Salamanca / Barcelona: otra vez el archivo
Fue algo peor que un bot¨ªn de guerra. La expresi¨®n utilizada por la diputada socialista en la Comisi¨®n de Cultura del Parlament de Catalunya resulta impactante, pero no da cuenta de lo que fue durante el franquismo el actual Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. La formaci¨®n de sus fondos no tuvo como finalidad el atesoramiento, pues lo que buscaban los franquistas al requisar los papeles de un partido o un sindicato no era un bot¨ªn, sino hacer posible la "operaci¨®n quir¨²rgica" sobre el cuerpo social espa?ol de que Franco hablara antes de iniciarse la guerra civil, extirpando del mismo a los cientos de miles de ciudadanos que constitu¨ªan para ¨¦l la anti-Espa?a. De forma irregular y chapucera, como tantas cosas en su r¨¦gimen, sigui¨® ejerciendo esa funci¨®n cuando ya los investigadores nos asom¨¢bamos a sus ficheros, no sin riesgos de acoso sexual para las mujeres, hasta la muerte del dictador.Pasaron dos d¨¦cadas, y cuando ya la entonces secci¨®n Guerra Civil del Archivo Hist¨®rico Nacional de Salamanca era un centro de documentaci¨®n moderno, organizado con criterios profesionales, sali¨® a la luz p¨²blica la reclamaci¨®n de la documentaci¨®n de la Generalitat all¨ª conservada. Tal fue el origen de la guerra de los archivos entre Barcelona y Salamanca, con reacciones muy viscerales por ambas partes. Algunos pensamos entonces que era preciso dar con la cuadratura del c¨ªrculo, otorgando satisfacci¨®n a Catalu?a sin que existiera riesgo de que tal devoluci¨®n supusiera como precedente el principio del fin del archivo de la represi¨®n franquista. Mi propuesta en ese sentido como vocal de la Junta Nacional de Archivos, asimilando el dep¨®sito en Barcelona de los documentos de la Generalitat al que efect¨²a el Museo del Prado de sus fondos en otras instituciones p¨²blicas, por formar la Generalitat parte del Estado, se conjug¨® con la de otro vocal, Javier Tusell, para convertir el centro salmantino en un archivo pleno, en torno al cual se formara un centro de estudios de la guerra. La Junta Nacional de Archivos suscribi¨® la propuesta bifronte, con el respaldo de la ministra Aguirre, y la tempestad qued¨® de momento conjurada.
S¨®lo que desde entonces no hubo voluntad alguna de cumplir lo esencial del acuerdo, la devoluci¨®n, y por lo visto en la ¨²ltima reuni¨®n de la citada Junta Nacional de Archivos, el pasado 2 de diciembre, ante las preguntas sobre el tema del profesor Tusell, algo jug¨® en esa pasividad la determinaci¨®n de quien era subsecretario de Cultura, Miguel ?ngel Cort¨¦s. La Subdirecci¨®n General de Archivos, como viene ¨²ltimamente sucediendo en el tema de la reproducci¨®n del archivo de la Internacional Comunista, pens¨® tambi¨¦n que el mejor atributo de una autoridad es el silencio. En cuanto ¨®rgano consultivo, la Junta de Archivos se queda as¨ª reducida al papel de apagar o dar ideas para apagar los incendios que la administraci¨®n de Cultura no controla. Luego ni siquiera por delicadeza, bajo la gesti¨®n de Cort¨¦s, con Rajoy al fondo, el ministerio se sinti¨® obligado a informar del contenido y de la secuencia de sus decisiones sobre aquellas cuestiones en que la junta hab¨ªa intervenido. En el tema de Salamanca, el ministerio otorg¨® el archivo y el centro de estudios, y sin consulta nombr¨® un patronato del todo localista e inadecuado, salvo para no ceder nada. Ahora las brasas han vuelto a encender el fuego. Una est¨²pida guerra de s¨ªmbolos, que perfectamente hubiera podido ser evitada.
Antonio Elorza es vocal de la Junta Nacional de Archivos.
Babelia
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