M¨²sica a todo trapo, fuegos artificiales y l¨¢ser en el Bernab¨¦u
El Madrid brinda la Copa de Europa a su afici¨®n en una ceremonia espectacular
Los ritmos m¨¢s marchosos y calientes que suenan cada fin de semana en las pistas de baile atronaron ayer en un Santiago Bernab¨¦u convertido durante unas horas en una gigantesca discoteca para festejar el triunfo de la octava Copa de Europa en la historia del Real Madrid. Fue el espectacular fin de fiesta de unas celebraciones que fueron de menos a m¨¢s desde que el equipo aterriz¨® en Barajas.M¨¢s de 90.000 personas acudieron al reclamo de los fastos organizados por el club y el Bernab¨¦u vibr¨® como nunca. M¨¢s incluso que con el f¨²tbol. La gente ten¨ªa ganas de fiesta, de ver a sus h¨¦roes, de celebrar con ellos la octava, de darse un ba?o de madridismo y sentirse orgullosa de sus colores. El ambiente era propicio.
La m¨²sica a todo trapo, los v¨ªdeomarcadores recordando al que no se hubiera enterado que "?s¨ª, s¨ª, s¨ª, la octava ya est¨¢ aqu¨ª!" y el 8 omnipresente en todo el estadio. Por uno de laurel salieron los jugadores, sobre otro blanco y gigante se alinearon los jugadores, y muchos m¨¢s luc¨ªa la gente estampados en sus camisetas o rotulados sobre la piel.
Sin llegar a tales extremos, los m¨¢s altos jerarcas del Madrid tampoco se privaron de exhibir su alegr¨ªa. Lorenzo Sanz hijo a la cabeza. Dentro del palco ¨¦l fue el primero en desanudarse la bandera que llevaba al cuello y empezar a ondearla como un aficionado m¨¢s. Poco despu¨¦s, a indicaciones suyas, le sigui¨® su padre. "?Que bote Lorenzo!, ?que bote Lorenzo!", tronaba el Bernab¨¦u. El vicepresidente Juan Onieva, m¨¢s comedido, optaba por encender un descomunal puro a la espera de que la plantilla compareciese sobre el c¨¦sped.
Guiados por Bert¨ªn Osborne, que ofici¨® de maestro de ceremonias, los primeros en saltar al campo fueron Vicente del Bosque y, luego, el resto del cuerpo t¨¦cnico. Tras ellos les lleg¨® el turno a los jugadores. Primero los de menos relumbr¨®n, para acabar con las estrellas y como ¨²ltimos espadas los tres goleadores en Par¨ªs: Morientes, McManaman y Ra¨²l, cuya aparici¨®n en el campo enfundado en una bandera espa?ola desbord¨® la euforia en las gradas.
Faltaba la copa, la octava, que no aparec¨ªa y que, en un gui?o de suspense resuelto con espectacularidad, baj¨® del cielo sobre los jugadores desde el centro mismo del estadio. Fue el momento m¨¢s brillante de la noche, que tambi¨¦n tuvo su borr¨®n. La culpa la tuvo el sonido, que se perdi¨® por completo en cuatro ocasiones -un par de ellas mientras cantaban las Az¨²car Moreno-, para desesperaci¨®n de Julio Senn, director general del Real Madrid, que gesticulaba con evidente disgusto por la pifia de los micr¨®fonos.
Ni siquiera eso contrari¨® a la gente, que cerr¨® la fiesta, pac¨ªfica, a diferencia de ayer (m¨¢s informaci¨®n en el Cuadernillo de Madrid, p¨¢ginas 1, 3 y 4). Invadi¨® el campo antes de abandonar el Bernab¨¦u pensando en la novena. "La octava ya la tenemos. Esa es ahora nuestra obligaci¨®n", sentenci¨® Lorenzo Sanz.
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