Jospin descubre Europa
Con ocasi¨®n de la presentaci¨®n ante la Asamblea Nacional del programa de la pr¨®xima presidencia francesa de la Uni¨®n Europea, el primer ministro franc¨¦s se ha lanzado con un discurso pretendidamente ambicioso que no viene sino a significar el pistoletazo de salida para las elecciones presidenciales del a?o 2002, al tiempo que acent¨²a algunas de las l¨ªneas tradicionales de la pol¨ªtica francesa respecto de Europa.Vayamos por partes. En primer lugar, la figura de Lionel Jospin cobr¨® su aut¨¦ntica talla cuando logr¨® que los ciudadanos le percibieran como una especie de anti-Mitterand, sin la brillantez de ¨¦ste pero tambi¨¦n -y en eso fue bien valorado- sin ninguna de las sombras que existieron en el reinado del ¨²ltimo presidente socialista de la Rep¨²blica francesa. Uno de los defectos que se suelen achacar a Jospin era su falta de discurso europeo, y parece que le ha querido poner remedio para reforzar su candidatura presidencial.
En segundo lugar quisiera recordar una frase que ya tiene ciertos a?os. Dijo Michel Rocard que en el seno del socialismo franc¨¦s conviven dos tradiciones; una centralizadora y jacobina representada por el antiguo SFIO y en buena medida por Mitterand, y otra descentralizadora y liberal encarnada en su momento por Mend¨¨s-France y el PSU, tendencia ¨¦sta que el propio Rocard quer¨ªa rescatar. Bueno ser¨ªa recordar que hoy Rocard, goza de un retiro en la presidencia de una Comisi¨®n en el Parlamento Europeo (?qu¨¦ desperdicio para una mente tan preclara!) mientras que las tesis jacobinas y estatistas dominan en su partido, como casi siempre hicieron y no s¨®lo en el socialismo franc¨¦s sino en el conjunto de la pol¨ªtica francesa. En ese orden de cosas, el discurso de Jospin viene a ser la confirmaci¨®n de esta afirmaci¨®n.
Si a ello a?adimos la reconocida capacidad de los franceses para lanzar frases brillantes que ocultan realidades inconfesables, y, en el caso de mis correligionarios transpirenaicos, crear conceptos aparentemente progresistas en los que subyacen posturas casi conservadoras, logramos cerrar el paisaje en el que se enmarca el an¨¢lisis del discurso de Jospin. Recuerden la calificaci¨®n de la agricultura como actividad multifuncional que oculta la defensa de unas subvenciones en la PAC que, en su configuraci¨®n actual, resultan dif¨ªcilmente progresistas; o bien esa frase : "S¨ª a la econom¨ªa de mercado, no a la sociedad de mercado" que s¨®lo parece dirigida a defender la tradicional concepci¨®n estatista y antiliberalizadora francesa. En este orden de cosas solamente a un franc¨¦s se le podr¨ªa ocurrir, como Ignacio Ramonet hizo -ya m¨¢s franc¨¦s que espa?ol- anunciar alborozado la aurora de un nuevo pensamiento mundial progresista tras las algaradas anti-globalizaci¨®n de Seattle, un error s¨®lo comparable en tama?o al de cierta izquierda europea que en su d¨ªa mostraba su apoyo incondicional a los sindicatos peronistas de Argentina.
En definitiva, en el discurso de Jospin, junto a ideas ya incluidas en el manifiesto electoral de los socialistas europeos -Europa social, coordinaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas, responsabilidad pol¨ªtica del BCE- o que han sido objeto de compromisos en la Cumbre de Lisboa -apuesta por la sociedad de la informaci¨®n- termina desgranando una serie de ideas, todas ellas de honda raigambre francesa. As¨ª por ejemplo pese a defender "una Europa m¨¢s cercana a los ciudadanos" termina afirmando que Europa ha de seguir siendo "la Europa de las naciones"; en definitiva la Europa de los Estados. O bien, pese a afirmar que los ciudadanos desean una Europa "dirigida, gobernada, y controlada en el esp¨ªritu y seg¨²n de las reglas de las democracias parlamentarias", acaba proponiendo el fortalecimiento del papel del Consejo Europeo, precisamente la instituci¨®n que no tiene parang¨®n con las reglas de las democracias parlamentarias, y que si algo supone es precisamente la quiebra del principio de la divisi¨®n de poderes.
En definitiva, hasta cuando lanza un alegato europeo Jospin, fiel a la tradici¨®n, antepone por encima de todo el inter¨¦s de Francia, o ?no hay que entender as¨ª el llamamiento a que se reconozca la realidad demogr¨¢fica y el peso relativo de cada Estado miembro en las decisiones del Consejo? Pero no queda ah¨ª, al defender Francia, Jospin defiende tambi¨¦n la concepci¨®n francesa de la econom¨ªa. As¨ª por ejemplo, cuando reclama nada menos que "nuevas regulaciones econ¨®micas", lo cual en boca de un franc¨¦s ya sabemos lo que significa.
Jospin es admirable en muchos aspectos. No s¨®lo sac¨® al socialismo franc¨¦s del pozo en el que se encontraba sino que lo hizo sin los ademanes napole¨®nicos de Mitterand. La suya fue una apuesta por la normalidad, muy equilibrada y m¨¢s que aceptable. Su direcci¨®n de los asuntos econ¨®micos ha producido ¨¦xitos que hacen palidecer los del Gobierno espa?ol. En muchas medidas un modelo para los progresistas europeos, pues no s¨®lo gestiona bien sino que reparte el crecimiento, pero ello no obsta para que reconozcamos que cuando elabora un discurso europeo, lo hace pensando en y desde Francia. Tal vez porque lo que haya pretendido es dar una dimensi¨®n europea a su candidatura a la presidencia de la Rep¨²blica Francesa, que es lo que en realidad le importa.
Luis Berenguer es eurodiputado socialista.
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