Milosevic otra vez
Slobodan Milosevic vive obsesivamente dedicado a su supervivencia pol¨ªtica. Si esto ha sido cierto durante los ¨²ltimos a?os, su inculpaci¨®n como criminal de guerra por el Tribunal de la ONU para la antigua Yugoslavia lo ha hecho imperativo. El dictador serbio acaba de dar un nuevo golpe al modificar en el Parlamento federal la Constituci¨®n para que pueda seguir hasta ocho a?os m¨¢s cuando expire el a?o pr¨®ximo su improrrogable mandato actual como presidente yugoslavo.Milosevic, que gobierna con apariencia de legalidad a trav¨¦s de un legislativo virtual controlado por una alianza de comunistas sin reformar y fascistas, consigue un doble objetivo con su ¨²ltima maniobra: sentar las bases para perpetuarse y poner en el disparadero a Montenegro, la rep¨²blica minoritaria y rebelde de la moribunda Federaci¨®n Yugoslava. Con las nuevas reglas, al presidente ya no lo designar¨¢ el Parlamento, sino directamente los ciudadanos. Lo que significa que Montenegro, 600.000 habitantes, que boicotea las instituciones federales desde 1998, no tendr¨¢ nada que decir frente a los ocho millones de Serbia, y lo mismo suceder¨¢ con sus esca?os ahora garantizados en la C¨¢mara alta. Aprovechando la incapacidad de la oposici¨®n y su poderosa propaganda, Milosevic pretende convocar elecciones presidenciales este mismo a?o.
La reforma es inaceptable para Montenegro. Tras el rechazo inmediato por el Parlamento de Podgorica, el presidente montenegrino, Milo Djukanovic, elegido en 1997 y cuya legitimidad nunca ha reconocido Belgrado, ha impuesto el gradualismo y enfriado los llamamientos a un refer¨¦ndum secesionista. Montenegro es un pa¨ªs de clanes, dividido pol¨ªtica y culturalmente y con una importante presencia de tropas leales a Milosevic. Por tanto, el pretexto perfecto para una nueva guerra civil balc¨¢nica en la que Serbia ser¨ªa, una vez m¨¢s, la parte agraviada.
Europa y EE UU han sido cogidos de nuevo a contrapi¨¦. Sus sanciones contra Belgrado no s¨®lo no han quebrado el poder del dictador serbio, sino que ¨¦ste las ha rentabilizado pol¨ªticamente. El descontento europeo aflor¨® la semana pasada con una parte de los Quince declar¨¢ndose partidaria de repensar su estrategia hacia Milosevic, que amenaza ahora con desestabilizar a su fr¨¢gil socio federal. Montenegro ha dado en los ¨²ltimos tiempos muestras claras de su alineamiento con los valores democr¨¢ticos. Merece, por tanto, que Washington y la UE se muestren decididos a proteger este islote yugoslavo de la dictadura de Milosevic y de evitar al tiempo otra guerra. Un doble cometido en el que deben empe?arse desde hoy mismo.
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