Cultura, en la UVI

Me temor, se?or secretario de Estado, que lo que usted padece es uno de los peores efectos que tienen las mayor¨ªas absolutas, como la que en estos momentos disfruta su partido. Abra la boca y diga "aaa". No quiero insinuarle que sus padecimientos sean incurables, pero su cuadro reviste una especial gravedad por cuanto no se da cuenta de que la prepotencia y la soberbia nunca fueron aliados de la virtud y la raz¨®n.En ¨²ltima instancia, y con la esperanza de que todav¨ªa no haya perdido completamente el juicio, deber¨¢ realizar a diario una tabla de ejercicios de rehabilitaci¨®n democr¨¢tica.

Repita conmigo: "En Espa?a, el soberano es el pueblo, tal y como ordena la Constituci¨®n, y sus representantes no tenemos otra funci¨®n que la de obedecer la voluntad popular". Mi consejo facultativo es que reflexione al menos dos veces al d¨ªa, que no olvide repetir su tabla, sobre todo en el coche oficial, y que no tome decisiones de aqu¨ª a seis meses. En este tiempo, sin embargo, s¨ª deber¨ªa dejarse aconsejar por arquitectos de la categor¨ªa de Fernando Higueras, Ricardo Aroca o Fernando Chueca Goitia. De no seguir el tratamiento, las consecuencias ser¨¢n muy graves: o bien la muerte de la exquisita belleza del barrio de los Jer¨®nimos y del Museo del Prado, o bien que el presidente se informe de lo que usted planea y le deje sin curro y sin chiringuito, naturalmente en beneficio de los madrile?os. El tratamiento debe iniciarse hoy mismo, sin dilaci¨®n, doctor dixit.-