Villalonga, sin sorpresa
Asombra la capacidad de algunos para verse sorprendidos por aquello que es del todo previsible. Ni Anson ni Ram¨ªrez se han empleado en ejercicios de simulaci¨®n. Otra cosa es que sean especialistas en amaneceres pr¨®speros y en ajustes de cuentas insobornables. Pero la vida va m¨¢s all¨¢ de los colegas y estos tipos de claro perfil abundan tambi¨¦n en otros campos profesionales. V¨¦ase al efecto el caso de Juan Villalonga. Quienes le han tratado en su anterior encarnaci¨®n como broker de dedicaciones varias aseguran sentirse a cubierto de hip¨®critas sorpresas y de falsos pudores. En la carrera de Villalonga se ha producido un cambio de escala: ahora corre con un f¨®rmula uno, pero su manera de conducir se mantiene invariable. Por eso, que quienes le impulsaron hasta situarle al frente de Telef¨®nica y le jalearon en sus usos y abusos, como palmeros retribuidos con interminable largueza, vengan ahora con melindres y moh¨ªnes resulta dif¨ªcil de soportar. En un libro colectivo sobre El Gobierno de Aznar (Cr¨ªtica, Barcelona), un buen amigo encargado del cap¨ªtulo de los medios de comunicaci¨®n se remontaba a las v¨ªsperas del relevo en el Gobierno para recordar c¨®mo entre los excesos socialistas, tan lamentados por los populares, figuraba el del desprecio a las normas anticoncentraci¨®n. Y escrib¨ªa que los del PP consideraban inaceptable que el Gabinete de Gonz¨¢lez se hubiera abstenido de intervenir cuando determinados movimientos econ¨®micos rompieron los l¨ªmites establecidos a las participaciones de capital en los canales privados de televisi¨®n. Citaba que las sociedades del empresario italiano Silvio Berlusconi, que s¨®lo pod¨ªan ser titulares del 25%, como m¨¢ximo, de Tele 5, llegaron a controlar m¨¢s del 80% del accionariado. Pero todos esos reparos desaparecieron cuando el presidente Aznar, convencido de que no era bueno que Polanco estuviera solo -como hab¨ªa pasado con Ad¨¢n en el Para¨ªso antes del episodio de la costilla-, encomend¨® a su compa?ero de pupitre Villalonga la presidencia de Telef¨®nica. Entonces el designado se apresur¨® a corresponder a semejante deferencia constituyendo un grupo multimedia, entre cuyos componentes qued¨® integrada la cadena Antena 3 TV. Para facilitar a Villalonga la adquisici¨®n de esa cadena que controlaba Antonio Asensio -expulsado inmediatamente antes del jard¨ªn de la Moncloa por haber comido del ¨¢rbol de PRISA- el Gobierno Aznar procedi¨® sin complejos y decidi¨® ampliar los l¨ªmites m¨¢ximos del accionariado en una sola mano llev¨¢ndolos del 25% al 49%. Y andando. Como se?ala nuestro autor, fue un bello momento de silencio el de estas derogaciones legales, en el que result¨® imposible escuchar ni siquiera la m¨¢s dulce objeci¨®n de aquellas delicadas conciencias antes aludidas. Telef¨®nica avanzaba en ese y en otros frentes de prensa y radio y se multiplicaban los que acud¨ªan en socorro del vencedor, sin que apenas nadie ofreciera resistencia. Muchos esperaban impacientes beneficiarse de las concentraciones y sinergias que se iban acumulando y se embolsaban tan incre¨ªbles como arbitrarias plusval¨ªas pagadas con cargo al inagotable cash flow de la Compa?¨ªa. La escandalera vociferante del que entonces se denominaba cari?osamente el sindicato, atenta a prevenirnos de los males que habr¨ªan de sobrevenirnos si el emporio de Polanco permanec¨ªa en pie, enmudeci¨®. De la Telef¨®nica de Villalonga estimaban que nada hab¨ªa que temer y por eso saludaban su llegada como la de los liberadores. Ram¨®n P¨¦rez de Ayala, en carta a su amigo Sebasti¨¢n Miranda a prop¨®sito de Ernesto Jim¨¦nez Caballero, escrib¨ªa que para algunos colegas "su m¨¢ximo sue?o es instalarse en el ciego del hombre poderoso y halagarle el recto con caricias in¨¦ditas y si, al acaso, ve a lo lejos un peque?o orificio cree estar ante inmensos horizontes". Otro d¨ªa hablaremos de Villalonga, al que tampoco han faltado estos d¨ªas en la prensa extranjera m¨¢s prestigiosa los mismos elogios casi p¨®stumos que cosecharon antecesores tan distinguidos como Mario Conde. B¨¢stenos hoy releer algunas p¨¢ginas de El Mundo donde Adam Michnik, director de Gazeta Wyborcza, el gran diario polaco, sosten¨ªa que "los periodistas s¨®lo podemos constituirnos en verdadero Cuarto Poder si mantenemos nuestra independencia y no nos dejamos corromper por los negocios o por los Gobiernos".
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