Bernat cambia el polvo por el brillo MARCOS ORD??EZ
1. La saciedad del espect¨¢culo. Como todo aut¨¦ntico artista, Roger Bernat es un manipulador. Un manipulador de expectativas y de tonos. Flors, el nuevo ¨¢lbum teatral de General El¨¦ctrica, en el Mercat, se presenta como "un espect¨¢culo pornogr¨¢fico para todos los p¨²blicos" sobre la seducci¨®n y el sexo. ?Por qu¨¦ pornogr¨¢fico? Porque, seg¨²n Bernat, "muestra m¨¢s que oculta". Flors es, como todo lo que hace General El¨¦ctrica, una flecha contra una cierta tendencia del teatro catal¨¢n: la extrema correcci¨®n, la falta de exposici¨®n. La te¨®rica teatral de Bernat, no me cansar¨¦ de repetirlo, es puro situacionismo. Como este fragmento program¨¢tico, a caballo entre Brook y Guy Debord: "Penso que el nostre treball ha de ser una mica com el tir amb arc... Saber que el centre de la diana i la fletxa s'han d'unir per necessitat i deixar de preocupar-se per encertar. Tots hem notat aquesta sensaci¨® en un moment o un altre, quan el que fem passa per necessitat, no pas per voluntat pr¨°pia. S¨®n els moments en els quals pensament i acci¨® s¨®n una mateixa cosa; quan el treball desapareix i es converteix en plaer".El morro de Bernat tambi¨¦n es situacionista. ?C¨®mo atraer a un p¨²blico que ya no se sorprende de nada. "Voy a hacer que todos vosotros, cien mil hijos del Gran Hermano, veng¨¢is a vernos". Por un simple cambio de piezas: llevar un d¨²o porno al teatro; meter el Bagdad en el Mercat de les Flors. Con anuncio: "Este espect¨¢culo contiene escenas que pueden herir...". El polvo de Flors ha sido un golpe publicitario muy a la altura de los tiempos, aunque Bernat estuvo a punto de fastidiarlo jugando un poco a tirar la piedra y esconder la mano en algunas entrevistas, en las que ven¨ªa a decir "Bueno, hay un polvo, pero s¨®lo son tres minutos en un montaje de una hora y media". S¨®lo le faltaba a?adir que lo exig¨ªa el gui¨®n, aunque quiz¨¢ esa pose de falso ni?o bueno tambi¨¦n fuera una estrategia; por qu¨¦ no. Peligro real: que el golpe publicitario impida ver el formidable coup de th¨¦?tre. Una de las cosas que m¨¢s me gustan de Flors es c¨®mo el espect¨¢culo se contamina de esa expectaci¨®n, y c¨®mo Bernat la integra haci¨¦ndola jugar a su favor. (Los impacientes pueden pasar directamente al punto 3).
2. Deslizamientos. Flors comienza con un chaval solo en el escenario, un chaval al que llamaremos Jordi (Jordi Vilches), que podr¨ªa ser el primo catal¨¢n del Malaguita de Torrente, y que, mientras se rasca nerviosamente una pierna, nos habla de una escena de amor (con flor incluida) en una pel¨ªcula de Bruce Lee, y de su falta de motivaci¨®n laboral ("S¨®c d'un sector de gent que no ens agrada treballar massa. Quan passa d'una setmana, perdem motivaci¨®"), y de su deseo de ver a la pareja Aznar-Botella en un v¨ªdeo porno por televisi¨®n, un s¨¢bado a mediod¨ªa, para ver si as¨ª les comprende mejor, para acabar con una versi¨®n desoladora (casi una deconstrucci¨®n) del Love me tender de Elvis. Del mismo modo, poco m¨¢s tarde, Nico (Nico Baixas) trazar¨¢ un puente transoce¨¢nico entre el caso Lewinsky y el cierre de una mina en Asturias. Para quienes no conozcan las estrategias de Bernat / G. E., es un buen pr¨®logo, una buena muestra de su po¨¦tica. Un pr¨®logo muy godardiano, para un trabajo que podr¨ªa subtitularse Breve Informe sobre la Seducci¨®n y el Sexo entre diversos j¨®venes del nuevo milenio. No es la primera vez que mento a Jean Luc Godard cuando hablo de Bernat, pero es que sus espect¨¢culos me recuerdan mucho a las primeras pel¨ªculas de J. L. G. Ibas a ver una pel¨ªcula de Godard, sab¨ªas que hab¨ªa un tema general (que nunca era el que parec¨ªa) y a partir de ah¨ª pasaban cosas. Se estaba bien all¨¢ adentro, porque sab¨ªa crear el espacio para que pasaran. Y lo m¨¢s entretenido era que nunca pasaban en el orden previsto. Ni en el tono previsto. Flors es un juego de tensiones entre expectativas. Juega con las expectativas del espectador, con los territorios deslizantes. Lo que parece comenzar en clave ir¨®nica se vuelve repentinamente triste, o inquietante; hay un sentimiento profundo tras una banalidad, y viceversa. A media representaci¨®n, el personaje de Nico intenta animar, incitar a la fiesta, sin el menor ¨¦xito. Sabemos que nadie subir¨¢ al escenario, como en los setenta. ?Es una broma sobre los happenings del Living o una eleg¨ªa por su imposibilidad? Probablemente, las dos cosas. Nico salta como un cachorro, invita, propone, ofrece cervezas y gamberradas posibles, pero nadie responde, ni sus compa?eros de escenario, que le contemplan con una fatiga infinita. Un acto de amor que no encuentra eco y muere exhausto.
