La exactitud del artesano
Cuanto escribe Monterroso es de la m¨¢s estricta seriedad y, sin embargo, parece una broma. En literatura hay un mont¨®n de desaf¨ªos que dependen de otra cosa: de una trama bien resuelta, de unos personajes en los que el lector se reconoce, de un mensaje grandilocuente, de una cadena de golpes de efecto, de lo que se ha dado en llamar "gran estilo". En Monterroso nada de todo esto ocupa un lugar preferente. S¨®lo existen las palabras, una al lado de otra, y as¨ª las coloca, con tremenda seriedad, y hacen chispas y aparece el humor. En cierto sentido, el propio Monterroso protagoniza todas sus obras. Es f¨¢cil reconocerlo porque casi siempre es ¨¦l quien toma la palabra. Pero su protagonismo se desdibuja en seguida porque, si as¨ª aparece presuntamente, s¨®lo lo hace para dejar pasar a trav¨¦s suyo lo dem¨¢s: la vida y todo lo que hay en ella, y la entera literatura. En el prefacio a La letra e, Monterroso reconoc¨ªa que al escribir el libro se encontr¨® "con diversas partes de m¨ª mismo que quiz¨¢ conoc¨ªa pero que hab¨ªa preferido desconocer", y a?ad¨ªa despu¨¦s que hab¨ªa descubierto al "amigo de las cosas simples, de las palabras, de los animales y hasta de algunas personas, entre autores y gente sencilla de carne y hueso". Ah¨ª puede estar una clave del origen de la escritura en Monterroso y, tambi¨¦n, un aviso de lo que son sus preocupaciones. La clave: que, al fin y al cabo, el acto de escribir no es otra cosa que la b¨²squeda gratuita, sin br¨²jula ni objeto determinado, de alguna suerte de conocimiento. Y el aviso: que sus preocupaciones est¨¢n en ese c¨ªrculo dom¨¦stico en que se manejan los tipos de carne y hueso, aunque sean autores."Soy, me siento y he sido siempre guatemalteco", confes¨® en Los buscadores de oro, sus memorias. Naci¨®, sin embargo, en Tegucigalpa (Honduras) el 21 de enero de 1921, y vive exiliado en M¨¦xico desde 1944. En Viaje al centro de la f¨¢bula (1981), un volumen de entrevistas, dec¨ªa: "La cualidad principal de la prosa es la precisi¨®n: decir lo que se quiere decir, sin adornos ni frases notorias. En cuanto la prosa 'se ve' es mala". Ese af¨¢n de precisi¨®n le ha creado fama de ser uno de los escritores m¨¢s obsesionados por la brevedad. Todos sus libros son delgados. En 1959 public¨® su primer libro, Obras completas (y otros cuentos). Le siguieron La oveja negra y dem¨¢s f¨¢bulas (1969), Movimiento perpetuo (1972) y, en 1978, apareci¨® su primera novela, Lo dem¨¢s es silencio, la singular biograf¨ªa de un literato, Eduardo Torres, que Monterroso relataba a trav¨¦s de (breves) caminos un tanto particulares. Una de las partes recog¨ªa dichos o aforismos del personaje y all¨ª pod¨ªa leerse, por ejemplo: "Enano. Los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista".
La tremenda seriedad de Augusto Monterroso. Su exactitud. La palabra m¨¢gica (1983) reun¨ªa unas cuantas de sus f¨¢bulas y otros tantos homenajes a autores. "-Envejezco mal- dijo; y se muri¨®" es una de las anotaciones de La letra e (1987), que reun¨ªa textos de la m¨¢s variada procedencia. Luego vinieron Los buscadores de oro (1993), Cuentos, f¨¢bulas y lo dem¨¢s es silencio (1996) y La vaca (1998), adem¨¢s de la Antolog¨ªa del cuento triste (1992), que hizo con su mujer, B¨¢rbara Jacobs.
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