Julio Pedro Saavedra, herido grave
La cornada lleg¨®, como todas, en el momento m¨¢s inoportuno. Tras varios ensayos, el torero consigui¨® que el novillo se quedara quieto y fijo en la muleta. Se volc¨® sobre el morillo, no vaci¨® la embestida del animal y el torero qued¨® prendido en los pitones de mala manera; cay¨® al suelo, fue pisoteado y de nuevo levantado por los aires. Finalmente, tras unos segundos angustiosos, Saavedra qued¨® desmadejado en la arena. Aunque consigui¨® levantarse, se desplom¨® r¨¢pidamente en los brazos de las asistencias.Hasta entonces, el novillero madrile?o se hab¨ªa ganado el respeto del p¨²blico en una labor de menos a m¨¢s, en la que destac¨® su quietud ante un novillo manso, cobarde, sin clase y que no se emple¨® en ning¨²n momento. El m¨¦rito del novillero consisti¨® en sujetar la huidiza embestida y torearlo con hondura con ambas manos. Su secreto est¨¢ en que corre bien la mano, conoce los terrenos, se coloca en el sitio adecuado y, sobre todo, no mueve las zapatillas. As¨ª las cosas, el toreo resultante tiene que ser bueno. La faena, sin embargo, no fue maciza porque un viento muy molesto se hizo presente, y la mansedumbre del animal no permit¨ªa excesivos adornos. Quiso asegurar la oreja y se volc¨® sobre el morrillo del animal. Pinch¨® en hueso y lleg¨® la cogida.
Gonz¨¢lez / Saavedra, Ram¨ªrez, Casta?o Novillos de Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez, el 3? como sobrero, justos de presentaci¨®n, astifinos, mansos y descastados
Julio Pedro Saavedra: cogido grave al entrar a matar a su primero. Lo mat¨® Ram¨ªrez de pinchazo, media y tres descabellos (vuelta de la cuadrilla). Antonio Ram¨ªrez: metisaca, pinchazo -aviso-, dos pinchazos y un descabello (silencio); tres pinchazos, cinco descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio); tres pinchazos, media, un descabello -aviso- y un descabello (silencio). Javier Casta?o: dos pinchazos, media y un descabello (vuelta); pinchazo y media (silencio). Plaza de la Real Maestranza. 2 de julio. Novillada de abono. Menos de media entrada.
Su compa?ero Ram¨ªrez se encarg¨® de matar al novillo y lo hizo con excesivas precauciones. Parec¨ªa sobrecogido por la impresi¨®n y as¨ª sigui¨® durante la lidia de su primero, otro manso astifino que embisti¨® con codicia por el lado izquierdo. Poco experto con el capote, consigui¨® dos naturales majestuosos que debieron ser diez, si le hubieran acompa?ado el ¨¢nimo y la confianza en s¨ª mismo, pero esas cualidades las tiene cogidas con alfileres. En el cuarto volvi¨® a evidenciar sus carencias: tore¨® al hilo del pit¨®n. Muleta retrasada, abuso del pico de la muleta y movimiento de zapatillas. As¨ª no es posible la emoci¨®n. As¨ª no se debe venir a Sevilla a probar una suerte imposible. Ram¨ªrez mat¨® tambi¨¦n el sexto y volvi¨® a las andadas. No es hombre que se crezca ante las dificultades de sus novillos, que fueron variadas. ?ste tambi¨¦n era manso y huidizo. El novillero se esforz¨® algo m¨¢s, aunque su toreo sigui¨® siendo vulgar y sin fundamento. Persigui¨® a su oponente por todo el ruedo, mientras la gente le ped¨ªa por favor que lo matara, que eran ya las 10.30 de la noche.
El tercer novillo fue devuelto al corral por cojo y estuvo 45 minutos en el ruedo ante la inoperancia de los cabestros y la negativa de Casta?o a matarlo. Cuando por fin sali¨® con la espada y la muleta, recibi¨® algunos pitos por la tardanza y, ni corto ni perezoso, se enfad¨® y volvi¨® al callej¨®n. Minutos m¨¢s tarde se lo pens¨® mejor y acab¨® con el devuelto de tres descabellos. Cuando sali¨® el sobrero eran las 9.15 y el festejo hab¨ªa comenzado a las 7.30.
Despu¨¦s lleg¨® el hurac¨¢n Casta?o y puso a todos el coraz¨®n en un pu?o con un valor temerario e inteligente y una buena dosis de toreo profundo. Su primer novillo era manso como los dem¨¢s y lo someti¨® meti¨¦ndose entre los pitones con una sangre fr¨ªa extraordinaria. De tal modo consigui¨® varias tandas de buenos redondos ligados en un palmo de terreno con el de pecho, llevando una intensa emoci¨®n a los tendidos. Sufri¨® una espectacular voltereta sin consecuencias y, sin mirarse el traje, volvi¨® a la pelea. En el quinto se la volvi¨® a jugar ante un inv¨¢lido con malas ideas. La faena era imposible porque el animal se neg¨® a embestir. No se amilan¨® el torero y dej¨® constancia de su valor y verg¨¹enza torera.
Parte facultativo
El diestro Julio Pedro Saavedra sufri¨® una herida por en la cara interna del tercio inferior del muslo derecho con tres trayectorias. La primera, de 12 cent¨ªmetros, hacia arriba, que deja al descubierto el paquete vascular. La segunda rompe la aponeurosis y en direcci¨®n ascendente de unos 10 cent¨ªmetros pasa por debajo y detr¨¢s del anillo de Hunter; y la tercera, de 15 cent¨ªmetros llega hasta la cara externa e inferior del muslo derecho perforando la piel. Pron¨®stico grave.
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