Otros personajes: Miguel ?ngel (M. ?. Gonz¨¢lez), que se define "no como un feo result¨®n, sino como un guapo al que hay que mirar dos veces", y el bailar¨ªn Joan Palau (despu¨¦s de un solo de virtuoso, Nico se?ala: "Es que es bailar¨ªn"). Y Juan Navarro, pechiabierto, traje Travolta, guitarra en ristre, que parece haber seguido los cursos de seducci¨®n de Tom Cruise en Magnolia.
3. Estrategias de seducci¨®n. Hay dos mujeres en escena. Una, Dolo Beltr¨¢n, es voluptuosa; melena negra suelta, labios pintados, vestido rojo, zapatos de tac¨®n, mirada retadora. Apuesto algo a que la mayor¨ªa de hombres de la sala piensan que ella ser¨¢ la protagonista del polvo anunciado. La otra tiene el fant¨¢stico nombre de guerra de Sara Bernat y siempre est¨¢ a un lado; rara vez ocupa, como Dolo, el centro de la escena. Pero acaba convirti¨¦ndose en el centro de las miradas. Es muy atractiva, muy rubia, muy alta, pero no es s¨®lo por eso. Viste de negro, un traje masculino, y va descalza. Y es por su aire de timidez, por su contenid¨ªsima, casi torpe forma de bailar, mientras los otros saltan y se retuercen en estallidos de energ¨ªa trip-hop. Miramos hacia ella porque intuimos un secreto, una histoire seconde. Como en cualquier fiesta: Estrategias de seducci¨®n. Dolo cuenta su historia, sus relaciones con los hombres, su b¨²squeda del hombre ideal; vocifera, furiosa, un torrente de energ¨ªa neur¨®tica, entre personaje de Senfield (nunca, nunca de Sexo en la ciudad) y Marianne Faithful vomitando Why d'ya do it, pero nuestra curiosidad est¨¢ con Sara. ?Qui¨¦n ser¨¢, de d¨®nde sale esa t¨ªmida amazona rubia? ?Antrop¨®loga en Vassar, ejecutiva de lujo, agente secreto, hermana del director? Por sus movimientos lentos, su mirada baja, se dir¨ªa que no es una actriz. ?Y si es una actriz perfecta haciendo de no-actriz?
Hasta que rompe a hablar. Unas pocas frases. Esper¨¢bamos una voz dulce y es dura, desencantada. "Yo por amor no hago nada. Yo por amor ya lo di todo". El personaje, como la Nana de Vivre sa vie, cuenta sus experiencias en las plazas, los puticlubs-prisi¨®n de carretera y los chulos que ha dejado atr¨¢s, y fija su tarifa en 50.000 pesetas. Dolo se las ofrece: Quiere verla follar. Poco despu¨¦s vendr¨¢ el polvo, el polvo anunciado.
Entra un personaje nuevo, que no conoc¨ªamos, Fernando Da Silva, con f¨ªsico de culturista. Sara y ¨¦l se desnudan. Por separado, son dos espl¨¦ndidos animales; juntos, ya sobre la cama de s¨¢banas negras, son dos piezas de una m¨¢quina, dos profesionales que se encelan y se acoplan en un ritual que adivinamos mil veces repetido ante el p¨²blico de cualquier Bagdad, aqu¨ª o en Socu¨¦llamos. ?Provoca reacciones? S¨ª. Muchas. Excitaci¨®n. Incomodidad. Y una rar¨ªsima mezcla de exaltaci¨®n y melancol¨ªa. Sara tiene aqu¨ª la inocencia maquinal de la primera Christa Lem, y el tercio final de Flors, detonado por el polvo, tiene el ritmo lento, casi funeral, y la fascinaci¨®n oscura de Ex¨®tica de Atom Egoyan. Juega la iluminaci¨®n, sombr¨ªa, casi on¨ªrica, y la m¨²sica de Migala, espl¨¦ndida, una m¨²sica en la que cabalga el fantasma de Gainsbourg, susurrando: "Les dessous chics / c'est des dentelles et des rubans / d'amertume sur un paravent / desolant"... De repente, la voz de Jordi: "Ya veis... Tanta expectaci¨®n para esto". Y ahora, ?en qu¨¦ territorio estamos, hasta d¨®nde nos hemos deslizado? Sara comienza, lentamente, a quemar los billetes, las 50.000. ?Es un ritual de purificaci¨®n, ha descubierto el verdadero amor, se ha vuelto majara? Nunca lo sabremos; la c¨¢mara de Bernat ya se ha desplazado a otro punto del soberbio espacio casi lunar creado por Ana Alcubierre. Dolo karaokea el Wild is the wind de Bowie, que suena como un r¨¦quiem. Hay dos hombres ahora en el centro del escenario, Nico desnudo, Juan vestido de mujer, toc¨¢ndose, sin palabras, como flotando en una enorme tristeza... Un final que en mi cabezota enlaza, casualidades. con el de aquel lejan¨ªsimo Flowers de Lindsay Kemp, cuando Bernat y sus copains estaban naciendo, y tambi¨¦n con el primer espect¨¢culo de General El¨¦ctrica, El desig de ser dona, una serie de mon¨®logos mutantes, a d¨²o, con Velvet de fondo, y con la persistente melancol¨ªa de ?lbum, la Pavana por una Adolescencia Difunta que presentaron har¨¢ dos temporadas en el Lliure. Flors es un espect¨¢culo incre¨ªblemente extra?o, triste, divertido, inc¨®modo, excitante y, para mi gusto, muy hermoso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.