Ojos que miran y no ven
La encontraron una madrugada tirada junto al monumento a la Constituci¨®n, en la madrile?a plaza de San Juan de la Cruz. Estaba inconsciente y con claras marcas de haber sido objeto de todo tipo de abusos. Sus brazos, con signos de que las agujas hab¨ªan cosido sus venas en m¨²ltiples ocasiones. Ni un diente en la boca, y en su cabeza, unos cuantos mechones ra¨ªdos. Su descosido bolso, tirado junto a ella, no guardaba ni un solo papel que acreditara su identidad. Los servicios sociales la recogieron, los m¨¦dicos lograron salvarle la vida, y ahora la Agencia de Tutela de la Comunidad de Madrid vela por que alg¨²n d¨ªa vuelva a saber que se llama Ana y que tiene s¨®lo 23 a?os.La vida de Ana se asemeja a la de otros 14 personas, menores de 30 a?os, a quienes tutela esta instituci¨®n. Son diez hombres y cinco mujeres. Todos ellos han sido calificados por los jueces como "incapacitados", tras una corta pero intensa vida marcada por la droga, los des¨®rdenes psicol¨®gicos y la soledad. Hay otros 85 menores de 30 a?os tutelados, pero por otras causas.
Ana est¨¢ encerrada en Ciempozuelos desde hace 11 meses. Su caso es quiz¨¢ el m¨¢s extremo de todos. Por ello su expediente se resolvi¨® r¨¢pidamente en los despachos. Lo m¨¢s inusual fue que en primer lugar tuvieron que hacerle un carn¨¦ de identidad. Su actitud siempre ha sido de autismo. Han buscado a su familia, pero nadie la reclama. Puede que no est¨¦ sola en el mundo, pero la han dejado abandonada. Mar¨ªa Jes¨²s D¨ªaz, la responsable de la Agencia de Tutela para Adultos, la ha visitado en su reclusi¨®n, y cuando habla de ella sus ojos se humedecen. "Son casos que a nosotros, por mucho que hayamos visto, todav¨ªa nos duelen", se?ala D¨ªaz. Ella y su equipo velan a estos 15 j¨®venes y, de alguna manera, tambi¨¦n a sus familias.
La incapacidad de estos enfermos con trastornos psicol¨®gicos y un pasado de drogadicci¨®n se ha alcanzado en los ¨²ltimos tres a?os. "Los perfiles de la gente con la que trabajamos est¨¢n cambiando", dice Mar¨ªa Jes¨²s D¨ªaz. "Es la punta de un iceberg. Son ¨¦stos j¨®venes que llegan hasta nosotros destruidos por la droga".
En muchos de estos casos son las propias familias las que acuden hasta los servicios sociales, en una situaci¨®n total de desesperaci¨®n. "No sabemos qu¨¦ hacer. Nos pega, nos roba, desaparece....", son las razones que argumentan los padres, los hermanos o, en algunos casos, los amigos cuando ya nadie sabe qu¨¦ hacer. Ninguno de los 15 est¨¢ casado. Algunos, hasta llegar a los jueces, viv¨ªan con sus familias; otros, en pisos con amigos; y los peor parados, en la calle.
Los servicios sociales inician los expedientes para la incapacidad y los m¨¦dicos forenses efect¨²an los ¨¦xamenes. Suelen ser m¨¦dico especializados en neurolog¨ªa los encargados de valorar su estado. Si bien son los jueces quienes dictaminan finalmente su situaci¨®n tras entrevistarse con ellos y realizarles personalmente una prueba, en la que las preguntas suelen ser casi las mismas: "Dime un refr¨¢n. ?Cu¨¢ntas monedas hay aqu¨ª? ?Y, si quito 30 y hay 100, cuantas quedan? Lee este papel. Ahora expl¨ªcame qu¨¦ quiere decir eso. ?Sabes qui¨¦n soy yo? ?Sabes por qu¨¦ est¨¢s aqu¨ª? ?C¨®mo te llevas con tu familia?". Con este peque?o test, los jueces creen conocer el grado de capacidad de los afectados, si bien los expedientes m¨¦dicos de los forenses suelen ser determinantes.
