El Atl¨¦tico ya no vive en Primera
Los rojiblancos descienden al empatar en Oviedo y acent¨²an los problemas del equipo de LuisAragon¨¦s
Una escenograf¨ªa hom¨¦rica ambient¨® el d¨ªa en que el Atl¨¦tico se fue a Segunda Divisi¨®n. Hab¨ªa llegado a Oviedo con sus ¨²ltimos despojos, pero no fue su rival el que le fabric¨® el traje de madera. El Atl¨¦tico se fue a Segunda, fiel a su propia historia, en un acto de suicidio. No pudo sobrevivir, ni tampoco morir matando, pero tras levantar un 2-0 en contra y asomarse al 2-3 con un penalti fallado a cinco minutos del final, dej¨® al Oviedo con los deberes a medio hacer y la permanencia sin rubricar.Como en los ¨®bitos asumidos con antelaci¨®n, la consumaci¨®n del descenso con dos jornadas de Liga por jugar, no era otra cosa que el mal menor cuando el partido de ayer lleg¨® al descanso. Lo mejor que entonces pod¨ªa ocurrirle al Atl¨¦tico era una transici¨®n r¨¢pida y sin prolongar in¨²tilmente la agon¨ªa. Pero todo lo que pas¨® en el segundo tiempo, en especial durante el ¨²ltimo cuarto de hora, adem¨¢s de confirmar el drama, sirvi¨® para que la expedici¨®n colchonera regara el vestuario de l¨¢grimas al terminar el partido. El Atl¨¦tico sali¨® del Tartiere sumido en una profunda depresi¨®n, de resultas de su acentuada enemistad con la llamada diosa Fortuna. Los hados le dieron la espalda cuando el equipo se rebel¨® contra el destino y tuvo un gesto de orgullo para despedirse de la categor¨ªa con un torrente de sudor, infortunio y emociones.
OVIEDO 2ATL?TICO 2
Real Oviedo: Esteban; Eskurza (Danjou, m.69), Keita, Onopko, Boris, Rabarivony; Paulo Bento, Nadj (Jaime, m.52, Fabio Pinto, m.81), Pompei; Dubovsky y Losada. Atl¨¦tico de Madrid: Molina; Gaspar (Valer¨®n, m.27), Ayala, Gamarra, Capdevila; Aguilera, Bejbl (Baraja, m.62), Hugo Leal, Solari (Luque, m.46); Kiko y Hasselbaink. Goles: 1-0. M.25: Losada. 2-0. M.68: Paulo Bento, de penalti. 2-1. M.70: Capdevila. 2-2. M.76: Hasselbaink. ?rbitro: Prados Garc¨ªa, del colegio andaluz. Mostr¨® tarjeta amarilla a Ayala, Bejbl, Capdevila, Baraja, Rabarivony, Luque y Esteban. 14.200 espectadores en el Tartiere.
El Oviedo ten¨ªa preparada una fiesta con su afici¨®n, pero vivi¨® el drama atl¨¦tico tan de cerca que se contagi¨® y acab¨® descosido y desquiciado, una vez m¨¢s a salvo gracias a Esteban, un portero bajito, pero que est¨¢ llamando insistentemente a la puerta del seleccionador nacional.
El estado comatoso del enfermo ya qued¨® patente en el primer gol del Oviedo. Molina jug¨® mal el bal¨®n con el pie, comprometi¨® a Gaspar y ¨¦ste tuvo el honor de verse en un lance inusual: vio a Dubovsky rob¨¢ndole la pelota en un forcejeo, antes de servir a Losada a boca de puerta. Hasta ese momento, y as¨ª hasta el descanso, el Atl¨¦tico, en la l¨ªnea de las ¨²ltimas jornadas, desde que se mir¨® al espejo y se vio incapaz de ganarle a nadie, apenas se enter¨® de nada. El Oviedo tom¨® el bal¨®n, abri¨® el marcador, se meti¨® en la trinchera y reserv¨® a los rojiblancos la ingrata tarea de nadar contra corriente.
Pero el panorama cambi¨® y lo hizo a medida que los dos entrenadores fueron moviendo su banquillo. Antic respondi¨® al primer gol acord¨¢ndose de Valer¨®n y retirando a Ayala, aunque el Atl¨¦tico no empez¨® a funcionar con hechuras de equipo hasta que Luque, y m¨¢s tarde Baraja, sustituyeron a Solari y Bebjl, ambos convertidos en la personificaci¨®n de la r¨¦mora.
El equipo de Antic se prepar¨® a s¨ª mismo un escenario de tragedia griega para sus funerales. De hecho, todo el segundo tiempo fue un nudo argumental relleno de pasi¨®n y frecuentado por el infortunio. Deriv¨® en una gran catarsis a medida que se desgranaban los ¨²ltimos minutos y el Oviedo pas¨® de verse ganador y salvado a prisionero de sus nervios y a merced del rival. Inopinadamente, el equipo de Luis se fue por el desag¨¹e justo tras marcar el 2-0 en un momento supuestamente decisivo. Pero al Atl¨¦tico le sobrevino un arranque de rebeld¨ªa contra el destino. Capdevila acort¨® ventajas en la ¨²nica visita de la fortuna, y entre Kiko y Hasselbaink fabricaron la jugada del empate, un fogonazo de clase por una vez propio de un gran equipo.
Al Oviedo se le vinieron encima entonces el Atl¨¦tico, como una fiera herida, y su propia afici¨®n, al borde de un ataque de nervios. As¨ª llegaron los ¨²ltimos cinco minutos, en los que apareci¨® Esteban. El portero ovetense le viene dando a su equipo las botellas de ox¨ªgeno con las que tal vez respire tranquilo, pero s¨®lo al terminar la Liga.
Esteban reclam¨® para s¨ª el incienso de la gloria par¨¢ndole a Hasselbaink el penalti, aunque ni siquiera el estado de gracia de su portero le hubiera bastado al Oviedo para librar el ¨²ltimo zarpazo de un Atl¨¦tico orgulloso y moribundo, que se fue a Segunda con un rictus de estupor, como el que dibuj¨® el rostro de Kiko cuando, en el suspiro final, cabece¨® fuera un bal¨®n de gol que era el ¨²ltimo salvavidas.
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