Lo moderno, como lo antiguo, es saber jugar
Por un lado la historia aporta confianza y orgullo; por otro lado provoca respeto e intimidaci¨®n. No es lo mismo ponerse la camiseta de la selecci¨®n francesa ahora que antes del Mundial 98. Yo cruc¨¦ esa frontera como jugador, y puedo asegurar que despu¨¦s del 78 (primer Mundial ganado por Argentina), la camiseta pesaba m¨¢s. El f¨²tbol es respetuoso con la historia, el bal¨®n no. Alemania e Inglaterra se despe?aron la misma noche, empujadas por dos selecciones de corte cl¨¢sico, que tratan bien el bal¨®n. Al final del partido, Kevin Keegan dijo que Portugal y Rumania representan "el f¨²tbol moderno". Sin insultar. Las palabras de Keegan no hay que tomarlas en serio, porque desde hace alg¨²n tiempo, se considera moderno al que gana los ¨²ltimos dos partidos. Rumania y, sobre todo Portugal, representan el f¨²tbol de siempre: el que empieza en el respeto al bal¨®n; el que nos recuerda la importancia de juntarse, para dialogar tocando y para defender colectiva, solidaria y ordenadamente; el que distingue las velocidades seg¨²n las zonas en que se juegue... No s¨¦ si ganar¨¢n ni me importa. En tres partidos lograron algo m¨¢s importante: convertirnos en portugueses a todos lo que amamos el f¨²tbol bien jugado. - Los p¨ªcaros
no pierden
Kevin Keegan es un ingl¨¦s franco y entusiasta, al que se le suelen perder conceptos en el camino. Veamos algunas de sus c¨¦lebres declaraciones: "Chile tiene tres posibilidades: puede ganar y puede perder". "No hay nada mejor que jugar fuera de casa y empatar". "Argentina es la segunda mejor selecci¨®n del mundo, y no hay honor m¨¢s grande que ¨¦se". "Los jugadores que ahora tienen 33 ¨® 34 a?os, tendr¨¢n 36 ¨® 37 en el inicio del pr¨®ximo Mundial si no est¨¢n atentos..." A Keegan se le acusa de ingenuo y esas declaraciones no le ayudan, aunque un tipo as¨ª merecer¨ªa el perd¨®n eterno. El d¨ªa que Portugal dio vuelta a un 2 a 0 frente a Inglaterra, a Keegan lo acusaron de no saber defender la ventaja. Para muchos, administrar un resultado es poner m¨¢s defensas cuando se va ganando y m¨¢s delanteros cuando se va perdiendo. Son sugestiones tan extendidas que las decisiones que responden a esa l¨®gica eximen de responsabilidad al entrenador ante la derrota (?qu¨¦ otra cosa pod¨ªa hacer?). Ante Rumania, cuando faltaban pocos minutos para el final y hab¨ªa que defender el empate que clasificaba a Inglaterra, Keegan sac¨® el manual del p¨ªcaro por la p¨¢gina que dice: 1- "Haga un cambio y perder¨¢ tiempo". 2- "Haga un cambio y enfriar¨¢ el partido". 3- "Si va ganando, saque un atacante y ponga un defensor". En el minuto 87, quit¨® a Scholes (el mejor jugador de Inglaterra junto a Beckham) y meti¨® a Southgate, un central. En el minuto 89, de penalti, Rumania ganaba el partido. Ya nadie podr¨¢ decir que Keegan es ingenuo.
- Mentiras aplaudidas
El prestigio de las picard¨ªas le extienden un certificado de autenticidad a las grandes farsas del f¨²tbol. El de Keegan es un buen ejemplo, pero hay muchos m¨¢s que pasan desapercibidos. En los minutos finales de los partidos, cuando se va ganando y la desesperaci¨®n crea una insoportable ansiedad, toda groser¨ªa contundente es bienvenida. En la final de la Champion League del 99, el Bayern M¨²nich le ganaba 1 a 0 al Manchester United cuando el cuarto ¨¢rbitro levant¨® el cartel que marcan los minutos de descuento: tres. El Manchester envi¨® un pelotazo largo al que lleg¨® Lincke, marcador central del Bayern, con ventaja. Pod¨ªa haber descargado el bal¨®n en su portero sin ning¨²n riesgo, pero se le cruzaron en la cabeza todos los consejos pragm¨¢ticos del f¨²tbol y la sac¨® de volea por un lateral, a la altura del segundo anfiteatro. Saque de banda regalado, que la afici¨®n del Bayern festej¨® con un clamor de alivio. Ese saque de banda produjo un c¨®rner del que result¨® el empate. En el minuto 92, el Manchester marcaba el segundo gol. No quiero decir que el rechace de Lincke haya perdido aquel partido. S¨®lo quiero demostrar que las groser¨ªas no son ganadoras.
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