Ex¨¦gesis congresual JOAN B. CULLA I CLAR?
Si el ¨¦xito de un congreso de partido debe medirse por la placidez de su desarrollo, por la ausencia de enfrentamientos y de tensiones expl¨ªcitas, por el triunfo del compromiso, el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) lo ha cosechado rotundo este ¨²ltimo fin de semana. Seg¨²n diagnostic¨® ante el plenario el secretario de la federaci¨®n de Barcelona, Joan Ferran, "este partido se ha tranquilizado internamente" bajo el mandato de Narc¨ªs Serra, y tal serenidad impregn¨® el ambiente de los debates, las ponencias y los pasillos, arropando la consagraci¨®n del nuevo binomio Maragall-Montilla. Binomio que, sin suponer una novedad absoluta -sus or¨ªgenes se remontan a la unificaci¨®n socialista del a?o 1978-, s¨ª consagra y visualiza al m¨¢ximo nivel esa coalici¨®n t¨¢cita entre dos or¨ªgenes geogr¨¢ficos, dos perfiles sociol¨®gicos y dos culturas pol¨ªticas que ha sido la base del socialismo en Catalu?a durante el ¨²ltimo cuarto de siglo. Hoy, las procedencias individuales de cada dirigente (la Converg¨¨ncia Socialista, la Federaci¨®n Catalana del PSOE, el Reagrupament, el PSP de Tierno Galv¨¢n, el Eixample barcelon¨¦s o la inmigraci¨®n andaluza...) est¨¢n ya muy difuminados por las incorporaciones ulteriores y por nuevos y poderosos alineamientos internos; pero la dualidad subsiste -basta observar la militancia y el electorado del PSC- y, por tanto, la coalici¨®n sigue siendo precisa. Para encarnarla, ?qu¨¦ mejor que un nieto del poeta nacional catal¨¢n y un cordob¨¦s de Izn¨¢jar trasplantado al Baix Llobregat?Dicho esto, y sin ¨¢nimo de empa?ar la euforia poscongresual de los interesados, se constata que el PSC de Montilla y Maragall sigue siendo un organismo vivo y complejo, atravesado pues por multitud de contradicciones, de cleavages, de dilemas no resueltos que el c¨®nclave socialista ha reflejado, aunque fuese con sordina o de modo marginal. As¨ª, y mientras el vidalquadrismo rojo adornaba los alrededores del congreso con adhesivos que dec¨ªan "PSOE s¨ª, PSC no", los documentos elaborados por el colectivo ?gora Socialista invitaban con contundencia a "superar el falso dilema de que es necesario votar nacionalismo para votar izquierda" y llamaban al partido a desechar de una vez los "complejos e hipotecas" catalanistas.
En otro orden de cosas, la intervenci¨®n ante los delegados de Josep Maria Vall¨¨s para expresar el compromiso leal, aunque no servil, de Ciutadans pel Canvi con el proyecto socialista mereci¨® la r¨¦plica agria y despectiva de alg¨²n militante hist¨®rico cuyas tesis no deb¨ªan de ser estrictamente individuales, puesto que tambi¨¦n circulaban por el recinto otros adhesivos con la divisa: "Ni ciutadans, ni entesa. PSC".
Si bien m¨¢s corteses, diversos oradores mostraron tambi¨¦n su reticencia ante ciertos "experimentos", y el mism¨ªsimo Manuel Chaves realiz¨® ante Maragall, el domingo por la ma?ana, una significativa reivindicaci¨®n del PSOE como partido, como estructura org¨¢nica, como aparato, frente a din¨¢micas demasiado abiertas o asamblearias.
?Y qu¨¦ decir de una elecci¨®n -la de la nueva comisi¨®n ejecutiva- en la que, pese a la voluntad integradora, algunos nombres obtuvieron el doble de apoyo que otros, 88,7% frente a 43,2%, para ser exactos?
El flamante secretario de organizaci¨®n del PSC, Joan Rangel, lo ha justificado con la peregrina tesis de que "no todo el mundo conoce a todo el mundo", pero resulta llamativo que ese supuesto desconocimiento perjudicase s¨®lo a quienes se adscriben a las sensibilidades m¨¢s catalanistas del partido. No, no se trata de elevar la an¨¦cdota a categor¨ªa, pero s¨ª de observar el contraste entre los prop¨®sitos formales de "hacer del PSC el partido central de la pol¨ªtica catalana", de obtener "el reconocimiento expl¨ªcito de la realidad plurinacional de Espa?a", y la fuerza que poseen, en los pliegues de la organizaci¨®n, quienes rechazan las zarandajas nacionalistas, quienes suscriben que reclamar la devoluci¨®n de los documentos de Salamanca es "patriotismo rancio".
Por cierto, ?ser¨ªa mera casualidad que la diputada e historiadora Montserrat Duch, la promotora de la reciente moci¨®n socialista sobre el retorno de aquellos papeles, fuese uno de los miembros menos votados (48,6%) de la ejecutiva entrante?
Todo lo dicho no obsta para constatar que el Partit dels Socialistes ha llevado a cabo, en orden y sin estropicio, una mutaci¨®n de liderazgo que era a la vez un relevo generacional y un importante cambio de etapa en el instante en que siente m¨¢s cercano su gran objetivo hist¨®rico: gobernar Catalu?a. L¨¢stima que esta dulce coyuntura coincida con las horas bajas de un PSOE "en dique seco" -la expresi¨®n es de Chaves- a cuya reparaci¨®n los socialistas catalanes no parecen especialmente llamados. De momento, el propio Chaves ya ha pedido a Maragall que contenga sus entusiasmos federalistas para no complicar todav¨ªa m¨¢s las cosas, y el presunto l¨ªder in pectore del socialismo espa?ol, Jos¨¦ Bono, hizo ante el congreso del PSC un discurso halagador y t¨®pico que no levant¨® entusiasmo alguno entre la concurrencia.
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