Pero, ?qu¨¦ hace el Gobierno?
En el debate que sacude a la opini¨®n p¨²blica cuando ETA comete un asesinato, llega siempre un momento en el que surge la pregunta por la responsabilidad del Gobierno, de ¨¦ste del PP, de los anteriores del PSOE y hasta de los ya prehist¨®ricos de UCD. La pregunta es en muchos casos ret¨®rica, pues lleva impl¨ªcita una respuesta a modo de exhortaci¨®n: es necesario que el Gobierno haga algo. Generalmente, a tal requerimiento sigue la propuesta de un modelo: Aznar y Mayor deb¨ªan aprender, por ejemplo, de Blair y Mandelson.Hay en esta l¨®gica un supuesto que es preciso explicitar antes de seguir adelante: si el Gobierno tiene algo que hacer ser¨¢ porque hasta ahora no ha hecho nada o lo hecho es insuficiente. Para esta manera de razonar no cuenta que la primera medida tomada por los Gobiernos del Estado democr¨¢tico fuera una amnist¨ªa general y la ¨²ltima un concierto econ¨®mico que deja en manos del Gobierno vasco la totalidad de la Hacienda. La pregunta ?qu¨¦ hace el Gobierno? ignora que, adem¨¢s de negociar con ETA, los Gobiernos espa?oles han dado entre 1977 y 1999 pasos de tal calado que han permitido consolidar en Euskadi un autogobierno con competencias superiores a las de cualquier Estado federado de los que existen en el mundo.
Pero si esa pregunta puede siquiera formularse, y debatirse, es porque esos avances han tenido un efecto ins¨®lito: en lugar de integrar m¨¢s profundamente a los nacionalistas en el Estado, han reforzado su opci¨®n contra el Estado. ?ste es el hecho pol¨ªtico clave: alcanzar el m¨¢ximo de autogobierno ha disparado unas exigencias situadas en terreno ajeno al constitucional no porque no se haya desarrollado el potencial de la Constituci¨®n, sino por lo contrario, por haberse cumplido. Por eso, quienes reclaman que el Gobierno haga algo, normalmente no dicen qu¨¦ demonios puede hacer y se lavan las manos proponiendo un modelo: que haga como Blair, que se mueva, que negocie.
A pesar de que la situaci¨®n en Euskadi en muy poco recuerda la de Irlanda del Norte, sigamos el razonamiento puesto que a ello invitan personas sesudas y de relieve pol¨ªtico. Aznar y Mayor podr¨ªan ser como Blair y Mandelson, s¨ª, claro, pero siempre que Arzalluz hiciera de Ahern, y Otegi imitara a Adams, o sea, siempre que PNV y HB fueran capaces de obligar a ETA a un desarme completo y verificable sin haber alcanzado previamente la soberan¨ªa. ?Est¨¢n dispuestos? Si lo est¨¢n, no lo demuestran: HB ha sido incapaz de emitir una voz distinta a la de ETA; y el PNV lamenta los asesinatos menos de lo que desea ver a ETA desarmada. A los hechos, no a las palabras, hay que remitirse: el PNV sell¨® un pacto estrat¨¦gico con ETA a cambio de una incierta tregua y jam¨¢s ha intentado emplear los enormes recursos de que dispone su Gobierno para proceder al desarme moral y material de la organizaci¨®n terrorista.
El problema para cualquier posible iniciativa del Gobierno del Estado consiste en que la coincidencia actual de PNV, HB y ETA en sus objetivos estrat¨¦gicos pesa m¨¢s que sus discrepancias en el orden t¨¢ctico: cinco meses ha dado de plazo Egibar a Otegi para romper un pacto que los recientes asesinatos de un militar, un polic¨ªa, un pol¨ªtico y un periodista deber¨ªan haber hecho trizas. Tanto miramiento con autores y legitimadores de asesinatos liquida las condiciones m¨ªnimas para que el Gobierno pueda negociar nada con los nacionalistas, como nunca Blair hubiera restablecido la autonom¨ªa de Irlanda del Norte -infinitamente menor que la de Euskadi puesto que pudo suspenderla- sin el previo compromiso del IRA de someter a un control efectivo su desarme.
En un pa¨ªs como el vasco, donde todo el mundo se conoce, si PNV y HB obligaran a ETA a un desarme completo y verificable, o sea, y por seguir con la mimesis irlandesa, si Arzalluz decidiera ser Ahern, y Otegi pudiera ser Adams, todo el problema se desvanecer¨ªa en el aire y Aznar podr¨ªa actuar como Blair y hacer algo; por ejemplo, no reclamar el adelanto de elecciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.