Recortes

Amparado por la mayor¨ªa absoluta que lo respalda en ambas C¨¢maras, el Gobierno de Espa?a acaba de adoptar una serie de medidas -el Gobierno las llama liberalizadoras- que chocan frontalmente, en su mayor¨ªa, con los intereses del Gobierno aut¨®nomo andaluz y con los intereses de los propios andaluces. No me refiero ya al desastre que amenaza a toda la sanidad p¨²blica espa?ola, tampoco al tejemaneje de las telecomunicaciones, ni siquiera a la situaci¨®n de escandalosa dejadez en la que yace el Servicio de Correos. Hablo de esa liberalizaci¨®n de horarios comerciales a la que la Junta de Andaluc¨ªa se ha opuesto tajantemente y tras la que tantos y tan ocultos intereses personales se adivinan.Liberalizando a su real gana e interesado albedr¨ªo los horarios comerciales, el Gobierno del PP presidido por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar parece ignorar que Espa?a es un pa¨ªs en el que el predominio de la peque?a y mediana empresa debiera ser mimado con exquisita cautela para no lesionar un sector de la econom¨ªa del que dependen cientos de miles de personas que tan s¨®lo cuentan con su fuerza de trabajo, as¨ª como cientos de miles de propietarios de peque?as y medianas empresas. Esos dos contingentes, tan importantes para la vida econ¨®mica espa?ola, son vitales en el caso de la econom¨ªa andaluza, de tal modo que el paro -ya anunciado y cuantificado por las centrales sindicales- que se derivar¨¢ de la adopci¨®n de semejante libertad de horarios va ha cebarse especialmente aqu¨ª, en una comunidad aut¨®noma tradicionalmente poco adepta a los intereses del PP y, por ende, objeto de no pocas represalias por parte del Gobierno de Aznar.

La Junta de Andaluc¨ªa anunci¨® en su momento que no piensa consentir que la liberalizaci¨®n de horarios comerciales se aplique en el territorio de su competencia, anuncio al que inmediatamente contest¨® airado el delegado del Gobierno en Andaluc¨ªa, no s¨¦ yo a¨²n si porque as¨ª se lo imponen las obligaciones derivadas del cargo o si porque as¨ª se lo dicta la disciplina de obligado cumplimiento que implica su adscripci¨®n a las filas del PP. El caso es que el Gobierno central acaba de aprobar la entrada en vigor de tales medidas, y el caso es que buena parte de la poblaci¨®n activa andaluza acaba de vislumbrar un m¨¢s que oscuro porvenir laboral si tales medidas se aplican en Andaluc¨ªa. O sea: el caso es que acaba de abrirse otro importante frente entre el Gobierno de Espa?a y el Gobierno aut¨®nomo andaluz, contienda que se suma a las ya conocidas sobre la llamada deuda hist¨®rica y sobre la interpretaci¨®n partidista y sesgada que del censo de poblaci¨®n andaluza realiza el Gobierno del PP desde el mismo d¨ªa en que form¨® su primer gabinete.

Lo que me choca de toda esta ola de liberalizaciones es que en nombre de la libertad se acometa el desmantelamiento de tantos puestos de trabajo, aunque, en realidad, m¨¢s todav¨ªa me choca la pasividad con la que los consumidores andaluces vemos c¨®mo se van asentando las bases de un capitalismo muy duro, concebido para abrir una tremenda tronera en todos los bolsillos salvo en los del capital, que ver¨¢ extraordinariamente multiplicados sus beneficios. ?Hablamos, entonces, de liberalizaci¨®n, o, mejor, hablamos de recortes de las libertades? De recortes hablamos.