Adolfo Mart¨ªn: "El encaste tiene un tipo y hay que respetarlo"
Todo en la tarde luc¨ªa raro. El ruedo, lleno de serr¨ªn. Por la ma?ana, diluvio. Al mediod¨ªa, sol de bochorno. Se anunciaba el hierro de Adolfo Mart¨ªn. Primera estaci¨®n en la semana de v¨ªa crucis; la ¨²ltima de la feria; la torista. Apenas sali¨® el primer astado... bronca. Un estr¨¦pito m¨¢s propio de otras fechas: de cuando las figuras afinan la silueta delante de un toro adomercido. ?Acaso no es ¨¦sta una de las divisas m¨¢s bravas? "Lo he pasado fatal", arranca el ganadero. "Al principio no daba cr¨¦dito. Por un momento, he pensado que estaba delante de un gran fracaso", contin¨²a. ?scar Higares tampoco alcanza a explicarse tanto esc¨¢ndalo: "Por el comportamiento de la gente se dir¨ªa que no era una corrida de Adolfo. Adem¨¢s, nadie puede decir que a ninguno de los espadas que all¨ª est¨¢bamos nos hayan regalado algo".En realidad, la afici¨®n conspicua lanzaban sus dardos contra el tama?o de los animales. "Mis toros", responde ya m¨¢s tranquilo Mart¨ªn, "son as¨ª. El encaste no permite un volumen mayor. Para que se muevan y est¨¦n musculosos tienen que ser finos de cabos. Si la gente no lo quiere entender, pues lidiar¨¦ mis toros en Colmenarejo. Lo que est¨¢ claro es que no voy a renunciar a mis toros, a mi encaste, a mi oficio".
La ¨²ltima tarde
La tarde pintaba extra?a. Al final, pasado el tiempo, lo acontencido a pie de arena se empe?¨® en dar la raz¨®n a los dos: ganadero y torero. "Ten¨ªa claro", afirma Higares, "que era mi ¨²ltima tarde en San Isidro. He visto con claridad las posibilidades del toro y me he lanzado a por todas. He apretado los dientes y... a seguir para adelante. Al fin y al cabo, llevo luchando veinte a?os por una ocasi¨®n como ¨¦sta". Convencido de cada coma, cada acento, cada interjecci¨®n, el diestro se muestra entusiasmado y lleno de rabia a partes iguales: "No te lo explicas. Si la tarde no hubiese ido como iba, con ese clima tan desagradable, hubieran sido dos orejas. El toro ha dado la vuelta al ruedo y no me he dejado vencer por ¨¦l". Fue una oreja, pero con el aroma de algo m¨¢s.
Adolfo Mart¨ªn coincide con el diestro (y con la plaza) en la bondad de ese ¨²ltimo astado de la tarde: "Ha sido un toro excepcional. Cuando ha salido a la arena, iba cojo de una pata. Pero enseguida se ha calentado y ha presentado batalla. Al caballo ha acudido presto, con fijeza y desde bien lejos, y en la muleta ha demostrado nobleza. Un toro de concurso".
Con el resto de la corrida el ganadero se muestra algo m¨¢s fr¨ªo, pero no duda en endosarla una nota alta. "Ninguno de los animales ha rehuido la pelea", afirma para a continuaci¨®n describir r¨¢pido a cada uno de ellos: "El primero, es el que fui a buscar ayer al campo [pasa de puntillas y al siguiente]; el segundo, encastado en bravo; el tercero, el m¨¢s complicado, embest¨ªa con la cara alta; el cuarto, tambi¨¦n dif¨ªcil; el quinto, se ha empleado con temple y nobleza, y el sexto...". El sexto arregl¨® la tarde, rara y llena de serr¨ªn.
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