En busca de los h¨¦roes perdidos
Inclinaciones sexuales
ENVIADO ESPECIALEn los alrededores del campo base avanzado del collado norte, casi todos los expedicionarios se han acostumbrado a la imagen, por fuerza anacr¨®nica: cualquiera puede verles agarrados a una cuerda o avanzando pesadamente tras una formaci¨®n de hielo. Afirman que todo es posible en el Everest: tambi¨¦n contemplar a dos sujetos vestidos como vest¨ªan los alpinistas hace 75 a?os. As¨ª que holandeses, norteamericanos, rusos o canadienses arquean primero las cejas, se detienen y sonr¨ªen para dejar paso a la leyenda himalay¨ªstica mas apasionante que existe. Obviando, claro esta, la figura del Yeti.
Nadie como ?scar Cadiach y Alberto Zerain se halla tan familiarizado con los personajes de Mallory e Irvine, la pareja brit¨¢nica que desapareci¨® en 1924 muy cerca de la cima virgen del Everest y cuya aventura han aceptado representar para el programa de televisi¨®n Al filo de lo imposible.
Metidos de lleno en su papel resulta extra?o verles vestidos con los tonos chillones que la moda ha impuesto en el alpinismo moderno. Sin sus botas de cuero, sus pantalones bombachos o los sombreros de ¨¦poca, Cadiach-Mallory y Zerain-Irvine pierden su identidad, su relevancia. Ambos han renunciado a ser ellos mismos mientras dure la filmaci¨®n y prefieren dar marcha atr¨¢s en el tiempo y ser quienes sus ropas delatan. En este caso, dejan de ser dos asalariados temporales de TVE para convertirse en dos escaladores comprometidos con la historia.
Cadiach, de 47 a?os, se confiesa comprometido desde siempre con la epopeya de Mallory que conoce al dedillo. Sigui¨® pensando en el ingl¨¦s incluso despu¨¦s de coronar sin ox¨ªgeno por primera vez el Everest, en 1995. Repetir¨ªa en 1998. De hecho, en 1993, a?o en el que coincidi¨® con Zerain, Cadiach descubri¨® en el Everest varias botellas de ox¨ªgeno abandonadas, algunas antiqu¨ªsimas, tanto que se cruz¨® por su imaginaci¨®n la posibilidad de que hubieran pertenecido a la pareja que ahora retratan.
Zerain, alav¨¦s de 38 a?os, tampoco se siente especialmente estimulado por pisar una cima que ya desubri¨® hace siete anos. Otra cosa es hacerlo vestido de ¨¦poca y c¨¢mara al hombro. Aqu¨ª, a Zerain se le hinchan los ojos (azules, como los de Irvine) y se le desenfoca la mirada mientras asegura que el valor del reto que afrontan reside en ilusionarse con la posibilidad de realizar un acto tan simb¨®lico como emotivo. Aunque incrustados en el gran grupo de TVE, en el que tambi¨¦n figuran Oiarzabal, Vallejo, Latorre, Bereciartua, Kerejeta y una docena de camaras, t¨¦cnicos de sonido y periodistas, Cadiach y Zerain viven en su burbuja. Ambos se encontraron en Espa?a para discutir sobre sus respectivos personajes, sobre su perfil y all¨ª descubri¨® Zerain cu¨¢n larga es la sombra que Mallory proyecta sobre Irvine. Apenas hay nada escrito sobre el menor de los escaladores ingleses: de Irvine se sabe que era remero de Oxford, de 22 a?os, alto, rubio y de ojos claros. Practicaba el alpinismo desde hac¨ªa dos a?os cuando desapareci¨® y destacaba por su habilidad para manejar los pesados y complicados equipos de ox¨ªgeno artificial al uso por entonces y cuyo peso se disparaba hasta los 15 kilos. Mallory, explica la leyenda, le escogi¨® para atacar a su lado la cima del Everest por sus dotes atl¨¦ticas y por su juventud, que con toda probabilidad le someter¨ªa a su mandato. Mallory deseaba asegurarse cierto tipo de jerarqu¨ªa alpin¨ªstica.
?No era Irvine homosexual y del agrado de Mallory, bisexual? Aqu¨ª, Cadiach y Zerain enmudecen; han escuchado la teor¨ªa y no saben gran cosa al respecto. A su lado, Graham Hoyland, sobrino de Somerwell, integrante de la expedici¨®n brit¨¢nica de 1924, se aclara la voz y expone sus pesquisas: "Conozco el rumor pero estoy pr¨¢cticamente seguro de que es falso. Irvine era muy mujeriego y lleg¨® a tener asuntos con mujeres de su familia. Su reputaci¨®n era de sobra conocida. En cuanto a Mallory, se sabe que atra¨ªa mucho a los hombres, pero era un hombre felizmente casado como lo demuestran las numerosas cartas que se intercambiaron".Fin del debate. Todas las partes coinciden en que las inclinaciones sexuales de los alpinistas resultan anecd¨®ticas, fueran las que fueran.
Desde su aterrizaje en Nepal, Cadiach y Zerain se mentalizaron para colocarse en la piel de sus personajes y empezaron a repetirse la frase que sus h¨¦roes se lanzaban a diario: "T¨², Mallory, eres la ambici¨®n y yo, Irvine, la fuerza". Al mismo tiempo, comenzaron a intercalar en su l¨¦xico frases en ingl¨¦s sin que asomara cualquier atisbo de burla en sus expresiones. Parec¨ªan pose¨ªdos por su papel, transformados, ajenos a la realidad de principios del siglo pasado aunque francamente sujetos a las exigencias actuales de la monta?a.
El gui¨®n de Al filo... s¨®lo reclama imagenes hasta la salida del campo 3, a 8.300 metros, ¨²ltimo lugar donde se les supo vivos a excepci¨®n de la visi¨®n de Neil Odell, que contempl¨® brevemente dos figuras a 8.500 metros antes que la niebla las borrara. Sin embargo, Cadiach y Zerain han decidido escribir su propio gui¨®n y progresar hasta la cima filmando y vestidos como anta?o. Es su reto, su ilusi¨®n. Disponen de buzos de pluma m¨¢s estrechos de lo habitual para poder vestirse con sus prendas antiguas. Tambi¨¦n disponen de botas disfrazadas para la ocasi¨®n y Zerain hasta est¨¢ dispuesto a prescindir del buzo de pluma de tan c¨®modo y caliente como se siente con su nueva indumentaria adquirida en Madrid. Portar¨¢n bombonas de ox¨ªgeno de pega que desechar¨¢n en cuanto filmen unos planos con ellas a la espalda. "Si llegan de esta guisa a la cima demostrar¨¢n que Mallory e Irvine pudieron hacerlo", se excita Graham Hoyland. "No estoy de acuerdo", tercia Russell Brice, gu¨ªa de monta?a que afronta su novena expedicion al Everest. "Los espa?oles dispondr¨¢n de mejor material y atenci¨®n que entonces, lo tienen m¨¢s f¨¢cil", concluye.
Pensativo, Hoyland reconoce que su coraz¨®n le dice que ambos pisaron la cima en 1924, aunque su raz¨®n le recuerda que en el momento de lanzar su intento, la pareja inglesa se hallaba extremadamente fatigada y casi sin opciones de ¨¦xito. Por lo que pueda acontecer, Cadiach dispone de un peque?o bander¨ªn con el dibujo de la bandera inglesa, necesario si alcanzan la cima del Everest y alguien reclama despu¨¦s una fotograf¨ªa cimera.
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