Abell¨¢n: "Si el toro no embiste, en ning¨²n lado se puede hacer nada"
Se abri¨® la puerta de toriles y por su boca negra, la corrida de Torrestrella. Los mismos seis toros que horas antes hab¨ªan dejado la garganta de m¨¢s de uno necesitada de saliva; los mismos bien armados morlacos que a su paso dejaron tres heridos graves por las calles del encierro. ?sta es una m¨¢s de las peculiaridades de una plaza como la de Pamplona. Al ruido de las pe?as, la rechifla general y el acusado estado de a-m¨ª-que-me-las-den-todas que vive el coso las dos horas que dura la corrida, se suma que los animales que salen de chiqueros no son s¨®lo del ganadero. De alguna manera son de la plaza entera o, mejor, de Pamplona entera. Son parte de la familia. De ah¨ª, lo de la feria del toro. La de Pamplona es en realidad una hermosa, gigante y eterna (mientras dura) fiesta en familia.?Pesa el clima de la plaza de Pamplona? Respuesta de Miguel Abell¨¢n: "Pues qu¨¦ quiere que le diga. En todos los sitios es igual. Si el toro no embiste, ni en Pamplona ni en Sebastopol... No hay manera. Luego habr¨¢ quien diga que los toros de hoy eran buenos. Yo ya no s¨¦ qu¨¦ pensar...". Queda claro que el madrile?o no est¨¢ por la labor de dejarse impresionar por nada. ?l est¨¢ contento con su actuaci¨®n "y ya est¨¢", zanja. ?Qu¨¦ ha faltado para que la faena a su segundo se tradujera en una oreja? "Nada. Si llego a matar a la primera, hubiese cortado una oreja, lo tengo claro. Eso s¨ª, no faltar¨¢n los que digan que si se ten¨ªa que haberlo hecho de esta u otra manera. La gente ha estado conmigo", contesta Abell¨¢n.
Estoqueaba el madrile?o a su segundo toro y, cuando mejor se las promet¨ªa... que no; que el animal no ca¨ªa. Al final, lo que pudo ser triunfo pas¨® a saludo desde el tercio, sin posibilidad de parada en una vuelta al ruedo no solicitada. "El toro", afirma sobre el ¨²ltimo de la tarde, "no ha dado para mucho. Era noble o, mejor, nobl¨®n. Pesaba 600 kilos, como un toro de Osborne. Ten¨ªa clase, pero tampoco daba para m¨¢s".
En lo que se refiere a su primero, y pese a darle apenas opciones, el diestro se entretiene m¨¢s: "He pisado la arena con toda la ilusi¨®n. Sin embargo, el toro, que de salida parec¨ªa bueno, ha enga?ado a todo el mundo. Muy parado, mir¨®n, reserv¨®n... Con el capote se ha empleado m¨¢s, parec¨ªa que iba a embestir pero..." No queda claro si deja decepci¨®n, enfado o un poco de todo. "Yo", insiste con rabia, "estoy contento".
Ausencia hoy de Ponce
En los tendidos, festivos por naturaleza, no costaba trabajo leer decepci¨®n (quiz¨¢ cansancio). Por lo menos, en la sombra. En el sol, m¨¢s de uno ten¨ªa dificultades para recordar los nombres de los matadores. La plaza es as¨ª: las pe?as no memorizan los carteles sino las faenas capaces de distraerles de la sangr¨ªa. Buena faena tiene que ser.Por otra parte, ayer por la noche se daba por segura la ausencia de Enrique Ponce (el diestro no hab¨ªa presentado el parte m¨¦dico para hacer oficial la baja) en la corrida de hoy. Su sustituto ser¨¢ Finito de C¨®rdoba.
Babelia
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