V¨¢zquez Montalb¨¢n define la copla como "la caja negra de la emoci¨®n de Espa?a" El escritor completa el 'Cancionero general del franquismo', que fue publicado en parte en 1972
Dice que la gente normal siente la misma emoci¨®n oyendo algunas coplas que un lector culto leyendo a Eliot. Que hay canciones capaces de resumir en dos frases las 400 p¨¢ginas de Il mestiere di vivere, de Pavese. Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n ha sido siempre un enamorado de la copla, de su emoci¨®n y sus paradojas. En sus tiempos de poeta nov¨ªsimo, siendo marxista convencido, met¨ªa fragmentos de canciones de la Piquer en sus poemas. En 1972, reuni¨® un Cancionero general, finalmente frustrado por problemas con la SGAE. Ahora, en pleno revival coplista, se reedita con una nueva clasificaci¨®n tem¨¢tica.
Son 450 p¨¢ginas, y las ha editado Cr¨ªtica en tapa dura, con lujo tipogr¨¢fico y a dos tintas. Una presentaci¨®n muy digna para un g¨¦nero denostado, incomprendido, que algunos intelectuales de izquierda, como el propio Montalb¨¢n, Paco Umbral o Basilio Mart¨ªn Patino, empezaron a reivindicar en los primeros a?os 70. Segu¨ªan la apolog¨ªa de lo pop promovida por, entre otros, Susan Sontag, "pero tambi¨¦n el esp¨ªritu humanista de Rimbaud, y la humanizaci¨®n del marxismo, cuando dej¨® de pensar que todo era pura historia".Ese nuevo discurso viene a decir que hay que distinguir el medio del mensaje, la vida cotidiana de la dictadura, lo vivencial de lo pol¨ªtico: "La copla era la cultura autorizada, impuesta por el r¨¦gimen desde la radio, que cre¨® la cultura de masas en los 40", explica V¨¢zquez Montalb¨¢n. "Pero el p¨²blico recog¨ªa lo que o¨ªa a su manera, y convirti¨® la copla en su historia emocional y sentimental. Mi jaca es el mejor ejemplo: durante la guerra se o¨ªa en los dos bandos; y estuvo de moda 30 a?os".
?sa es una de las grandes contradicciones de la copla: la gente asum¨ªa lo que escrib¨ªan los autores (Rafael de Le¨®n, Quiroga, Quintero, y algunas otras figuras) como si fuera suyo. Y en la "¨¦poca heavy" (en el libro se llama el periodo aut¨¢rquico, y cubre de 1939 a 1954), las canciones vienen bien cargadas: algunas son "tratados de filosof¨ªa pura", otras ense?an mujeres inmorales (Romance de la otra, Tatuaje...), o narran tragedias trist¨ªsimas (La Parrala...). "Muchas recogen con acierto la tradici¨®n de la vieja canci¨®n popular espa?ola y la seguidilla; y las m¨¢s andalucistas (No te mires en el r¨ªo...) son herederas de Lorca y del 27, y, antes, de Villal¨®n y el padre de los Machado ".
El problema, aclara Montalb¨¢n, no es de la copla: "?Qu¨¦ culpa tiene la copla de que El Pardo se apodere de ella y de que las folcl¨®ricas empiecen a levantar el brazo?"
La canci¨®n nacional subsiste durante esos a?os con gran fuerza, junto a otra, que el autor cataloga como sentimental, y que viene sobre todo de la Am¨¦rica hispanohablante (Lara, Mach¨ªn...). Pero, tambi¨¦n, con algunas rarezas "testimoniales", como Raska yu, La vaca lechera o Tarde de f¨²tbol.
Todo cambia a finales de los 50. La nueva burgues¨ªa urbana no se ve reflejada en los dramones, la exaltaci¨®n de la muerte, el sentimentalismo. Este nuevo periodo (Hacia la normalizaci¨®n capitalista, de 1954 a 1970) supone "el fin de la canci¨®n espa?ola de gran nivel". Cantantes como Conchita Piquer, Marif¨¦ de Triana o Anto?ita Moreno son sustituidas por otras tonadilleras, como la Jurado o la Pantoja, "que hacen un repertorio personal, hecho a su medida".
Es la ¨¦poca de Mi carro y El porompompero, pero tambi¨¦n de Gwendolyne, Piel canela, Yo soy aquel... La canci¨®n espa?ola pierde peso, acuciada por la colonizaci¨®n anglosajona y por la dictadura del mercado, "que deja menos espacio a lo nacional, pero tambi¨¦n a la canci¨®n francesa, y a la italiana, que ya no se oyen apenas". Pese a todo, surgen Serrat, Paco Ib¨¢?ez, Labordeta...
En la nueva edici¨®n, que sucede a la que sac¨® Lumen en 1972, Montalb¨¢n a?ade una divisi¨®n tem¨¢tica que ayuda mucho a edificar una visi¨®n no hist¨®rica y muy elocuente de la canci¨®n en los tiempos m¨¢s negros. Las categor¨ªas son: El erotismo, La religi¨®n, Los para¨ªsos terrestres, La canci¨®n del absurdo, La juventud, La familia, La sabidur¨ªa convencional, El ritmo como condicionante, H¨¦roes y machismo, Tipolog¨ªa femenina, La exaltaci¨®n de Madrid, y, por fin, Pasi¨®n y muerte del sentimentalismo franquista.
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