"Ver un informe de uno de ellos es casi el calco del resto", dicen los especialistas. Son personas a¨²n j¨®venes diagnosticadas de esquizofrenia paranoide y dependencia a t¨®xicos, que han ingresado en m¨²ltiples ocasiones por descompensaciones psic¨®ticas. "En todos los casos se da una patolog¨ªa dual", explica la responsable de la Agencia, "en la que hay una coexistencia de drogodependiencia y un trastorno mental definido. Este trastorno del comportamiento es debido al consumo de sustancias psicotr¨®picas. No son manejables por la psiquiatr¨ªa tradicional y menos por los dispositivos de asistencia a los drogodependientes por s¨ª mismos".
Los 15 incapacitados suelen pasar sus primeros meses enclaustrados. Ni f¨ªsica ni psicol¨®gicamente est¨¢n en condiciones de estar en la calle, ni en sus casas. Sus familias, si las tienen, no pueden hacer nada o no quieren intentarlo m¨¢s. "En algunos casos, los menos, con el tiempo algunos de ellos logran salir alg¨²n tiempo. Son los llamados tutelados en r¨¦gimen abierto", explican en la Agencia.
Para ejercer un control sobre ellos, los especialistas cuentan primero con la complicidad de las familias o de las personas m¨¢s pr¨®ximas. Lo m¨¢s importante es que, una vez est¨¢n fuera de los centros, sigan tomando su medicaci¨®n, y para ello hay que buscar a alguien de quien el incapacitado se f¨ªe. Puede ser un familiar, un amigo, un vecino... "Durante este tiempo de tutela abierta, los servicios sociales les visitan regularmente y tienen contacto con las personas con las que conviven", dice Mar¨ªa Jes¨²s D¨ªaz. Pero son pocas las veces en que la situaci¨®n se mantiene por alg¨²n tiempo. " Y es que son personas muy deterioradas. Llegan a los tribunales en situaciones muy extremas. Su situaci¨®n es irrecuperable. Para que los jueces den la incapacidad a estas personas es que tienen que estar muy mal".
Un veterano de 30 a?os
El benjam¨ªn de estos 15 j¨®venes s¨®lo tiene 19 a?os, y el mayor, 30. El m¨¢s veterano fue incapacitado cuando estaba internado en un hospital de psiquiatr¨ªa, al que lleg¨® despu¨¦s de arrastrar una larga historia que se remontaba muchos a?os atr¨¢s. Su diagn¨®stico fue "toxicoman¨ªa". Los m¨¦dicos descubieron que llevaba bastante tiempo consumiendo sustancias psicotr¨®picas, como el ¨¦xtasis. Hab¨ªa abandonado su casa, su trabajo y rechazado a su familia. Adem¨¢s, sus estancias en r¨¦gimen de hospitalizaci¨®n cerrada hab¨ªan adquirido un car¨¢cter continuo. A Jos¨¦, nombre que la Agencia ha dado a este joven para ocultar su identidad, le presentan como su caso m¨¢s "optimista", aunque, viendo su expediente, no se sabe a qu¨¦ se debe tal calificativo: "En el momento actual no est¨¢ ingresado. Es patente su deterioro social, el aislamiento en el que vive y la disminuci¨®n de sus rendimientos intelectuales. Aunque ha abandonado el consumo de drogas, su personalidad ha quedado gravemente deteriorada, con tendencia al autismo y ciertas reacciones paranoides, con una marcada dificultan de comunicaci¨®n y desvinculado afectivamente de las personas que le rodean".
El informe no lo dice, pero Mar¨ªa Jes¨²s D¨ªaz sabe que Jos¨¦, como Ana, como todos ellos, tiene, adem¨¢s, unos ojos que miran y no ven. ?sa es su marca.
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