El ¨²ltimo de los grandes
Ha muerto el ¨²ltimo de los grandes del teatro ingl¨¦s, que formaba la gran triada de actores con Laurence Olivier y Ralph Richardson, que murieron uno hecho lord y el otro sir y nadie nunca les discuti¨® su primac¨ªa: no ten¨ªan rival. Gielgud, una especie de reina madre del teatro ingl¨¦s, ha acumulado preces, honores y popularidad y es reconocido como uno de los creadores del teatro del siglo XX ingl¨¦s, que es como decir el mejor teatro del mundo.Conocido, reconocido homosexual, vivi¨® sin los tormentos, la culpa y el castigo que recibi¨® Oscar Wilde en el siglo XIX. Es de hecho la personalidad teatral m¨¢s querida que se recuerda y nunca pos¨® de h¨¦roe ni de v¨ªctima, prefiriendo una vida discreta sin hacer vulnerable su intimidad. Recibi¨® adem¨¢s en su larga vida los elogios (como ahora las apreciaciones f¨²nebres) de sus pares. Sobre todo, de Laurence Olivier, que en un principio estaba celoso no s¨®lo de su popularidad sino de su voz: por consenso era la m¨¢s bella del teatro ingl¨¦s y tal vez la m¨¢s pura. Laurence Olivier, con m¨¢s envidia al principio que su admiraci¨®n tard¨ªa, dijo de Gielgud, tanto como escribi¨® en su autobiograf¨ªa art¨ªstica, en esa lejana ¨¦poca cuando Olivier montaba el potro del martirio de los cr¨ªticos y Gielgud "era adorado como un dios". Su ¨²ltimo aprecio fue decir: "John tiene una dignidad y tal majestad que sugiere que naci¨® con una corona en la cabeza". Pero no naci¨® con la corona real sino con un talento mayor, heredado de su t¨ªa abuela, "la eximia Ellen Terry", protagonista de Bernard Shaw y su fiel y fervorosa corresponsal durante a?os. Hay que creer en los genes sin tener que apreciar a Gene Kelly.
Es Gielgud, exactamente, del cine en que particip¨® en una medida ni siquiera igualada por sus camaradas err¨¢ticos, Olivier y Richardson (Ralph), aunque este ¨²ltimo fuera no s¨®lo un adorable exc¨¦ntrico ingl¨¦s, sino un gran actor del teatro y del cine. Gielgud, como dice el cr¨ªtico Leonard Maltin, ha sido "uno de los grandes actores del siglo, que se ha convertido en una de las estrellas de cine m¨¢s prol¨ªfica de que se tiene memoria".
Gielgud pr¨¢cticamente debut¨® en el cine dirigido por Alfred Hitchcock en Agente secreto en 1936. Aqu¨ª Gielgud cre¨® un esp¨ªa elegante pero letal (manes de Sean Connery en sus m¨²ltiples James Bonds), que era en realidad no el salonnier que pretend¨ªa ser sino un agente del servicio de contraespionaje ingl¨¦s. Su nombre era Ashenden, Richard Ashenden, que como Ian Fleming, mucho mejor que Ian Fleming, lo invent¨® Somerset Maughan en su novela Ashenden, aunque el t¨ªtulo del filme estaba pedido prestado a Conrad.
Pero Gielgud tom¨® en serio (y lo tomaron en serio los cr¨ªticos) en Julio C¨¦sar, dirigida por uno de los directores m¨¢s literarios de Hollywood, Joseph Mankiewicz. Aqu¨ª el feo Gielgud ten¨ªa que competir con la belleza semidesnuda de Marlon Brando. Pero Brando era un imitador en su Marco Antonio, mientras que Gielgud era the real thing: m¨¢s ingl¨¦s que la Coca-Cola es americana. Gielgud, actuando contra su encanto y su ¨¢ngel que es m¨¢s un arc¨¢ngel, casi se roba la pel¨ªcula en el amargo togado Casio, el conspirador intelectual por excelencia. Despu¨¦s despleg¨® su dicci¨®n perfecta pero dulce y armoniosa en muchas reproducciones de Shakespeare en el cine, como el Coro de Romeo y Julieta en 1954. Volvi¨® a ser un irreprochable h¨¦roe shakespeariano en Campanadas a medianoche, pero su extraordinario instrumento vocal se perdi¨® entre las zetas y las jotas madrile?as del doblaje. Su aparici¨®n en el cine tal vez m¨¢s popular fue en un papel c¨®mico, el perfecto gentleman's gentleman en Arthur, donde era correcto pero con br¨ªo.
Gielgud aparece en todos los anecdotarios del teatro ingl¨¦s y del cine dondequiera como un exc¨¦ntrico terriblemente amable que dejaba caer los m¨¢s pesantes ladrillos (como se llaman estas salidas de tono en ingl¨¦s). Una ocurrencia, en todo sentido, fue cuando declar¨® una vez que se preguntaba por su mejor profesor de actuaci¨®n, diciendo: "Era un actor notable, muy peque?o, muy peque?o, pero no s¨¦ qu¨¦ fue de ¨¦l". Ese actor era, oh sorpresa, Claude Rains, el ¨²ltimo amor de Humphrey Bogart en Casablanca.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.