨¢, nunca jam¨¢s me dej¨® volver a pasear el perro. No fuera ser que un Trujillo me pusiera un ojo encima. Sab¨ªa lo que pod¨ªa ocurrirme", relata De Severino, todav¨ªa hermosa.
No hubo empresa o negocio que no pagara diezmos, y la saga fue due?a absoluta del Estado, del Banco Central, de las aduanas, de los principales consorcios nacionales, de las cuarter¨ªas en alquiler, y acumul¨® tanto que perdi¨® la cuenta de las fincas, mansiones, residencias veraniegas, franquicias y comisiones en fraudulenta propiedad: miles de millones de d¨®lares, seg¨²n c¨¢lculos que debieran ser actualizados, la m¨¢s cuantiosa fortuna personal de Am¨¦rica Latina. Las turbas saquearon las posesiones, y las que quedaron en pie fueron incautadas por el Estado. La familia qued¨® al pairo, expulsada por el magnicidio de mayo de 1961, perseguida por una naci¨®n en llamas. El efectivo robado en maletines, o atesorado antes en Suiza, hab¨ªa de cundir poco, y de la opulencia pas¨® la saga al decaimiento. El 18 de noviembre de 1961, Ramfis flet¨® el yate Angelita con el cad¨¢ver de su padre y cajones de d¨®lares atiborrando sus bodegas. Pero el saqueo del Banco Central hab¨ªa sido tal que la nave fue interceptada en alta mar y obligada a regresar a puerto.
Mar¨ªa Altagracia padeci¨® desde temprano las secuelas de los desmanes de sus ancestros. Harta un d¨ªa de las preguntas sobre el canibalismo del viejo contest¨® a una compa?era de pupitre: "S¨ª, nosotros comemos gente. Ese brazo tuyo me tiene loca". "Ella es adorable, simpatiqu¨ªsima", agrega Mary Loly de Severino. Los mayores de la nieta han muerto: el c¨¦sar, sus amantes, sus tres esposas: la tercera, Mar¨ªa Mart¨ªnez Alba, codiciosa, avara y vengativa, perdi¨® sus cabales y las claves de acceso a la millonada ingresada en cuentas extranjeras. A¨²n la maldicen quienes ansiaban su disfrute.
Desaparecieron los hermanos del patriarca: An¨ªbal, Virgilio, H¨¦ctor Bienvenido (Negro), Jos¨¦ Arismendi (Petan) o Amable Romeo (Pip¨ª), y las esposas de vicar¨ªa o de ocasi¨®n y los hermanastros; tambi¨¦n el hijo menor, el bestia de Radham¨¦s, que desfloraba a mano, y fue supuestamente asesinado por c¨®mplices en el narcotr¨¢fico colombiano, y el otro hijo, el padre de Mar¨ªa Altagracia, v¨ªctima de un accidente de tr¨¢fico. Otra hija del tirano, Angelita, regenta una gasolinera en Miami y predica en las esquinas el advenimiento de un nuevo cristianismo. El ¨¢rbol geneal¨®gico de los Trujillo se pierde en los vericuetos abiertos por los harenes y los cuernos, por el fren¨¦tico fornicio de los fundadores fuera del santo matrimonio. Otra hija de su excelencia, Odette, reside en Houston. La singular Flor de Oro Trujillo Ledesma, nacida de Aminta Ledesma cuando Trujillo era teniente, matrimoni¨® con el reputado tenorio dominicano Porfirio Rubirosa, y despu¨¦s, cinco veces. Con su amante Lina Lovat¨®n tuvo varios hijos. Todos forman parte de una enmara?ada trama de parentescos.
Lita Trujillo, actriz argentina de segunda en sus a?os mozos, que fue asidua en la prensa del coraz¨®n madrile?a, Lita Mil¨¢n en las tablas, segunda esposa de Ramfis, hered¨® parte de la fortuna arrebatada a sus compatriotas por ¨¦ste, el hijo m¨¢s encanallado y cr¨¢pula de un s¨¢trapa que humill¨® a un ministro haci¨¦ndole tocar las maracas toda la noche en una bacanal de burdel.
Un uniforme de 12 kilos
Fue un d¨¦spota aclamado en Puerto Pr¨ªncipe por una multitud de negros haitianos que le gritaban "Vive l'empereur!". Lo fue bananero, y le guardan memoria quienes con ¨¦l lucraron, o simplemente los nost¨¢lgicos de una tranquilidad impuesta a balazos. Obsesionado con los desfiles y el copete, el uniforme del gran mariscal del tr¨®pico pesaba 12 kilos, entre guerrera y faldones, entorchados, bicornio, plumas de guacamayo, faja, flecos, medallas, espad¨ªn, bast¨®n de mando, guantes de cabritilla y zapatos de charol y hebillas doradas.
Mar¨ªa Altagracia, separada del abogado espa?ol Jos¨¦ Mar¨ªa de Odiel, se siente bien en Madrid y tiene una hija espa?ola, m¨¦dica. Fue directora de modas de las revistas Vogue y Elle y se dedica a las relaciones p¨²blicas. Un amigo de la familia confes¨® a este corresponsal que perdi¨® un lugar en el testamento al fingir tiempo atr¨¢s su secuestro, convencida por un sinverg¨¹enza espa?ol, para sacar dinero al padre. "Quiero que a mi muerte me incineren en un pueblo dominicano, que echen mis cenizas y planten un ¨¢rbol de tamarindo encima", declar¨® a la revista Rumbo. Su hermano Ramfis, a caballo entre Panam¨¢ y Santo Domingo, tuvo menos suerte: dando tumbos por la vida, fracas¨® su matrimonio con una espa?ola, y en una de sus penosas rachas fue estafado por el general haitiano Raoul C¨¦dras.
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