Cuando las barbas de tu amiga veas depilar... EMPAR MOLINER
... Pon las tuyas a remojar.Hola, somos nosotras, mis 50 mejores amigas y yo, que les escribimos desde la peluquer¨ªa. Nos estamos haciendo un mo?o tipo pagoda, como el de la primer¨ªsima dama de Catalu?a y madre de todas nosotras, Marta Ferrusola (a la que mis amigas llaman "Martha", con zeta, para darle un aire m¨¢s cosmopolita).
?No! No hemos enloquecido (ni ustedes se han equivocado de peri¨®dico; seguimos en EL PA?S), no sufran, nuestro gesto no es pelotilla, sino reivindicativo. Fue Marta (Martha) la que inaugur¨® el otro d¨ªa el museo de la peluquer¨ªa de Raffel Pag¨¨s. Me refiero a ese peluquero -no se si se han fijado- que tiene nombre de peluquero. Este mundo casual se divide en dos grandes grupos: el de los que tienen nombre de peluquero y el de los que nunca tendr¨¢n nombre de peluquero. Por ejemplo, imaginen que nuestro escritor preferido, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, se hiciera profesional del pelo. ?Qu¨¦ es lo primero que tendr¨ªa que hacer? Olvidar su segundo apellido, acortar su nombre y pasar a llamarse Manu V¨¢zquez. Ya ser¨ªa peluquero.
Jes¨²s Gil y Gil es nombre de peluquero. Miquel Mart¨ª i Pol no es nombre de peluquero. Borja de Riquer es nombre de peluquero. Y Margarita Rivi¨¨re es nombre de peluquera que adem¨¢s comercializa una l¨ªnea de bolsos.
Estar¨¢n de acuerdo en que para inaugurar una cosa tan mona como un museo de la peluquer¨ªa hay otras personas capilarmente m¨¢s innovadoras que Martha, tipo M¨®nica Naranjo, Lucrecia, Nacho Cano, Anelka, Eduardo Manostijeras o mis 50 mejores amigas y yo, que gastamos tanto en peluquer¨ªa que en lugar de pagar con tarjeta entregamos un malet¨ªn.
Nuestra primera dama tiene muchas prendas, pero entre ellas no destaca la de un peinado en movimiento. Incluso Hillary y Ana parecen mucho m¨¢s contempor¨¢neas a nivel ba?o de color.
De hecho, Marza tiene una cualidad envidiable: le preocupa tan poco su peinado que a primera vista parece de izquierdas. Dicen que el poder desgasta, pero tambi¨¦n desti?e.
Pero en fin, aunque dolidas, no hemos podido resistirnos a ver el museo. Les dar¨ªa la direcci¨®n y los horarios con mucho gusto, pero es que de momento Raffel no ha dado se?ales de vida, del tipo "te regalo unas u?as de porcelana porque t¨² lo vales".
Lo tiene montado en el ala norte de una de sus peluquer¨ªas (me niego a decir "salones") y es el sue?o er¨®tico de cualquier decorador retro. Lavacabezas, secadores port¨¢tiles de color rosa en plan portada de Luc¨ªa Etxevarr¨ªa y tenacillas de ondular antiguas modelo S¨¦ lo que hicisteis el ¨²ltimo verano.
Raffel, te lo decimos desde aqu¨ª: si un d¨ªa te va mal el negocio, s¨®lo tienes que abrir por las noches y servir copas all¨ª dentro. Se te va a llenar de modernos. Eso s¨ª: esconde esa silla de barbero preconstitucional que da tanto miedo (esa que parece haber sido arrancada de una c¨¢rcel de Tejas). No te preocupes si los del 010 no te la vienen a buscar; quedar¨ªa mon¨ªsima en la salita de George Bush j¨²nior. Ya hablar¨¦ yo con su mujer.
No se pierdan el escaparate de las Barbies. Hay una vestida de Ballet Zoom y otra vestida de Imelda Marcos. Desde aqu¨ª, y ya que hablamos de peluquer¨ªa, proponemos una nueva Barbie dos en una. La Barbie Mercedes Mil¨¤, que con un ligero retoque podr¨ªa ser la Barbie Camila Parker-Bowles. ?Se han fijado en que cada d¨ªa llevan el peinado m¨¢s parecido? A nosotras, cuando las vemos, con esos flequillos tan largos, nos dan ganas de hacerles un mo?o a lo Mar¨ªa del Monte, para ver si all¨ª debajo tienen ojos.
Sin embargo, la joya del museo es -alucinen, anden- una Sagrada Familia de pelo humano que mide ?1,28 metros! Se lo juro por las trenzas de la princesa Leia. Se aguanta sola, sin necesidad de laca, y casi prefiero no saber c¨®mo. En lo alto de las torres tiene conchas de berberecho incrustadas, en plan adorno. La ha hecho una tal Chelo Masip, propietaria de una escuela de peluquer¨ªa llamada Denise.
Nos encantar¨ªa ponernos en contacto con ella para hacerle un homenaje y para saber si su creaci¨®n se limpia con el ya m¨ªtico -por desaparecido- champ¨² seco. Pero no nos atrevemos. Si los hijos de Bob Marley se enteran de esto, tendremos un disgusto, y de los gordos; confundir¨¢n su obra con una peluca y se la van a querer probar.
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