La pira?a entre tiburones

David Mamet no es un autor f¨¢cil de llevar a escena. Sus personajes viven desde lo que ha acabado siendo el prototipo norteamericano, personajes hiperactivos, vitalistas en su forma de afrontar el mundo, aunque sea a ciegas, sin darse tiempo para reflexionar, volver la vista atr¨¢s, lanzados contra el muro. Sus conflictos son inconfesados, giran en torno a algo que no se expresa, la eterna estafa, tambi¨¦n emocional, de quienes chocan en alg¨²n punto de su historia vital y tratan de enredarse mutuamente. ?se es, tambi¨¦n, el trasfondo de Taurons (Speed-the-plow), comedia inquietante que ha llegado a los escenarios barceloneses dirigida por Ferran Madico e interpretada por Llu¨ªs Homar, Andreu Benito y Mia Esteve.Taurons sit¨²a la acci¨®n en el mundo de los negocios del cine, un mundo en el que s¨®lo se suma en millones de d¨®lares y donde uno puede hacerse rico, de la noche a la ma?ana, si da con el fil¨®n adecuado: rico hasta el extremo -dice uno de los personajes- de tener que contratar a alguien para saber qu¨¦ puedes comprar con tanto dinero. Pero en el centro de cada tibur¨®n hay un n¨²cleo de humanidad, la necesidad de protegerse de temores casi infantiles.

Un n¨²cleo que los hace peligrosamente vulnerables. La historia, de hecho, explica la ca¨ªda en la vulnerabilidad de uno de los grandes ejecutivos de una productora cinematogr¨¢fica arrastrado por una secretaria eventual.

Lo dif¨ªcil de interpretar en Mamet no es lo que se dice, sino lo que se oculta. Los personajes son concebidos como jugadores de p¨®quer y la dial¨¦ctica es la del fullero, palabras que son una cortina de humo y que s¨®lo un gesto, una mirada, una palabra indiscreta puede despejar. Lo que persiguen todos es llevarse la mano. Muchas palabras para explicar, en realidad, otra historia. Mantener ese doble discurso es un ejercicio de equilibrio constante. Ah¨ª est¨¢ la dificultad y ah¨ª est¨¢, tambi¨¦n, el acierto de Ferran Madico, un director que gu¨ªa con suavidad a sus int¨¦rpretes, con mirada detallista, por la mara?a de los di¨¢logos.

Y ah¨ª, por fin, est¨¢n los int¨¦rpretes, enmarcados en una escenograf¨ªa sencilla, funcional y eficaz, el despacho, el jard¨ªn con piscina, cuatro pinceladas para centrar la atenci¨®n en el discurso. Mia Esteve ha tenido por fin la oportunidad para demostrar su espl¨¦ndida capacidad de irradiaci¨®n, esa ingenuidad instalada en un cuerpo s¨®lido, nada fr¨¢gil, tan bien expresada y que penetra en el universo r¨ªgidamente codificado de los tiburones como una pira?a. Andreu Benito y Llu¨ªs Homar, los tiburones, siguen estrictamente las reglas del juego. Benito, a punto de ser desbancado por la secretaria, hace un notable ejercicio de desenmascaramiento. Homar, tibur¨®n herido, es el personaje m¨¢s complejo, su ca¨ªda al abismo es en picado y, a veces, sobreact¨²a. Taurons no es, seguramente, un Mamet mayor, pero tiene aqu¨ª una muy buena puesta en escena.